La ciudad de Santa Clara me provoca nostalgias. Cada vez que la visito se me aleja más en el tiempo. Disfruté allí gran parte de mis vacaciones durante mi primer cuarto de siglo. Cada madrugada del 1 de agosto iniciaba el viaje por autopista junto a mis padres y hermano. Mi familia materna aún vive allí.
Santa Clara parece detenida en el tiempo. El parque central Leoncio Vidal mantiene su excelencia en la limpieza y tranquilidad; todavía montar chivos es una opción para los más pequeños (¿¡qué niño que visitó o vivió en Santa Clara no montó los carretones halados por chivos que pasean el centro de la ciudad!?; las actividades infantiles durante los carnavales en los últimos días del mes de julio nunca dejaron de motivarme; la Loma del Capiro; el mausoleo del Ché; el cine Camilo Cienfuegos; el campismo Arcoiris, en la periferia de la ciudad, entre otros sitios de interés, continúan devolviéndome los recuerdos.
Tal vez algunos cincuentones difieran con mi opinión. Claro está. La memoria con el paso del tiempo se torna más evocadora. Y es que según cuentan mis tíos, por ejemplo, el parque se llenaba de personas cada domingo por allá por la década del setenta del siglo pasado. Era sacrilegio no ir los fines de semana. Esta tradición aún se mantiene.
Sin embargo, por lo que cuentan, en la actualidad el cine Camilo Cienfuegos, ubicado en los bajos del Hotel Santa Clara Libre, añora aquellas tandas repletas de espectadores. Incluso, “la de los vagos”: la de la una de la tarde. La marquesina propone una película que quizás solo sea devorada por los “cinéfilos hambrientos”.
Hace una semana regresé a la ciudad del burro Perico. Había pasado un año desde mi última visita. Aunque estuve tan solo 3 días y visité nuevos espacios culturales, el ambiente y las tradiciones me han hecho volver a recordar.
Fotos: Del Autor
El Conejito del municipio cienfueguero de Aguada de Pasajeros sirve de descanso a cuanto viajero se traslade por la autopista nacional. Es un punto de referencia para los choferes y las familias que, una vez allí, optan por los servicios gastronómicos del lugar o se cobijan bajo la sombra de algún flamboyán.
Uno de los sitios más visitados por los turistas nacionales y foráneos es la Plaza Ernesto Che Guevara. Allí la estatua del guerrillero se erige ante el tiempo.
Los carnavales infantiles forman parte de las actividades previas a las fiestas de la ciudad. Los carritos locos están, aún, entre mis preferidos. Por cierto, hoy miércoles 25 de julio de 2012 comienzan las actividades.
No recuerdo muy bien el resto de los juguetes. Pero los autos artesanales de la feria del Sandino me parecieron que siempre, por su ubicación, simulaban un estacionamiento polivalente.
Darle la vuelta al parque de Santa Clara “montado en chivito” ha sido siempre una tradición infantil.
Las tardes en la plazuela del Leoncio Vidal han sido testigo de las peripecias de generaciones de santaclareños.
La programación de El Mejunje, uno de los centros culturales alternativos más conocidos en Cuba, se distingue por satisfacer los gustos musicales de sus visitantes. Cada día de la semana está destinado a un género diferente. El viernes, por ejemplo, es el día de la buena suerte. La diversidad se respira entre los muros de las ruinas que encumbran la instalación.
El teatro La Caridad, una de las edificaciones más descollantes de la arquitectura villaclareña, también funciona como una especie de “malecón sin agua”. Cada noche se sientan en sus alrededores cientos de jóvenes para compartir y disfrutar. Y a sus escaleras del lateral derecho donde se sientan con guitarras y botellas de ron a descargar durante la noche, le llaman “El Malecón”.