Miguel Ángel Jiménez (1981) nació en Valencia, la tierra de la paella. El gusto por la cocina le llegó por vía materna. En su ciudad natal se graduó como chef en el Instituto San Vicente Ferrer y la primera vez que llegó a Cuba como turista se enamoró de la cultura culinaria del país.
En la isla saltó a la fama en 2021 a través del programa televisivo Sabe a Chef; aunque para entonces ya era conocido por su trabajo en instalaciones hoteleras locales.
Tiene dos libros publicados con recetas de cocina y en los últimos años se ha convertido en una figura muy mediática, no exenta de polémicas.
En su poco tiempo libre prefiere leer noticias y escuchar música. A pesar de estar rodeado por artistas cubanos, no sabe bailar. “Ni salsa, ni plato fuerte, ni postre”, confiesa entre risas.
“La cocina cubana es sabrosa”
¿Recuerdas la primera vez que cocinaste para muchas personas?
Tuvo que ser en mi infancia, con 8 o 9 años, para que mis padres cuando llegaran del trabajo tuvieran la comida más o menos lista. Ellos fueron mis primeros “clientes”. Cocinaba con la intención de que todo saliera rico.
¿Ves la cocina como un arte o una habilidad que cualquiera puede desarrollar?
El arte y la habilidad van de la mano. Por ejemplo, todo cantante debe tener la habilidad de manejar su voz y, por supuesto, tener talento y una buena garganta. A un chef le pasa igual: debe tener talento para cocinar, mezclar los ingredientes y tener esa estrella que de alguna forma lo ilumina para hacer las cosas con cariño y amor. Eso sucede con cualquier profesión.
¿En qué momento te propones venir a Cuba?
Más que una idea, fue un proyecto que surgió a partir de la crisis en España iniciada en 2008. La cadena para la cual trabajaba me dio tres destinos: República Dominicana, México y Cuba. Elegí este país porque siempre me fascinó. Aquí había estado como turista y me quedé enamorado de la cultura, de la gente y, sobre todo, de las tradiciones culinarias.
¿Dónde empezaste a trabajar?
Llegué primero a Cayo Coco, en Ciego de Ávila, y después a Cayo Guillermo, hasta venir para La Habana, donde tuve la oportunidad de atender a personalidades, mezclarme en el mundo de la cultura y combinar mi cocina con el día a día de la capital. Ahí surgió todo lo que ha pasado.
¿Cuáles son las diferencias entre la cocina cubana y la española?
Ambas vienen de nuestras abuelas y las diferencias son pocas. Algunos productos se mezclaron con la cultura africana, la influencia china y de ahí salió esta cocina criolla. Ambas cocinas son similares, pero con un sabor diferente. Tienen su propia marca.
Si ahondas en cada provincia de Cuba, verás que hay una forma de cocinar diferente; pero la raíz viene del mismo árbol. La cocina cubana es sana, bastante equilibrada y sabrosa.
¿Qué plato prefieres?
No podría quedarme con uno solo. Por ejemplo, aquí la forma de cocinar el maíz es magnífica. El tamal es algo peculiar; las frituras de malanga o el arroz congrí, tan rico en proteínas como en carbohidratos. Yo podría vivir de eso, realmente.
¿Eres exquisito a la hora de consumir algún alimento?
No. Yo soy un chef un poco atípico, soy muy conformista con la comida. Sé diferenciar entre comer y alimentarse. Me gusta desde una caldosa hasta un arroz blanco con huevo frito. A mí me pueden invitar a comer a cualquier lugar y soy súper agradecido. El nivel de exigencia lo adapto rápidamente al medio en el que estoy.
¿Cuál es el mayor error que puede cometer un chef?
Un chef puede cometer muchos errores. Vuelvo al mundo de la música: ¿Qué cantante, en algún momento, no ha desafinado una nota? A los cocineros nos pasa igual. Nos podemos pasar con la sal o quedarnos cortos, o que ocurran cosas insalvables.
También influye en la aceptación de tu comida el paladar de quien come, su cultura. Va con la percepción de cada persona.
¿Te han rechazado algún plato?
Sí, me sucedió aquí en La Habana con unos clientes estadounidenses. Querían comer una auténtica paella valenciana. La dirección del hotel decidió hacerla y realmente nos quedó para concurso, riquísima.
A los cinco minutos me dicen que el cliente quería hablar conmigo y pensé que para felicitarme. Pues me dijo que lo había engañado, que la paella no era la original, porque en un famoso restaurante de Nueva York la había comido con chorizos, mariscos, gambas. Le expliqué al señor que realmente el plato no llevaba nada de eso. A lo mejor le hicieron un arroz con cosas.
Ya en un momento de impotencia, le dije: “Usted tenía hoy la oportunidad de comer la paella original valenciana, pero la va a perder y le vamos a ofrecer otro plato”. Esta anécdota la estuve recordando mucho tiempo. Te das cuenta de que a veces la cocina se malinterpreta en muchos lugares.
¿Tu amistad con artistas cubanos llegó a través de la cocina?
Llevo muchos años trabajando en el turismo y relacionándome con personalidades nacionales e internacionales. Siempre he respetado la cultura porque es un pilar de Cuba.
Recuerdo que a los quince días de estar en Cayo Coco conocí a Haila María Mompié. En ese tiempo sonaba en casi todos los hoteles su disco Haila diferente y quise conocerla. A partir de ahí fueron apareciendo otros artistas como Laritza Bacallao, Issac Delgado, Alain Pérez…
Después de conocerlos y tener amistad con ellos es que entraron a mi cocina.
¿Te sientes privilegiado?
Me siento privilegiado y orgulloso de cocinar para personalidades y mostrarles la cultura gastronómica de Cuba. Cuando trabajo para algunas de esas figuras mundiales de la política o las artes, cocino platos típicos cubanos para que conozcan nuestro sabor.
Hablemos de tu programa de televisión, ¿cómo nació la propuesta?
Nació durante la pandemia, jugando con amigos. Publicábamos nuestros videos y tuvimos muy buena reacción de la gente. Estábamos encerrados, aburridos y nos juntábamos, hacíamos un plato, ellos cantaban y yo explicaba lo que podíamos hacer en casa en aquellas condiciones.
En ese momento empecé a interesarme por la cocina televisiva y la historia de Nitza Villapol, Margot Bacallao y otros.
¿Llamarte “Chefarándula” no fue demasiado pretencioso?
Ese nombre nació en mi casa, debatiendo con algunos amigos. A un grupo se le ocurrió decir “Chefarándula” y me pareció atractivo, gracioso. Pero no imaginábamos que aquel juego llegaría a este nivel.
Sé que hay lugares donde la farándula no es muy bien vista y en otros sitios funciona como algo normal, como el movimiento más vanguardista. Todo es según se quiera mirar. A estas alturas es muy difícil que pueda escapar de ese sobrenombre.
Algunos elogian el programa y otros lo rechazan debido a las carencias que vivimos. ¿Cómo lidias con esas opiniones?
Mira, no todos pueden ser admiradores, esa es la verdad. Y también es cierto que estamos atravesando un momento de mucha escasez. Pero siempre he defendido la idea de mantener las tradiciones y no dejarlas perderse.
Hay mucha gente que puede hacer las recetas que proponemos, otras que no y algunos sustituyen los productos por otros. Aquí lo importante, lo que nos interesa como equipo de realización, es que la tradición culinaria cubana no caiga en el olvido.
No buscamos dividir al público ni ofender a nadie, ni que alguien se sienta mal con nosotros, todo lo contrario. La televisión tiene que gustar y ser entretenida, tiene que sacar a las personas, al menos por un momento, de sus problemas personales, laborales.
Por ejemplo, en el “Paquete Semanal” entre los programas más descargados y solicitados por los cubanos están MasterChef y Top Chef. Ahora, ¿por qué un producto nuestro lo vamos a rechazar, solo porque no aparezcan determinados alimentos en las tiendas?
Tu figura también ha generado polémica, algunas muy desagradables. ¿Te arrepientes de lo que ha sucedido?
Es verdad que ha generado polémica. ¿Arrepentirme? No. La verdad es que no podemos hacer todo lo que le gusta a la gente. Pero las muestras de cariño y los mensajes positivos son mayores que las cosas negativas. No me siento atacado, creo que las críticas intentan llegar a otros objetivos que algunos creen que yo represento.
¿Planeas regresar a España o tienes decidido aplatanarte en la isla?
Eso no te lo puedo responder. Siempre he dicho que mi hogar está en Cuba y mi casa en España. Aquí me siento bien, hago lo que puedo para aportar algo a este mundo.
Si me voy mañana o me voy a quedar para siempre, no te lo puedo decir ahora mismo. No sé lo que pasará en el futuro. De momento, me gusta estar en Cuba y siento este país como mi segunda patria.
Realmente su programa lo siento ” empalagoso” para utilizar un término culinario. Es cuestión de gusto. No creo q debería ocupar un espacio estelar en Cubavision.