En otro monumento a la criptología y el arte del no decir, la Comisión del deporte y el INDER en la Isla de la Juventud informó mediante una nota que el internacional Wilber Pérez, principal lanzador de Isla de la Juventud y veterano del III Clásico Mundial, fue suspendido por un año de toda actividad vinculada a la pelota por conducta antideportiva.
Pero el enunciado nunca precisó en qué consistió su indisciplina, y los aficionados se preguntaron qué pudo haber hecho el zurdo pinero para merecer semejante castigo. A juzgar por los referentes más cercanos, bien pudo haberle caído a batazos a un ampaya, haberse bajado los pantalones en el Cristóbal Labra o haberse sentado en el box…
Según el texto circulado y amplificado, Wilber tuvo una “desacertada actuación”, que “dañó la imagen de su equipo y el mejor desarrollo del espectáculo”, al tiempo que afectó la posibilidad de que los Piratas mejoraran su resultado del pasado año.
OnCuba se comunicó con autoridades deportivas de Isla de la Juventud para saber qué hizo el pitcher de 37 años de edad y 13 temporadas. En buen cubano, Wilber tiró a mondongo el partido que la Isla perdió 4×17 ante Industriales. Comenzó a tirar globos sin hacer el wind-up, y a pedir que lo relevaran porque le dolía el brazo. Luego, en el banco, protagonizó una áspera discusión con el manager Armando Johnson,
Según fuentes cercanas al equipo, todo comenzó por un error defensivo que sacó de juego a un Wilber ya bastante ido de pitcheo. Johnson recriminó a Wilber por su actitud, pero el lanzador replicó que él no era el único culpable. Lo cierto es que en 3,2 entradas le hicieron 6 carreras, le pegaron 6 hits, ponchó a uno y regaló 7 bases por bola, la mayoría de ellas a propósito.
Así acabó para Wilber esta campaña con más culebrones que de costumbre. El zurdo trabajó finalmente en 21 juegos, abrió 20, ganó 7 y perdió 8, con un promedio de 4,86 carreras limpias, 58 ponches y 68 boletos. Esta separación quizás sea definitiva, dada su edad, así que podría acabar su carrera sin llegar a las 100 victorias, pues tiene foja de 95-94.
Más allá de este (otro) incidente que ratifica el patético estado de la pelota cubana, la asignatura pendiente vuelve a ser la transparencia. Pasan las cosas y no se dicen cómo pasaron, dando pie al rumor y la especulación estéril. Si no hubieran televisado el nefasto partido entre Matanzas y Villa Clara del pasado 17 de febrero, sabe Dios qué nos hubieran dicho, con qué eufemismo hubieran descrito a Demys Valdés agrediendo a batazos a Freddy Asiel Álvarez, y desfigurándole el rostro a Ramón Lunar.
No es la primera vez que pasa algo así, y no solo en materia de béisbol. Muchos aún se preguntan qué quería decir la UNEAC con aquella declaración de 2007, en la cual se pronunciaban sobre cierta “justa indignación de un grupo de intelectuales”, sin precisar por qué razón estaban indignados, y mucho menos sin mencionar que en la Cuba virtual se libraba entonces la llamada guerrita de los e-mails.
Pero esa es otra historia. Al menos ahora supimos qué hizo, mejor dicho, qué no hizo Wilber Pérez: respetar a su afición. Quizás se dijo “si otros no la respetan… ¿por qué habría de hacerlo yo?”
definitivamente mas honesto q objetivo
FELICITACIONES,SON USTEDES MAS CLAROS QUE TODA LA PRENSA OFICIALISTA,QUE SIGUE PADECIENDO EL SECRETISMO