He atravesado el mar, he subido río arriba, he visto las montañas de la Isla de Pinos. Nadie quiere llamarle de otro modo. Uno se olvida, tanta veces, que vive en un archipiélago. En la calle principal, un enorme sombrero de papel me reverencia. El saludo me deja perplejo:
—Bienvenidos los que llegan de Cuba.
Uno se olvida, pero la otra isla sigue colgada al sur, navegando a contracorriente. “Una isla es un drama geográfico”, dijo Dulce María Loynaz. Dijo bien.
A Paco Mir (1953-1998) se le fue la vida muy pronto, se le fue yendo trágicamente; pero una isla no puede dejar morir asu poeta. Nació en Banes, pero vino a quedarse para siempre en estos lares. Un concurso literario lleva su nombre, y por eso estoy aquí.
En la hermosa casa de la UNEAC, las presentaciones y los abrazos: Taboada, Nelton, Garcés, Fonseca, Prendes… que es decir verso, teatro, ensayo, narrativa, imagen. El salitre brilla en sus ojos.
Aquí hay gente de todas partes del país; pero la historia de la Juventud, el rebautismo de la ínsula, se ha desangrado.
Nos vamos a La Victoria. La carretera se alarga, el marabú le gana al pino. Ni una toronja. El actor Israel Llevat sacude sus setenta años para regalarnos un drama familiar en la Casa de la Cultura.
Este es el terruño de Ubre Blanca, aquella vaca recordista mundial que ya nadie recuerda. Nos llegamosa la modesta, modestísima casa de Paco Mir. El pecho se aprieta, isla adentro. Es hora de seguir. Leo versos a la orilla de un embalse: el aire se vuelve dulce.
Se abre a la pequeña comitiva, la vivienda del catalán José María Sardá. Finca El Abra, aún habitada por sus descendientes. Aquí, el joven José Martí buscó aliviar las llagas del presidio político en el ya lejano 1870. Dos meses de sanación antes del destierro a España.
Es una casa extrañamente hermosa, con granero en la parte superior. He pisado el umbral de la habitación de Martí. Los ladrillos llevan la marca del tiempo. Un reloj de sol da la hora. Una ceiba gigante quiere abrazarlo todo.
Me hubiera gustado ver el crucifijo que el héroe adolescente regalara a Trinidad Valdés —esposa de Sardá—, en agradecimiento.
En silencio, penetro a las galeras circulares del Presidio Modelo, a imagen y semejanza de la cárcel de Jolliet, Estados Unidos. Una torre central de vigilancia al centro. La mole de cemento y metal, aplasta. Los peldaños de mármol van gastados. Grito en el “comedor de los tres mil silencios”. Grito, ahora que se puede.
El Presidio Modelo —con la ironía de su nombre—, hizo que Pablo de la Torriente Brau nombrara a este lugar “La isla de los 500 asesinatos”. Fue en la isla, no fue la isla. Sobreviene la instantánea inevitable en la celda donde estuvo Fidel; en la escalinata donde fueron liberados los asaltantes al Cuartel Moncada en 1955. A mi lado, Sergio Cevedo, Premio Alejo Carpentier de cuento.
El auto dobla rumbo a las arenas negras de la playa Bibijagua. El agua hierve sobre mi piel. El marañón silvestre nos entrega su aroma.
Las lecturas, las tertulias, nos traen voces de todos los tonos. Tengo mil preguntas. Noche de isla. Leo mis poemas cinematográficos al lado de Alberto Marrero, último Premio Nicolás Guillén de Poesía.
La isla camina conmigo desde la iglesia hasta el parque de las cotorras. No hay cotorras. A la vera de un pequeño malecón, el histórico barco El Pinero —lo que queda— se extiende en tierra firme, como dinosaurio apacentado. Voy más allá. Alguien me regala un adoquín de mármol de su calle principal. Aquí todo es de mármol.
Las bicicletas surcan las calles de Nueva Gerona. Otra vez tengo la reverencia del hombre del sombrero, el bailarín Evelio González Carbonell posa para mí: un pie en el cielo y otro en su tierra.
Es la hora de los premios. Hubiera podido faltar, ya he sido premiado. El joven Yordan Rey gana en literatura infantil con “El caserón de la curva”. Ha sido mi compañero de viajes, y lo tomo como propio.
Habrá poesía y trova en un parque de Gerona. El almirante Cristóforo Colombo “descubrió” esta isla, el 13 de junio de 1494. Lo veo inscrito en la piedra, y no lo creo. Que extraño lazo: ese mismo día, cinco siglos después, nací yo.
Domingo. Amanece. Es la despedida. Me hubiera gustado ver los muñecos de Pantoja, su carreta; las pictografías en las cuevas de Punta del Este; la comunidad de Cocodrilo, antigua Jacksonville. Tendré que regresar. El catamarán, construido en los astilleros de Santiago de Cuba, avanza rumbo a la isla grande, rumbo a Cuba.
La embarcación está herméticamente cerrada, sin aire acondicionado. Veo una niña sofocada. Ardo. La hidromoza queda impasible; los agentes de seguridad, inmersos en sus normativas. La rutina sigue. No se abre una sola puerta. ¿Será habitual?
Son tres horas feas sobre un mar hermoso.
Desde el ómnibus que me devuelve a La Habana, asoma el rostro terroso, mortecino, de Batabanó.
Siguanea, La Evangelista, Reina Amalia, Isla del Tesoro, Isla de Pinos, Isla de la Juventud, Municipio Especial. Simplemente, La Isla, que me entra por los poros. Nadie me arranca el drama de Paco Mir, la luz del poeta:
Mañana seré árbol, lo estoy avisando
los pájaros harán nido en mis hombros
y en el íntimo follaje crecerá desde la conciencia.
Mañana seré árbol, lo estoy avisando.
QUE BELLA NARRACION,ES UN ARTICULO BIEN ESCRITO
Bello…. sabes Reinaldo? Yo tambien le he escrito a Santiago, ciudad que cada año me abre los brazos.. es preciosa tu ciudad, no como la mia pero si es preciosa.. Gracias por tenerla presente en este articulo…..
Bellísimo. Con tu narración-crónica-reportaje (y otros géneros por venir) ya estuve en la Isla que no he pisado nunca. Hermoso, de verdad. Salud.
Mi comentario saliò volando para Facebook. No sè si es que querìa compartirse con mis otros amigos.
Ydecìa que me llevaste contigo . Y entre lo bello y lo feo; lo triste y lo nostàlgico, asì con esa profundidad como sabes decir , casi con simplicidad, vuelvo a admirarte no sòlo por el destacadisimo periodista, sino por el gran Poeta que Eres. Pero me asustè de pronto. Era como la presencia negativa de aquel Castel que conocì por Pablo…,espìritu del mal de aquel tristemente cèlebre Presidio “Modelo”, y que estuviera merodeando …Yo irè fìsicamente con dos santiagueros que allì hicieron historia no solo en la radio , ganando tantos premios de Festivales y mucho màs. Pero antes pasarè por la Virgende Regla a pedirle muchas cosas buenas . Entre ellas que los turistas ,que seguramente cada vez seràn màs, se lleven la mejor impresiòn de la Isla de la Juventud, del Festival de las Toronjas, donde jòvenes de todo el mundo se albergaron para participar en el Xl Festival de la Juventud y los estudiantes… que les lleve a saber que ese pedazo de Cuba ha sido escenario de tanta historia y RENAZCA como gran complejo cultural , por què no?
Yo soy una cubana llena de esperanzas. Te abrazo y te agradezco siempre, mi Rey!
buej compay, ya casi que me he acostumbrado a emocionarme cada vez que
leo algo tuyo, ahora por acá, uno tan lejos dé allá, asume el riesgo
de la ausencia y casi siente los marañones y los ruidos de prisiones,
el arrullo en Bibijagua, me emocioné solo de oirte mencionar a
Fonseca, amigo de Espino Fernandez de los años 70, de esa travesía que
hice tantas a veces a aquellos Festivales de la Toronja, ahora sin
ellas, de aquel Festival de la Nueva Trova del 84, nada compadre, un
poco mas y casi vengo de regreso en ese encierro de “catamarán
santiaguero” inexplicable, hasta el Batabanó reseco y olvidado al lado
tuyo, con tu verso y con tu infinita amistad, gracias hermano por este
regalo un fuerte abrazo….
Aquiles
Consuelo me leyó tu bello escrito y tan conmovedor que como un bálsamo nostalgico entró en mi alma y lo volvi a leer. Tan bello y tan sencillo que hizo decir entre mi mismo “no! Yo no soy poeta. Este si lo es que como un arbol que quiere ser, trae su medula desde las raices de la tierra para producir por las ramas nuevas hojas y nuevas flores y frutos otorgando asílo a los necesitados de apoyo”. Abrazos.
Desde lo literario: buena narración que logra el vínculo afectivo con la información que finalmente a mi parecer resulta edulcorada. La Isla es de las regiones mas abandonadas en la situación actual. Desde el último ciclón carecen de cine ( por señalar un simple ejemplo) y las carencias de la rutina doméstica se multiplican en relación a otras zonas de nuestro país; le faltó realismo a la narración
Hoy volvi a la Isla, senti el olor de sus campos de toronja, lástima que ya no tengan los frutos que eran muy abundantes en los años maravillosos que alli pasé, me dejé llevar por las calles de Gerona, disfruté de las negras arenas de la playa Bibijagua. Gracias por esa narración con la que reviví tantos lindos recuerdos.
María, disculpa, yo creo que tu no te has leído bien la crónica. Anda anímate y échale otra ojeda y verás como los puntos críticos están junto con la poesía, es más, están dichos con poesía. Hay que tener mucho para justipreciar y decir como al paso, como cuando dice; Ni una toronja, o, pero la historia de la Juventud, el rebautismo de la ínsula, se ha desangrado, o, Tres horas feas sobre un mar hermoso. Hay más. Son pocas palabras, frases que resumen mucho. Solo que tal vez no estés acostumbrada, o ya, no sepas ver la belleza o la poesía, agobiada con tantas dificultades
Ay, Isla, con el deambular de hombres y mujeres, manifiesta complicidad de sexo y amor en las esquinas, en los parques, en una cama limpia y fresca entre los viejos ventanales, entre columnas que una vez ensuciamos con zapatos llenos de polvo y cansancio
Ay, Isla, que todo te provoca desvelo y ansias en el Alma
Nada ni nadie podrá cambiar ese destino de pineros y de aquellos que adoptaron la pineridad por cuestión de principios y entrega, por sembrar aquí un árbol, quizás un libro, una buena clase o un hermoso edificio, por tener aquí nuestros hijos que sí se marcan pineros, aún cuando muchos sigan a Industriales, Matanzas o Santiago, aún cuando emigren a otras calles lejanas.
Ay, Isla, repito, con dolores en el alma y alegrías compensatoria del extraño misterio de mirar siempre el mar por los cuatro puntos cardinales y saber que ese mar envuelve siempre a toda la geografía cubana,
Geografía que nos “sabe” y que “olemos” diferente cuando de aquí zarpamos, o volamos, por una razón u otra.
Ay, Isla, cuando nos vamos, siempre pensamos en el regreso, aún cuando el tiempo y sus avatares indescifrables, muchas veces alarguen la intención.
ya creia yo desde q leo tus textos en el talento q tienes para llegar a los sentimientos ajenos, pero leerte así tocando con tus letras cada parte d mi bella isla me conmueve en demasía… q poder el del poeta q poder q tienes buen escribano