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Cierta vez un amigo me contó que, por motivos de trabajo, se había quedado en una casa de visita cerca de la playa. El lugar tenía condiciones excelentes, el trato del personal de servicio era casi familiar y no faltaba ni la electricidad ni el agua. “Lo único malo eran los mosquitos. No los ves, pero ahí están… ¡y cómo pican!”, me dijo.
Los responsables del alojamiento fumigaron en varias ocasiones. A pesar de eso, los molestos insectos esperaban que se fuera a la cama para hacerlo pasar un calvario. “No tienes idea de la picazón. Es agobiante, no podía dormir”.
Al otro día se levantó irritado, con sueño y sabiendo que por la noche todo se repetiría. Además, producto del rascado, varias de las lesiones en la piel se le infectaron, dejando feas señales, por lo que, a pesar del calor, tenía que andar con mangas largas. El sudor aumentaba la sensación de picor y la irritabilidad. “¿No serán chinches?”, le pregunté, y me miró desconcertado. “¡Ese lugar es muy limpio!”, me dijo.
Como tenía que regresar al lugar, le recomendé dormir con ropa clara y larga. Le expliqué también qué son los chinches, sus hábitos de vida y cómo identificarlos.
A los pocos días me envió un mensaje con fotos y videos de los molestos insectos caminando por la cama en plena madrugada, y una pregunta: “¿Estos bichos transmiten enfermedades?”.
¿Qué son los chinches?
De acuerdo con una publicación del Departamento de Salud del Estado de Washington (DSEW), Estados Unidos, los chinches —específicamente la variedad conocida como chinches de cama— son insectos pequeños, planos, ovalados, de color rojizo, parecidos a una “semilla de manzana”, que se alimentan de sangre. Su proceso de ingestión dura de tres a diez minutos, luego de lo cual su cuerpo se hincha y se torna rojo brillante.
Suelen esconderse en las grietas de muebles y paredes, y en las costuras de los colchones. Tienen hábitos nocturnos, por lo que son difíciles de ver a plena luz del día, lo que dificulta aún más su identificación.
Los sitios que reciben un alto volumen de huéspedes —como hoteles u hospitales— tienen, lógicamente, mayores riesgos de infestación, pues los chinches pueden ser trasladados de un sitio a otro a través de equipajes. Otra de sus características es que son capaces de desplazarse velozmente por el piso, por lo que podrían pasar de un apartamento a otro en caso de que se dieran las condiciones propicias.
De acuerdo con el artículo del DSEW, las picaduras de los chinches de cama pueden pasar desapercibidas en algunas personas, pero lo más común es la aparición de pequeños bultos rojos (pápulas), agrupados o en línea recta. En personas alérgicas, sin embargo, pueden presentarse ronchas grandes acompañadas de mucha picazón.
Las zonas más comúnmente afectadas son los brazos, el cuello, el rostro y los tobillos, es decir, las áreas que están expuestas, pues estos insectos no suelen aventurarse por dentro de la ropa.
Efectos sobre la salud
Los chinches de cama, afortunadamente, no transmiten enfermedades. No obstante, sí son considerados un problema de salud, pues las picaduras pueden causar importantes reacciones alérgicas en personas sensibles, que en ocasiones requieren tratamiento médico y, en casos raros o extremos, podrían ser graves.
Otro problema potencialmente importante es lo que se conoce como “el ciclo prurito-rascado” y sus consecuencias. De acuerdo con una asociación médica argentina, se trata de un círculo vicioso que se genera a partir de la pérdida de la función de barrera de la piel al producirse el rascado. Esto genera sequedad y favorece que factores irritantes del ambiente o gérmenes sensibilicen al sistema inmunológico, lo que provocaría más inflamación, irritación, picazón y rascado. Todo esto propiciaría la aparición de infecciones sobreañadidas.
Quizás el mayor impacto de las picaduras de los chinches de cama sea sobre la salud mental. Estos insectos pueden provocar noches agitadas, con sueño fragmentado e hipervigilancia, es decir, al mínimo movimiento o cosquilleo en el cuerpo nos ponemos en alerta. Todo eso se ve acentuado por las propias picaduras.
Lo anterior puede generar un círculo vicioso caracterizado por la irritación, la irritabilidad y el temor a las picaduras, lo que a su vez podría derivar en un estado de insomnio, en ocasiones crónico, que afecta la calidad de vida. Esta falta de sueño, además, podría tener repercusiones sobre otros órganos y sistemas, descompensar enfermedades de base y debilitar el sistema inmunológico.
Finalmente, las consecuencias psicológicas de la infestación por chinches pueden desembocar en cuadros de ansiedad y depresión debido a la falta de sueño permanente, el estrés y la sensación de impotencia. En esos casos, al cansancio y demás factores mencionados se suman la sensación de vergüenza, el aislamiento y el miedo al juicio de los otros, lo que en ocasiones limita la búsqueda de ayuda.
El beso de la muerte
Si bien los chinches de cama no transmiten enfermedades, otra variedad de esta especie —la chinche besucona— es capaz de transmitir el Trypanosoma cruzi, el agente causal de la enfermedad de Chagas. El “romántico” nombre de esta chinche se debe a que tiene predilección por picar en el rostro.
Según el Departamento de Salud del Estado de Texas, Estados Unidos, las chinches vinchucas —como también se les conoce— no transmiten la enfermedad a través de “su mortal beso”, sino que, al picar, dejan también excrementos con el parásito en zonas cercanas a la picadura. Es el rascado lo que facilita al germen su entrada al organismo y la posterior infección.
La enfermedad de Chagas debe su nombre al médico brasileño Carlos Chagas, quien el 14 de abril de 1909 diagnosticó el primer caso. La misma tiene un curso insidioso y, en sus primeros estadios, es curable con tratamiento antiparasitario. Lamentablemente, muchas personas no saben que están enfermas hasta que aparecen los síntomas más graves, que son precisamente los que afectan al corazón y al sistema digestivo, provocando serias complicaciones e incluso la muerte.
De acuerdo con la OMS, la enfermedad de Chagas afecta a siete millones de personas en el mundo, provocando 10 mil muertes al año. Por otra parte, 100 millones de personas están en riesgo de contagiarse en los 21 países de Latinoamérica donde es endémica.
En nuestro país se ha reportado la presencia del agente causal de la enfermedad en varias provincias orientales, Camagüey, Villa Clara y Pinar del Río. Sin embargo, de acuerdo con los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), en Cuba, República Dominicana, Puerto Rico y otras islas caribeñas, la transmisión no se ha demostrado.
¿Qué hacer?
Ante una posible infestación por chinches de cama, es importante actuar rápidamente. A continuación, comparto algunas medidas recomendadas por la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés):
Buscar signos de la presencia del insecto:
- Manchas de aplastamiento, de color rojizo.
- Manchas de heces, más oscuras y que suelen aparecer en la tela como lo haría un marcador.
- Presencia de huevos, cáscaras o piel de las ninfas.
- Chinches vivas (recordar que tienen hábitos nocturnos, por lo que es difícil verlas de día).
Identificar escondites:
Los chinches suelen esconderse alrededor de las camas, prácticamente en cualquier espacio que sea al menos del grosor de una tarjeta magnética. Tienen predilección por las grietas de las paredes y los muebles del dormitorio, tomacorrientes, rincones de gavetas, etc. También se esconden en las costuras de almohadones, cortinas y colchones.
Una vez constatada la infestación por chinches de cama, se impone eliminarlas, lo cual es un reto, pero no imposible. A continuación, comento algunas medidas tomadas del sitio de la EPA:
- Asegúrese de que se trata de chinches y no de otro insecto, ya que el tratamiento sería distinto.
- Mantenga la casa ordenada para reducir la cantidad de escondites (en una casa desordenada, los chinches tienen más lugares donde ocultarse).
- No transmita sus chinches a los demás. Si desecha un colchón o un mueble, debe destruirlo (preferentemente quemarlo).
- Reduzca el número de chinches usando una aspiradora, si es posible.
- No deseche toda su ropa: la mayor parte de las prendas son salvables si se someten a un tratamiento con agua caliente o se planchan (los chinches no soportan temperaturas de más de 60 °C).
- No todos los insecticidas de uso comercial son efectivos para el tratamiento de chinches, por lo que debe seguir muy bien las instrucciones del fabricante.
- Busque ayuda profesional: en ocasiones, es lo único que puede resolver el problema.
Los chinches pueden ser un verdadero dolor de cabeza, capaces de acabar con los nervios de la persona más ecuánime. Cualquiera puede sufrir una infestación por su causa. Buscar ayuda es lo más inteligente.