A raíz del incendio en la base de supertanqueros de Matanzas, más de cien personas sufrieron quemaduras de distintos grados, hay cientos de evacuados y las afectaciones para la salud de los habitantes de esta región del país podrían ser considerables a corto, mediano y largo plazo. Tres factores fundamentales ocupan la atención de las autoridades sanitarias: las quemaduras, la exposición a los gases producto de la explosión y la combustión, así como las repercusiones psicológicas que un evento de este tipo puede provocar. Repasemos cada uno de esos factores.
Las quemaduras
Según la información emitida por el ministro de salud pública en la noche del sábado se habían atendido 121 personas, con quemaduras de diversos grados. De ellas 85 habían sido dadas de alta. Sin embargo, continúan hospitalizadas 36, 28 de ellas reportadas de cuidado, 3 graves y 5 pacientes críticos. ¿Qué determina esto? ¿Qué factores determinan la gravedad de un paciente quemado? ¿Cuáles son los elementos en los que se basa el pronóstico de este tipo de enfermos? ¿Qué debemos esperar en los próximos días en cuanto a fallecidos?
La gravedad de una quemadura depende de tres factores: su extensión, profundidad y localización. Se considera que una quemadura es grave cuando afecta más del 20% de la superficie corporal, afectando el estado general del paciente. Una forma habitual de determinar la superficie corporal es la descrita por Pulasky y Tennisson en 1957, que asigna valores de 9 o múltiplos de 9 a los distintos elementos del cuerpo: cabeza, 9% (rostro, 4,5% y cuero cabelludo, 4,5%); cuello, 1%; cada miembro superior, 9%; cada miembro inferior, 18%; parte anterior del tronco, 18%; y parte posterior del tronco, 18%. Es importante señalar que en los niños el método es distinto.
En cuanto a su profundidad las quemaduras se clasifican en tres grados: superficiales o de primer grado, serán aquellas que solo afecta a la epidermis, que es la capa más superficial de la piel. Las quemaduras de segundo grado afectaran además a la dermis, que es la capa que va por debajo de la epidermis y es por donde van los vasos sanguíneos, nervios… En dependencia de su profundidad serán las características clínicas que presenten los pacientes; como dato curioso: las más profundan suelen ser menos dolorosas por la destrucción de las terminales nerviosas. Cuando se destruye todo el espesor de la piel hay una quemadura de tercer grado, la lesión es seca, y puede tener diversos colores. Finalmente, las quemaduras totales comprometen además de la piel al músculo, pudiendo llegar hasta el hueso. Estas quemaduras no son dolorosas.
La localización es un elemento de gran importancia, sobre todo en las de tercer grado, pues además de la muerte, pueden dejar secuelas que afectan la función física o la estética. Entre las áreas de mayor riesgo están: las manos, la cara y el cuello…En estas zonas una quemadura pequeña, se considera grave. Adicionalmente entre el 5 y el 7% de los pacientes quemados sueltes tener lesiones traumáticas asociadas, que agravan el pronóstico.
En virtud de todo lo anterior la American Burn Association ha clasificado las lesiones por quemaduras en leves, moderadas y graves. Las quemaduras leves pueden recibir atención ambulatoria, de ahí que se haya dado de alta hospitalaria a la mayoría de los pacientes. En tanto que moderadas y graves requieren hospitalización y en muchos casos se ha decidió remitir a estos pacientes a centros con experiencia como el Ameijeiras y el Calixto García.
En el organismo de los pacientes que sobreviven a los primeros momentos pero tienen lesiones graves se desencadena una serie de procesos que pueden poner en peligro su vida. En ellos se liberan una serie de sustancias que disminuyen la capacidad para hacer frente a las infecciones, al tiempo que provocan que el sistema vascular se haga más permeable, permitiendo el paso de grandes cantidades de líquidos hacia el resto de los tejidos. Lo anterior equivale a la pérdida de esas mismas cantidades de líquido, como puede suceder en pacientes con vómitos y diarreas. Todo lo anterior, dicho de un modo increíblemente sencillo, es la base del llamado shock del quemado, una entidad extremadamente grave y muy difícil de tratar.
Luego de la etapa inicial, el mayor desafío para médicos y pacientes es la infección. La piel funciona como una coraza que defiende al organismo, cuando esta pierde su integridad quedamos muy expuestos. Otra puerta de entrada habitual es el aparto respiratorio.
¿Qué determina el pronóstico en este tipo de pacientes? Los mayores predictores de mortalidad son el porcentaje de la superficie afectado, a mayor superficie, mayor riesgo para la vida; la presencia de lesiones por inhalación y la edad del paciente, siendo las edades extremas las más afectadas.
¿Qué se debe esperar en los próximos días? Lamentablemente, en este tipo de situaciones suelen haber tres picos de mortalidad, el primero es aquel que ocurre en el momento y lugar de los hechos. Luego, hay un segundo pico en los primeros días que son los que fallecen como consecuencia directa los fenómenos que explicaba anteriormente. Finalmente, habrá un tercer grupo de pacientes que fallecerán a consecuencia de las complicaciones que irán apareciendo, sobre todo, la sepsis.
Inhalación de gases
Un riesgo adicional en los incendios lo constituye la inhalación de humo. El humo está constituido por una compleja mezcla de gases y partículas. Los más expuesto, lógicamente, serán aquellos que estén más cerca de la zona del incendio, en particular los bomberos. En el caso de los quemados la inhalación de gases suele ser un motivo adicional que complejiza el cuadro, siendo el daño al aparato respiratorio una de las principales motivos de muerte por la combinación de varias causas: la injuria directa por la inhalación de gases calientes en las vías respiratorias altas, la afectación al transporte de oxígeno por la inhalación de monóxido de carbono y otros gases; y el daño que provocan en los pulmones los tóxicos de la combustión.
En las zonas aledañas al incendio el riesgo todavía es alto, de ahí que usualmente se toma la decisión de evacuar a las personas. Especialmente aquellas que pueden presentar con más facilidad afectaciones a su salud como los pacientes con afecciones cardiorrespiratorias como la cardiopatía isquémica, la insuficiencia cardiaca, la EPOC o el asma bronquial. Los adultos mayores, los niños y las embarazadas deben tener también un cuidado y atención especial. Entre los síntomas más frecuentes que hay que vigilar están el dolor en el pecho, la falta de aire, las palpitaciones, la dificultad para respirar, tos, sibilancias… Ante cualquiera de estos síntomas se debe buscar de inmediato atención médica.
Efectos psicológicos
Un factor nada despreciable es el daño psicológico que puede provocar un desastre. Se extenderá mientras dure el desastre y otras afectaciones aparecerán como secuelas en algunas personas, especialmente en aquellas afectadas por la tragedia. Las heridas, la pérdida de amigos y conocidos, los daños materiales y hasta el abandono de propiedades, en el caso de los evacuados, puede ser causa de ansiedad y depresión. Tanto en el ambiente familiar como en los albergues se debe tener especial cuidado con los más vulnerables, sobre todo los ancianos y los niños, evitando la exposición a imágenes y noticias dramáticas que podrían aumentar la angustia y el miedo.
Por otro lado, un evento de esta magnitud puede causar una serie de sentimientos y emociones, junto con síntomas como ansiedad, temor, dificultad para estar tranquilo, insomnio, llanto… Esto no hay que considerarlo una enfermedad, sino una respuesta esperable, adaptativa y transitoria ante una situación que una persona no puede controlar. Sin embargo, si estos síntomas persisten después de un mes o se perciben como un problema severo o invalidante se podría estar frente a un cuadro de estrés postraumático que requiere tratamiento psiquiátrico. Estudios en salud mental indican que hasta el 15% de los afectados por una catástrofe podrían requerir atención especializada.
En conclusiones, la explosión en la base matancera no solo dejará graves afectaciones a la economía del país, sino que resulta un problema de salud importante a corto, mediano y, para algunas personas, también largo plazo. A pesar de los esfuerzos del personal medico y paramédico, seguramente, tendremos que lamentar la pérdida un importante número de vidas humanas por este siniestro. En tanto que las afectaciones respiratorias y psicológicas en los damnificados son otro factor a tener en cuenta.