El pasado 30 de septiembre la Organización Mundial de la Salud (OMS) dijo que se están produciendo alrededor del mundo “muchos brotes de cólera”. Se trata de una enfermedad que tiene relación directa con la pobreza y que puede matar a alguien en cuestión de horas si no se trata rápidamente. “No es solo que tenemos más brotes, sino que los brotes en sí mismos son más grandes y más mortales”, dijo Philippe Barboza, quien dirige la sección de Cólera y Enfermedades Diarreicas Epidémicas de la OMS. “La tasa de letalidad promedio reportada casi se ha triplicado en comparación con los cinco años anteriores… En África, donde tenemos más datos disponibles, la tasa de letalidad llegó al 3%”, destacó el funcionario.
Uno de los episodios más graves está ocurriendo en Siria, donde el Ministerio de Salud (MoH) declaró oficialmente el brote el 10 de septiembre del 2022, con la mayoría de los casos notificados en las gobernaciones de Alepo, Deir-ez-Zor, Ar-Raqqa y Al-Hasakeh. Entre el 25 de agosto y el 23 de septiembre se notificaron un total de 5973 casos sospechosos en 9 de las 14 gobernaciones de del país. La mayoría de los casos se notificaron en Deir-er-Zor (3331 casos, 55.76%), Alepo (1336 casos, 22.36%), Ar-Raqqa (753 casos, 12.6%) y Al Hasakeh (465 casos, 7.78%). Hasta el momento se han reportado un total de 36 muertes asociadas a la enfermedad, 20 en Alepo, 12 en Deir-er-Zor, 3 en Ar-Raqqa y 1 en Al Hasakeh. Así mismo, se cultivaron 228 muestras de heces y 98 (43%) dieron positivo para Vibrio cholera, serotipo Ogawa, mientras que de un total de 787 muestra analizadas con pruebas de diagnóstico rápido (RDT) 364 (46%) fueron positivas. Por sexos, el femenino está ligeramente más afectado con un 52% del total de casos y, aunque todos los grupos de edades se han visto perjudicados, los menores de 10 años, con un 34.8%, es el rango etario que presentó el mayor número de pacientes.
Precisamente los niños son una de las mayores preocupaciones en medio de esta compleja situación. Miles de menores al este y al norte de la nación corren riesgo de enfermar a causa del brote que se propaga rápidamente y tiene entre sus causas la escasez de agua, la que a su vez se relaciona con el cambio climático, el conflicto armado y el uso del agua contaminada. El río Éufrates, principal fuente del vital líquido, está experimentando niveles de flujo bajos históricos, debido a la peor sequía que ha afectado al país en décadas. Además, las aguas residuales de las comunidades ubicadas a lo largo de su orilla terminan en él, lo que aumenta el riesgo de que se propague la enfermedad. Todo esto en un país donde casis la mitad de la población depende de fuentes de agua inseguras para satisfacer o complementar sus necesidades y donde el 31% de las instalaciones de salud, y el 40% de los sistemas de agua ya no funcionan, luego de una década de guerra.
Al respecto, Beat Rohr, director nacional interino de Save the Children dijo: “Estamos frente a un gran brote… que ya está exacerbando las necesidades de protección de los niños en toda Siria, lo que aumenta su sufrimiento. Los niños que tienen familiares adultos y cuidadores que se enferman… son particularmente vulnerables. Una mayor interrupción de la educación de los niños es otra preocupación en esta crisis…” Todo esto porque la actual situación sanitaria coincide con el inicio del curso escolar, poniendo tanto la salud como la educación de los niños en riesgo.
Adicionalmente, los temores crecen a medida que nuevos casos se extienden a campamentos abarrotados en Idlib, al noroeste del país. Mohamed El Asfar, un trabajador de salud de la ONG Islamic Rilief, comentaba: “Estos campamentos están enormemente empobrecidos y densamente poblados, con sistemas de alcantarillado deficientes y fuentes de agua inseguras que pueden contaminarse fácilmente. La infección en los campamentos podría provocar un brete masivo que será imposible contener”. De ahí que la OMS pronostique que los casos de la enfermedad podrían alcanzar casi medio millón si no se contiene rápidamente.
Lo anterior también representa un riesgo considerable para los países vecinos dado los flujos constantes de desplazados internos y refugiados por la violencia. En este contexto, el funcionario de la OMS advirtió que en el sudeste de Asia, en particular en Afganistán, Bangladesh, Pakistán y Nepal se observa una propagación alarmante de cólera. Lo mismo ocurre en Irán e Irak, así como en África, sobre todo en Nigeria, Níger, Somalia y Etiopía. No solo la guerra y la pobreza, el cambio climático también se ha convertido en un factor agravante porque “eventos climáticos extremos”, como inundaciones, ciclones o sequías, reducen el acceso al agua apta para el consumo.
Según la OMS, el cólera es una enfermedad causada por la ingestión de alimentos o agua contaminados con el bacilo Vibrio cholerae, que sigue siendo una amenaza mundial para la salud pública y un indicador de inequidad y falta de desarrollo social. Se trata de una patología extremadamente virulenta, en la que la aparición de los síntomas puede demorar entre 12 horas y 5 días después de la ingestión de los alimentos y el agua contaminada. Aunque un número importante de personas no presentan síntomas, la bacteria está presente en sus heces de 1 a 10 días con el consiguiente riesgo de infectar a otros. La mayoría de los casos sintomáticos se clasifican como leves o moderados y solo una minoría presenta “diarrea acuosa aguda” con deshidratación grave, pero esta puede ser letal si no se trata a tiempo, especialmente, en los grupos más vulnerables: niños, ancianos, inmunodeprimidos, pacientes con otras patologías… La mayoría de los enfermos pueden tratarse de manera satisfactoria con sales de rehidratación oral (SRO), mientras que los casos graves corren riesgo de choque y necesitan la administración rápida de líquidos intravenosos y antibióticos.
Actualmente existen tres vacunas anticoléricas orales precalificadas por la OMS, las cuales requieren de dos dosis para lograr una protección plena. Dos de ellas, ShancholTM y Euvichol-Plus son las que se encuentras disponibles para las campañas de vacunación masiva a través de la reserva mundial de vacunas anticoléricas orales con el apoyo de Gavi, la Alianza para las Vacunas. Según “Vacunas contra el cólera: documentos de posición de la OMS, agosto 2017”, estas “deben utilizarse en zonas de cólera endémico, en crisis humanitarias con alto riesgo de cólera y durante los brote de cólera y siempre en conjunción con otras estrategias de prevención y control”. Sin embargo, de acuerdo a lo informado por Barboza en Ginebra, actualmente las reservas de estas “son muy limitadas” y los pocos millones de dosis que se tienen serán utilizadas para intentar controlar la emergencia actual. “No tenemos suficientes vacunas para responder a brotes agudos y menos aún para poner en marcha campañas de vacunación preventiva lo que sería una manera de reducir los riesgos”, se lamentó el experto. Todo esto podría parecer lejano a la realidad cubana y caribeña, pero no lo es. Vivimos en un mundo interconectado y, lo que es más importante, en la misma franja geográfica que Siria. De hecho, desde año 1833, cuando esta enfermedad entró al país por primera vez cobrando más de 30 mil vidas, Cuba ha padecido varias epidemias.
Por otro lado, el 4 de octubre, se declaró un brote de cólera en la capital de la vecina Haití. Específicamente, las zonas afectadas son Cité Soleil y Carrefour Feuille, “que están enteramente controladas por bandas y donde desde el pasado agosto se registran choques que han desplazado a miles de personas”. Todo ello complica “la respuesta humanitaria”, según afirmó Christian Lindmeier, portavoz de la OMS. La última epidemia de la enfermedad en la nación antillana ocurrió en el 2012 y se llevó la vida de casi 10 mil personas luego del gran terremoto que asoló a ese país. Actualmente, ya se contabilizan 8 muertos y los expertos creen que los primeros casos no fueran detectados debido a la difícil situación que atraviesa su capital, caracterizada por bloqueos, escasez de combustible, marchas de protestas y huelgas generales. Tendremos que estar muy atentos a lo que sucede en esa nación, no solo por la cercanía geográfica sino por los contantes flujos de personas entre los dos países.