Turbo es un pequeño municipio colombiano localizado en la selva de Darién fronteriza con Panamá. Hasta hace pocos meses, era apenas un lugar de paso para miles de emigrantes cubanos que torcían rumbo norte, con la vista puesta en los Estados Unidos. En las últimas semanas, sin embargo, Turbo se ha convertido en la última zona de acampada y esperanza para muchos de ellos.
Desde que el gobierno panameño dejó de hacer la vista gorda y se sumó al cierre del tránsito irregular de cubanos desde Sudamérica hasta el norte de México, las posibilidades de completar una ruta terrestre para alcanzar los beneficios de la Ley de Ajuste se han vuelto más escasas y peligrosas.
El pequeño territorio colombiano experimenta ahora lo que antes vivieron Paso Canoas, en Costa Rica, Puerto Obladía y Chiriquí en Panamá, y más recientemente el Parque del Arbolito, en Quito, la capital ecuatoriana: centenares –a veces miles– de cubanos acampados allí, en una estancia que se convierte en reclamo de permisos para continuar camino o en presiones para conseguir puentes aéreos que los acerquen a su destino.
Pero Colombia no es Costa Rica ni Panamá ni Ecuador. La administración del presidente Juan Manuel Santos advierte con regularidad que deportará a todas las personas que permanezcan en “situación irregular” en su territorio… y cumple su aviso: hasta el 11 de julio de 2016 Colombia había deportado 2 mil 841 cubanos, en lo fundamental a Ecuador (país desde donde ingresa a Colombia la mayor cantidad de cubanos), pero también a la Isla.
“Con Ecuador firmamos un acuerdo en donde ciudadanos que hayan entrado por Ecuador los deportamos a Ecuador, y este país ya tomará la decisión de qué hace”, ha dicho en declaraciones a la prensa local la canciller colombiana, María Ángela Holguín.
Al parecer esa será la suerte de una cifra todavía indeterminada de cubanos que en estos momentos están varados en Turbo. Las autoridades municipales decretaron una emergencia sanitaria ante peligros de hacinamiento y tensión de las capacidades para enfrentar una concentración alta de emigrantes.
Las cifras oficiales hablan de al menos 950 cubanos reunidos dentro de una nave de almacén, pero otras elevan el conteo hasta más de 2 mil personas, repartidas en alojamientos particulares o incluso en “cambuches” (construcciones temporales) hechas por ellos mismos, en zonas descampadas, con retazos de madera y plástico, sin las más elementales condiciones higiénicas.
Tras el desalojo del Parque del Arbolito en Quito y la deportación de 121 cubanos desde Ecuador –donde una cifra mayor protagonizó protestas frente a las embajadas de México y Estados Unidos– la salida de nacionales de este archipiélago caribeño hacia las rutas selváticas continúa creciendo.
No llegan solo desde Ecuador, país donde la crisis económica también influye en la disminución de oportunidades laborales y por tanto en que algunos cubanos estacionados allí decidan irse definitivamente. Tambén provienen desde Brasil, Venezuela y Guyana. Entre casi todos se repite el convencimiento de que es mejor correr todos los riesgos que retornar a Cuba.
No importa que el gobierno cubano reitere que todo quien haya salido bajo el amparo de la nueva política migratoria puede retornar sin enfrentar consecuencias. Da igual que el gobierno estadounidense repita que no habrá ningún cambio en la Ley de Ajuste. La sensación predominante es que el fin de los privilegios migratorios es inminente y que la situación económica en Cuba no mejorará.
Los frecuentes sugerencias de modificación a esa Ley y la nueva “situación coyuntural” –como la llama el gobierno de la Isla– que enfrenta la economía cubana son pruebas más que suficientes para respaldar esas percepciones.
Durante el año fiscal 2015, con cierre el 31 de octubre, 40 mil 155 cubanos llegaron a los EE.UU. Fueron casi el doble de los 24 mil 278 que llegaron en 2014 y cuatro veces los 12 mil de 2012. Cuando faltan tres meses para cerrar el año fiscal 2016 ya el número de cubanos acogidos en puntos de frontera de EE.UU. supera los 44 mil 350.
Hasta esta misma fecha han sido interceptados en el mar unos 5 mil 500 cubanos que trataban de llegar a las costas norteamericanas y fueron devueltos a Cuba por la Guardia Costera. En todo el año fiscal 2015 fueron 4 mil 473.
La aglomeración en Turbo podría ser la última concentración de un contingente de cubanos varados en su tránsito por Sudamérica y Centroamérica; pero quedará por ver cuál es la próxima expresión de las circunstancias que impulsan este flujo.
Mi propuesta sería montar a todos en un barco y desembarcamos en el puerto de la Habana,para que la olla de presión social se le siga complicando a Raúl y su pandilla,