“El que toma cerveza, vive menos…menos triste, menos amargado, menos aburrido”: Administración. Así recibe al cliente la pizarra de bienvenida en Esto no es un café. Un nuevo espacio en La Habana, donde la creatividad, el doble sentido, la ironía y el humor, tan caros a las artes visuales se vuelcan sobre la culinaria y el servicio gastronómico haciendo de cada plato una obra de arte.
Al cierre de este mayo, mientras La Habana se afanaba en festejar los 30 de su Bienal, abría, sin mucho ruido, un nuevo espacio gastronómico, donde –entre guiños- las artes visuales y culinarias se lanzarían a coquetear sin complejos. Muy pocos se enteraron de la inauguración, que a golpe de video mapping cerró el Callejón del Chorro, pero entre los que no podían faltar Jorge Fernández, director de la Bienal, Nelson Herrera Ysla, su fundador, Margarita González, subdirectora del Wifredo Lam y Juanito Delgado, el curador que en la última edición del evento paralizara el malecón habanero con su catatónica curaduría a Detrás del Muro.
De esa manera, Esto no es un café se dio la bienvenida a sí mismo y a algunos de los protagonistas de la Bienal y sus invitados foráneos al Aniversario 30, en lo que constituye un claro mensaje de iniciación: hasta los gustos del público más exigente serán satisfechos; de manera especial si buscan nuevas experiencias lo mismo en el arte que en la cocina.
En su evidente mirada a lo contemporáneo, tanto gastronómica como plástica, la actuación inaugural sobre la fachada del espacio estuvo a cargo de los mapeadores Marcel Márquez y Mauricio Abad, así como por el chef Israel Gatta, quien se valió de sus ibéricos conocimientos de las espumas y gelatinas de la cocina molecular para presentar nuevas propuestas de texturas y sabores. Más claro, imposible; Esto no es un café pretende ser visto como lo más contemporáneo entre lo contemporáneo, aventurado propósito de quienes inician así su travesía sobre la cuerda floja de la restauración en Cuba. Por si fuera poco, la lógica ubicación de este negocio, en las cercanías de importantes instituciones de la plástica como el Centro de Arte Contemporáneo o el Taller de la Gráfica, exalta su carácter funambulista, al emerger a solo unos metros del recurrente Doña Eutimia, el que podría ser –según Trip Advisor- el mejor de su tipo en el país.
Esto no es un café pretende ser el espacio donde se consume arte, no importa si nace de un pincel, un caldero, la sartén o el lienzo. Es la fusión conceptual y estética en un local donde la visualidad toma sabor, lo mismo desde la apelación gastronómica a piezas y artistas, que en la creación y ambientación de un adelantado restaurante-galería.
De esa manera, el cliente se puede servir de la Latas de sopa Campbell, que apelan al más descarnado y letal pop de Andy Warhol, o sentarse a la espera en la silla recibidor que Juan Carlos Cabalé creó especialmente para el lugar, o sencillamente, no encontrar Lavamanos al entrar al WC, porque ha sido camuflado en la pieza homónima que Odette Calzadilla y Fernando López tallaron sobre el mármol con ese fin utilitario.
Una vez a la mesa, el noviazgo culinaria- artes visuales se hace más evidente y a la hora de leer la carta menú lo común en precios que van desde los ocho hasta los 14 CUC, tropieza con la diferencia en un plato a base de lomo de cerdo asado, servido en La fuente, aquella irreverente propuesta donde el adelantado Marcel Dauchamp convertió un urinario en obra de arte. Otros platos, también han sido pensados, elaborados, servidos e inspirados en piezas paradigmáticas de la historia del arte como el Pollo Pollock (Jackson Pollock), el Tercer Mundo de Lam (Wifredo) o Azul Klein, estofado de cordero y queso azul, inspirado en la reconocida pieza del francés Ives Klein.
Los guiños que allí se establecen con estos y otros platos a determinadas poéticas a partir de la apropiación, la analogía o la comparación, no constituyen simples copias de mercadeo en Esto no es un café, porque a su favor tienen el trabajo de Jenrys Peréz, un chef que apuesta por la cocina de autor, fusionando recetas de la cocina internacional con el sabor de la tradición culinaria en Cuba.
Por eso, el recurrente calificativo funambulista a Esto no es un café; porque no lo es, tampoco un restaurante, un bar, una cafetería o una galería. Es todo o al menos intenta serlo, a partir de un atractivo concepto integrador arte -restauración en el que también abandona los recientes caminos de la cocina fusión, de diseño o autor para incursionar en lo que podríamos comenzar a definir como Restaurante Fusión.
A la medida, le vino a sus creadores la agradable paradoja con que el pintor belga René Magritte jugó con el público en La traición de la imágenes (1929), que a la postre inspirara la identidad visual del espacio. No es lo que ves, sino lo que sientes, lo que crees, lo que imaginas y recuerdas, en fin…lo que saboreas en Esto no es un café… un espacio que pretende ser también su propia obra de arte, donde como los cuerpos en el acto del amor, se fusionen los mundos de la cocina y las artes visuales para que brote sabor en cada pieza nace.
Puertas adentro: un cuadro sobre la mesa, un plato colgado a la pared, un pintor que cocina y el chef que pinta, no importa, si se adereza una instalación o se cocina la nueva performance, todo vale, porque de la libertad del arte se trata y a fin de cuentas, Esto no es un café. Es la cocina del arte.
Por: Roberto Miguel Torres
…Y consumir ahí entre tanta maravilla debe costar los 3 ojos del cuerpo juntos y al mismo tiempo.