Evelio Fuentes sigue trabajando en Tele Mayabeque, en la provincia de igual nombre, bien cerquita de la Habana. Cuando comenzó en la Televisión local sólo tenía la experiencia de editar fotos de quinceañeras y otros cumpleaños. También se mantenía activo en las áreas deportivas de San José de las Lajas, porque entonces ejercía lo que había estudiado: licenciatura en Cultura Física.
Doy fe de la destreza de Evelio como editor y a la vista saltan sus cualidades como director de programas. Pero, es más que un hombre vinculado a los medios. Su inquietud por “comunicarse” con medio mundo le viene desde muy joven.
Este muchacho se interesó un día por ver cómo un amigo se comunicaba con su familia a través de un medio nada convencional:
“Estábamos en Alquizar y de pronto veo a un amigo que empieza a sacar un cablerío enorme y empieza a hablar con Santa Cruz del Norte. Desde ese momento la curiosidad se convirtió en un hobby que me envolvió la vida”.
Desde hace 11 años tiene la licencia de Radioaficionado, luego de pasar todos los exámenes que se requieren para ello.
“Pero desde antes de tener la licencia yo trasteaba radios viejos y me ponía a inventar, porque esa es la esencia de ser radioaficionado, una especie de innovación constante.”
En el lugar donde tiene su radio instalada —su cuarto en un edificio del reparto Vostok, en San José de las Lajas—, Evelio tiene un millón de amigos, porque cuando uno lanza su señal quien la recepciona puede responder.
Evelio se ríe con facilidad, es alegre por naturaleza y muy dispuesto. Esta disposición le ha hecho ganar hasta medallas.
“Como mismo nosotros nos vamos para cualquier sitio que nos necesiten cuando hay ciclones, porque eso no es obligado ciertamente es nuestro deber ciudadano, las Fuerzas Armadas también nos han pedido contribución en ejercicios militares. Ellos tienen personas preparadas para esos fines, pero un radioaficionado tiene el entrenamiento constante. Por eso una vez me fui para una maniobra. Estuve 7 días con un grupo de tropas especiales, hice lo mismo que hicieron ellos—es verdad que yo tenía más entrenamiento en lo de atender la radio, pero no en el ajetreo—de todas maneras me enmascaré, me arrastré, corrí… todo con el mismo peso que ellos más la tarequera de los radios, y se ponía fea la cosa porque cuando había que pasar un río ellos podían bucear, pero yo no podía mojar los radios, en fin, fue una experiencia única. Y como a los 4 días de haber terminado la maniobra y habernos felicitado porque todo quedó muy bien me comunican en la casa que debía presentarme porque me harían entrega de una medalla por “destacado en la producción y defensa”
Terminando este parlamento se activó la planta. Recibió comunicación de Carmita que le decía de hacer un grupo para tomar batido, así se autoinvitó “Bala Perdida” que entró en ese momento en la frecuencia y fue como si de pronto, en aquella habitación donde únicamente éramos tres personas aparecieran otras tantas que sólo con sus siglas de identificación al aire quedaron registrados como “amigos”.
Muchas son las anécdotas de este radioaficionado. Pero sobre todo recuerda aquella del ciclón:
“Entonces cuando llego a esos lugares apartados en la geografía, con un ciclón casi atrás de uno, y empiezo a instalar cables y a hacer pruebas a ver si se escucha, la gente empieza a acercarse. Imagínate son lugares que no tienen teléfono ni televisión ni radio. Nada. Cuando armo la planta y empiezo a comunicarme todo el mundo me mira con una cara de asombro y sin quitarle los ojos de arriba al aparatito dicen ¡Pero si eso habla con La Habana!”
Vuelve a interrumpirnos el sonido de la planta de radio. Evelio la atiende: “CM3BK, venga…”
Me quedé con deseos de leer más sobre su historia. Mientras me parece buena la idea de no hacer artículos vacíos tamaño Juventud Rebelde o Trabajadores, creo que si deberian de argumentar un poco más, a esta historia le falta el cierre.