El pasado 27 de mayo el multipremiado cantante español Alejandro Sanz disparó las alarmas al escribir en su cuenta en Twitter: “No estoy bien. No sé si esto sirve de algo pero quiero decirlo. Estoy triste y cansado… Estoy trabajando para que se me pase… Sé que hay gente que se siente así. Si te sirve, yo me siento igual”.
Se especula que problemas económicos, una demanda legal y la posibilidad de tener que vender su casa sean la causa de la depresión de Sanz.
El caso del cantautor español no es único. El 11 de agosto de 2014 encontraban muerto, como consecuencia de un suicidio por asfixia, al famoso comediante estadounidense Robin Williams. El hombre que había hecho sonreír a millones de personas en el mundo sucumbía como consecuencia de una depresión secundaria a una demencia por cuerpos de Lewy1.
Cincuenta años antes, el 2 de julio de 1961, fallecía también víctima de un suicidio Ernest Hemingway. El día anterior había regresado de la clínica Mayo, donde recibió electrochoques, luego de su tercer intento de quitarse la vida en menos de un año. Hemingway padecía, entre otros trastornos, de depresión.
Los ejemplos anteriores demuestran que ni la fama, el dinero o el prestigio nos libran de una de las enfermedades más extendidas entre la población mundial: la depresión.
Depresión: ¿Qué es y cuáles son sus tipos?
La depresión, también llamada “depresión clínica” o “trastorno depresivo mayor”, es, según el Instituto Nacional de Salud Mental de los Estados Unidos, una enfermedad. No debe confundirse con momentos transitorios de tristeza que todos padecemos eventualmente. La depresión puede causar síntomas graves como un estado de persistente de tristeza, ansiedad o “vacío”, que se acompaña de sentimientos de desesperanza, culpabilidad, inutilidad o impotencia.
Además, puede haber irritabilidad, inquietud o dificultad para tranquilizarse, pérdida de interés en actividades que alguna vez fueron placenteras, incluido el sexo, y disminución de la energía, entre otros que afectan cómo se siente, piensa y coordina actividades diarias —dormir, comer o trabajar— quien la padece.
Puede afectar a cualquier persona, sin importar edad, color de la piel, ingresos, cultura o nivel educativo. Esta entidad clínica puede ocurrir de forma simultánea a otros trastornos mentales y enfermedades orgánicas.
Por ejemplo, 1 de cada 3 pacientes con diabetes sufre de depresión y el riesgo de padecer la patología es dos veces más frecuente entre ellos que en la población general. Por otro lado, la depresión severa ocurre en una de cada cuatro personas con cáncer y dificulta que la persona funcione y siga los planes de tratamiento. Finalmente, cardiopatía y depresión también van de la mano, de ahí que sea muy probable sufrir de esta enfermedad luego de un infarto, del mismo modo que las personas que se deprimen tienen más riesgo de padecer una cardiopatía.
Por otro lado, padecer esas enfermedades pueden agravar el cuadro depresivo.
¿Cuáles son los diferentes tipos de depresión?
Dos de los tipos más frecuentes de depresión son:
- Depresión mayor: el paciente presenta síntomas de depresión la mayor parte del tiempo durante, por lo menos, dos semanas. Los síntomas interfieren en la capacidad para trabajar, dormir, estudiar y comer.
- Trastorno depresivo persistente (también conocido como distimia): a menudo incluye síntomas menos graves pero más duraderos, que generalmente se hacen presentes por lo menos durante dos años.
Otras formas de depresión incluyen las siguientes:
- Depresión perinatal (también llamada depresión posparto): ocurre cuando una mujer sufre de depresión mayor durante el embarazo o después del parto.
- Trastorno afectivo estacional: aparece y desaparece con las estaciones del año, y por lo general empieza a finales del otoño o principios del invierno y desaparece en la primavera y el verano.
- Depresión con síntomas de psicosis: forma grave de depresión en la que una persona muestra síntomas como tener creencias falsas fijas y perturbadoras (delirios) o escuchar o ver cosas que otros no pueden oír o ver (alucinaciones).
Las personas con diagnóstico de trastorno bipolar (anteriormente llamado depresión maníaca o enfermedad maníaco depresiva) también sufren de depresión.
Nadie está “blindado” contra la enfermedad. Sin embargo, según la OMS, quienes han vivido abusos, pérdidas graves u otros eventos estresantes tienen más probabilidades de sufrirla.
De manera general, se estima que el 3,8 % de la población experimenta depresión en algún momento de su vida. Esto incluye al 5% de los adultos (4 % entre los hombres y 6 % entre las mujeres) y al 5,7 % de los adultos mayores de 60 años. Esto representa, a escala mundial, aproximadamente 280 millones de personas.
Por otro lado, la depresión es aproximadamente un 50 % más frecuente entre las mujeres que entre los hombres. Se estima que del 10 % al 15% de las embarazadas y de las mujeres que acaban de dar a luz experimentan depresión postparto. El padecimiento se diferencia de la llamada tristeza posparto o baby blue, que se considera normal siempre que desaparezca en las primeras dos semanas. Si los síntomas se mantienen e interfieren en las actividades diarias estaríamos en presencia de la depresión posparto. Un porcientaje mucho menor de los casos desarrollarían psicosis postparto, una enfermedad metal grave que podría poner la vida de la madre en peligro.
¿Qué causa la depresión?
La causa exacta de la depresión es desconocida. Se sabe, no obstante, que una serie de factores predisponen a esta entidad, entre ellos están:
- Tendencia familiar (factor hereditario).
- Acontecimientos que provocan alteraciones emocionales, en especial las pérdidas.
- Fluctuación hormonal entre personas del sexo femenino.
- Ciertas enfermedades, en especial aquellas que causan dolor crónico como la fibromialgia, la lumbalgia crónica y la artrosis. También se relaciona con enfermedad de Párkinson, el Alzheimer, el cáncer, la diabetes, dolencias coronarias, epilepsia, esclerosis múltiple, lupus eritematoso, entre otras.
- Efectos secundarios de algunos fármacos, entre ellos tenemos: betabloqueadores como el Atenolol; anticonvulsivos como la Carbamacepina y la Gabapentina; benzodiacepinas como el Diazepam y el Alprazolam; antiparkinsonianos como las Carbidopa; hormonas como los Estrógenos, etc.
Los factores genéticos contribuyen a la depresión en aproximadamente la mitad de las personas que la padecen. Se sabe que heredar esta patología es más frecuente entre los familiares de primer grado.
Las mujeres son más propensas que los hombres a sufrirla. Aunque las razones no se conocen bien,una posible causa pueden ser los cambios en los valores hormonales que ocurre justo antes de la menstruación, como parte del síndrome premenstrual al que ya hicimos referencia, durante el embarazo y después del parto. Otro factor de predisposición bastante frecuente entre las mujeres es la alteración funcional de la glándula tiroidea.
La depresión puede darse conjuntamente con una serie de trastornos o factores físicos o tener su origen en estos. Los trastornos físicos pueden causar depresión directamente, por ejemplo, cuando un trastorno tiroideo afecta a los niveles hormonales; o indirectamente, cuando la artritis reumatoidea causa dolor y discapacidad.
El uso de algunos medicamentos de venta controlada, como algunos betabloqueantes (utilizados para tratar la hipertensión), puede causar depresión.
Además, existen trastornos de la salud mental y comportamientos sistemáticos que predisponen a una persona a padecer esta enfermedad. Entre ellos se encuentran ciertos trastornos de ansiedad, el alcoholismo, otros trastornos por usos de sustancias (drogas) y la esquizofrenia.
Finalmente, acontecimientos angustiosos desde el punto de vista emocional, como la pérdida de un ser querido, pueden desencadenar una depresión. Pero generalmente ocurre entre personas que están predispuestas a sufrirla, como las que cuentan con un historial familiar de la enfermedad.
No obstante, esta entidad puede aparecer o empeorar sin que concurra ningún factor de estrés vital aparente o significativo.
¿Cuáles son los síntomas y cómo se diagnostica?
Los síntomas de la depresión no aparecen todos de golpe, sino que evolucionan de forma gradual a lo largo de días o semanas y pueden ser muy variables. Una persona que está deprimiéndose puede mostrarse aletargada y triste, o irritable y ansiosa.
Otro síntoma característico es no experimentar normalmente ciertas emociones, como el duelo, la alegría y el placer y se muestran apáticos. El mundo puede parecerles carente de vida y de estímulos. En consecuencia, pierden el interés por las actividades de las que solían disfrutar.
Las personas deprimidas pueden presentar intensos sentimientos de culpabilidad y auto denigración. En algunos casos pierden la capacidad de concentrarse y experimentan sentimientos de desesperación, soledad e inutilidad, así como dificultad para tomar decisiones.
Habitualmente se muestran retraídas, en esos casos son frecuentes sentimientos de desamparo y desesperanza, que aumentan a medida que evoluciona la enfermedad, los llevan a pensar en la muerte y el suicidio.
Son muy frecuentes el insomnio y despiertar repetidamente, sobre todo de madrugada. Aunque algunos, por el contrario, duermen más de lo habitual.
La falta de apetito y la pérdida de peso pueden conducir a la caquexia, estado caracterizado por la pérdida grave de grasa y músculo. Sin embargo, el exceso alimentario y el aumento de peso son frecuentes en personas con depresión leve.
Algunas personas deprimidas descuidan su higiene personal e incluso a sus hijos, a otros seres queridos o sus mascotas. Algunas se quejan de padecer una enfermedad física, que les ocasiona diversas molestias y dolor.
Generalmente, el médico diagnostica la depresión basándose en los síntomas. Para eso se utilizan listas específicas de estos (criterios) para definir el tipo de trastorno depresivo.
Asimismo, para facilitar la distinción entre la depresión y los cambios normales del estado de ánimo, se tiene en cuenta si estos causan una angustia significativa a la persona o menoscaban de manera significativa su capacidad para desenvolverse.
La existencia de antecedentes personales o familiares de depresión ayuda a confirmar el diagnóstico.
¿Cómo se trata la depresión?
La mayoría de las personas con depresión no requiere hospitalización. Esta se reserva para personas con ideas suicidas o que lo han intentado alguna vez. Ingresan además aquellas que están demasiado débiles por la pérdida de peso que resulta de la falta de apetito, o si tienen riesgo de sufrir problemas cardíacos por causa de su estado.
Entre los pilares del tratamiento de esta enfermedad están:
I. Tratamiento complementario
Consiste en hacer seguimiento del paciente y explicar, tanto a este como a su familia, que la depresión tiene causas físicas y requiere un tratamiento específico, que suele ser eficaz. Los médicos recalcan que no se trata de un defecto de carácter o una debilidad, como erróneamente se le percibe, y que es importante que la familia participe en el tratamiento y brinde apoyo. Así como que aprenda sobre la depresión.
Otras medidas son: que el paciente sea más activo, por ejemplo, dando paseos y haciendo ejercicio de forma regular. También es de ayuda interactuar más con otras personas y participar en grupos de apoyo, pues proporcionan la oportunidad de compartir experiencias y sentimientos comunes.
II. Psicoterapia
La psicoterapia, como único tratamiento, puede ser tan eficaz como la terapia farmacológica en el tratamiento de la depresión leve. Combinada con fármacos puede ser eficaz en la depresión grave. Esta modalidad de tratamiento, individual o de grupo, ayuda a la persona que sufre depresión a hacerse cargo gradualmente de sus responsabilidades y a lidiar mejor con las presiones normales de la vida.
III. Terapia con medicamentos
Existen varios tipos de fármacos para el tratamiento de los trastornos depresivos. La mayoría debe tomarse regularmente durante varias semanas por lo menos, antes de que comiencen a actuar. La mayoría de las personas necesita tomar antidepresivos por entre 6 y 12 meses para evitar recaídas. Las personas mayores de 50 años pueden tener que tomarlos durante un máximo de 2 años.
Los efectos secundarios varían para cada tipo de antidepresivo. A veces, cuando el tratamiento con un fármaco determinado no alivia la depresión, se prescribe otro tipo (clase) de medicamento o una combinación de fármacos antidepresivos.
IV. Terapia electroconvulsiva
La terapia electroconvulsiva (TEC) se usa algunas veces en el tratamiento de personas con depresión grave, cuando los fármacos resultan ineficaces. Este tipo de terapia suele ser muy eficaz y puede aliviar con rapidez los síntomas depresivos, lo que puede salvar vidas. Es un tema controversial sobre el cual no existe consenso, pero hasta el momento se mantiene vigente en la práctica médica y se utiliza en los casos más graves, no solo de la depresión, sino de otras enfermedades psiquiátricas.
Una vez se termina la terapia electroconvulsiva los médicos a menudo recetan antidepresivos, para evitar que los episodios reaparezcan.
En el procedimiento de la terapia electroconvulsiva se colocan unos electrodos en la cabeza y se aplica una corriente eléctrica para inducir una convulsión en el cerebro. Por razones desconocidas, las convulsiones alivian la depresión. Generalmente se administran un mínimo de 5 a 7 sesiones, en días alternos.
V. Fototerapia
La fototerapia con una caja de terapia de luz es el tratamiento más eficaz para la depresión estacional, pero también puede ser beneficiosa para otros tipos de trastornos depresivos. Consiste en sentarse a determinada distancia de una caja que emite luz con la intensidad necesaria. A la persona se le indica que no mire directamente a la luz y que permanezca frente a esta durante 30 a 60 minutos diarios. La fototerapia puede realizarse en el propio domicilio.
Si la persona se acuesta tarde y se levanta tarde, la fototerapia es más efectiva por la mañana. Si la persona se acuesta temprano y se levanta temprano, la fototerapia es más efectiva a última hora de la tarde.
Para recordar
- La “depresión clínica” o “trastorno depresivo mayor” es una enfermedad, diferente a los momentos transitorios de tristeza que todos padecemos en alguna ocasión.
- La depresión puede afectar a cualquier persona, sin importar la edad, la raza, los ingresos, la cultura o el nivel educativo y ocurrir conjuntamente con otros trastornos mentales y otras enfermedades.
- De manera general, casi el 4% de la población mundial experimenta depresión en algún momento de su vida. Esta entidad es un 50% más frecuente entre las mujeres que entre los hombres.
- La causa exacta de la depresión no se conoce bien. Pero se sabe que hay una serie de factores que predisponen a esta entidad, como la herencia, acontecimientos catastróficos (en especial las pérdidas), ciertas enfermedades y los efectos secundarios de algunos medicamentos.
- Los síntomas suelen instalarse de manera gradual y se caracterizan por la tristeza, la incapacidad para experimentar normalmente ciertas emociones como el duelo, la alegría…
- El diagnóstico se basa en los síntomas del paciente y se tiene en cuenta para diferenciarlo de la tristeza si su estado de ánimo afecta su capacidad para desenvolverse normalmente.
- La mayoría de las personas con depresión no requieren ser hospitalizadas. El tratamiento dependerá de la causa y la magnitud del cuadro.
- Existen diferentes métodos para trata a los pacientes aquejados de depresión, que van desde las medidas generales, la psicoterapia, el uso de medicamentos hasta la terapia electroconvulsiva.
Conducta suicida y su relación con la depresión
El suicidio es la muerte causada por un acto intencional de autolesión que tiene la intención de ser mortal. Cada año se suicidan más de 700 mil personas en el mundo. Es la cuarta causa de muerte en el grupo etario de 15 a 29 años y, aunque hay tratamientos conocidos y eficaces contra los trastornos mentales, más del 75 % de las personas afectadas en los países de ingreso bajo y mediano no reciben tratamiento alguno.
En Cuba el suicidio constituye la décima causa de muerte. Según el Anuario Estadístico de Salud de 2022, en 2020 y 2021 murieron en la isla como consecuencia de suicidios consumados 1556 y 1789 personas respectivamente, para una tasa bruta por cada 100 mil habitantes de 13,9 y 16,0, respectivamente2. Por ello, resulta un importantísimo problema de salud pública.
El suicidio suele ser consecuencia de la concurrencia de muchos factores, siendo la depresión el factor de riesgo más frecuente y significativo, aunque no el único.
La terminología utilizada para describir el suicidio ha evolucionado con el tiempo para reflejar los avances en el estudio científico del comportamiento suicida, la defensa cada vez mayor de las víctimas y los supervivientes del suicidio y la reducción del estigma asociado a él.
La conducta suicida incluye:
- Suicidio consumado: acto autolesivo intencionado con resultado de muerte.
- Intento de suicidio: acto autolesivo con intención de provocar la muerte, pero que finalmente no resulta mortal. Un intento de suicidio puede o no dar lugar a lesiones.
- Ideación suicida: pensamientos, planes o actos preparatorios relacionados con el suicidio.
La autoagresión no suicida es un acto autolesivo sin intención de provocar la muerte. Entre estos actos se incluyen: infligirse rasguños o cortes en los brazos, quemarse uno mismo con un cigarrillo e ingerir sobredosis de vitaminas. La autolesión no suicida puede ser una forma de reducir la tensión porque el dolor físico puede aliviar el dolor psicológico. También puede ser una petición de ayuda no explícita de personas que sufren pero aún desean vivir. Estos actos no deben descartarse a la ligera; las personas con antecedentes de autolesión no suicida presentan un mayor riesgo de suicidio a largo plazo.
Notas:
1 La demencia con cuerpos de Lewy es un trastorno del cerebro que puede ocasionar alteraciones en el pensamiento, el movimiento, la conducta y el estado de ánimo. La enfermedad es progresiva, lo que significa que los síntomas empiezan lentamente, van empeorando con el tiempo y generalmente comienzan después de los 50 años. Esta enfermedad es causada por depósitos de una proteína llamada alfa-sinucleína, que se acumula en áreas del cerebro que abarcan el pensamiento, la memoria y el movimiento.
Los depósitos se denominan “cuerpos de Lewy” en nombre del médico que los descubrió. La mayoría de los casos no son hereditarios.
2 Fuente: Anuario Estadístico de Salud de Cuba (2022).