Cuando el hombre llegó aquí lo hizo con un hacha tumbando caobas y robles. Desde el siglo XVI hasta bien entrado el XX el extremo oriental de la Sierra del Rosario sufrió el filo de la ambición. No obstante, ni más de tres centurias de constante cercenar exterminaron la belleza natural que ofrece la localidad.
En 1968 se fundó la Comunidad Las Terrazas. La mayoría de los campesinos dejó su casa de palma y guano, pero también entregó sus tierras al Estado. Ahora viven en apartamentos que habitan por generaciones pero que legalmente no les pertenecen. El negocio de los aserraderos lo controlan militares.
Desde que en 1985 la Sierra del Rosario fue declarada Reserva de la Biosfera, los pobladores trabajan mayormente en los servicios e instalaciones turísticas locales. La “comunidad de las escaleras” fue cuna de Polo Montañez y hoy conserva como museo la casa donde el músico vivió sus últimos años.
La proximidad al río San Juan y a las ruinas de siete cafetales franceses establecidos a inicios del siglo XVIII, aumenta los atractivos de la zona. Caracterizada por los colores azul y naranja en sus edificios –está proscrito cambiarlos en puertas y ventanas– Las Terrazas se rodea de un cortejo eterno entre nubes y lomas.