Diez personas, entre ellas cinco prófugos rusos, han sido acusadas por una ola de ataques que infectaron a miles de computadoras en todo el mundo y provocaron pérdidas de más de 100 millones de dólares, informaron el jueves autoridades estadounidenses y europeas.
Los virus cibernéticos permitieron a criminales en Europa del Este infiltrar computadoras y retirar dinero de las cuentas bancarias de las víctimas, y el asalto afectó a compañías e instituciones de todo tipo en Estados Unidos.
Entre ellas había un bufete de abogados de Washington, una iglesia de Texas, una mueblería de California, un casino de Mississippi y una compañía de asfaltado de Pensilvania.
Varios de los procesados serán enjuiciados en Europa, y cinco son rusos que están prófugos.
Un onceavo miembro del complot fue extraditado a Estados Unidos desde Bulgaria en el 2016 y el mes pasado se declaró culpable en un caso relacionado en un tribunal en Pittsburgh, donde el caso más reciente fue introducido.
Si bien el Departamento de Justicia de Estados Unidos ha iniciado múltiples procesos por ataques con malware en años recientes, este caso se destaca por el grado de cooperación internacional que conllevó, explicó Scott Brady, fiscal federal en Pittsburgh.
Las autoridades estadounidenses no pidieron de inmediato la extradición de los 10 acusados. La extradición es un proceso engorroso que puede tardar años, incluso en países que cuentan con ese tipo de tratado con Estados Unidos. En lugar de ellos, compartieron las evidencias con sus contrapartes europeos de tal manera que permitieron a las autoridades de Ucrania, Moldavia y Georgia iniciar procesos en los países donde viven los señalados.
“Es un cambio del paradigma en cuanto a la manera de procesar a cibercriminales”, dijo Brady en entrevista con The Associated Press antes de una conferencia de prensa en La Haya con representantes de seis países.
Las redes criminales cibernéticas “se vuelven más susceptibles” cuando las autoridades de diferentes países cooperan, declaró en esa conferencia de prensa Robert Jones, agente del FBI en Pittsburgh. “La cooperación internacional ya no es una mera cortesía, es un imperativo”, añadió.
Otros funcionarios coincidieron en que esa estrategia es ahora la vanguardia en la lucha contra la piratería cibernética.