Para viajar de una orilla a la otra del río Toa, el más caudaloso de Cuba, no se utilizan embarcaciones sofisticadas o de gran calado, se navega sobre balsas construidas con bambú que se impulsan con un largo cayado.
Los habitantes de la localidad Cayo Güin, aproximadamente 2 813 hombres y mujeres y de otras zonas aledañas, son expertos en cruzar en estas balsas de un lado al otro del afluente varias veces al día.
Se cruza para llevar a los niños a la escuela, ir al trabajo, comprar víveres y sobre todo como parte de las Fiestas de las Aguas. Es la manera en que los baracoenses celebran cada verano la fundación de Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa por el Adelantado Diego Velázquez en la lejana fecha del 15 de agosto de 1511.
Entonces se canta, se baila, se intercambian platos típicos que retan al paladar más experimentado, como es el caso de la fruta bomba rellena con cangrejo y leche de coco. Se da la bienvenida a los parientes que se mudaron a otro lugar pero regresan en esta época del año para no perderse la fiesta.
Pero el mayor atractivo de la Fiesta de las Aguas, donde siempre hay espacio para las tradiciones que perviven en Baracoa, es la competencia de balsas de bambú. Lo mejor de todo es que no hay discriminación de edad ni de sexo. Tanto mujeres como hombres alistan desde hace diez años sus “embarcaciones” con el deseo de vencer la prueba.
Cruzar el Toa puede ser una empresa ardua, sobre todo para quien no esté acostumbrado a este tipo de ejercicio. Pero los que nacieron en Cayo Güin y sus alrededores le conocen al río sus secretos y sus majaderías. Cruzando el río se les ha caído un diente, han enamorado a una muchacha o han sentido la alegría de nacer ahí, pegados a la naturaleza.