Entre los momentos más duros de mi trayectoria profesional está la muerte de la enfermera Isabel 2, quien fuera miembro de mi equipo. Era una persona complicada y al principio no nos llevamos bien. Sin embargo, con el tiempo aprendimos a relacionarnos y, eventualmente, a apreciarnos.
Ella tenía una situación familiar difícil que se agravó en las semanas previas al hecho que narraré. Un día, al llegar por la mañana a la guardia la encontré en la cama 5, ocupando el lugar de una paciente más. Pregunté qué había sucedido y me contaron que, tras una fuerte discusión, había ingerido una dosis muy alta de varios psicofármacos. Nadie la cuidaría mejor que nosotros.
Sobre las 10 de la mañana comenzó a inestabilizarse. Finalmente, sufrió un paro y estuvimos reanimándola durante una hora, hasta que su fallecimiento se volvió evidente. Me tocó dar la orden de suspender las maniobras para preservar una vida que era ya inexistente. Tristes, frustrados, tuvimos que aceptar la realidad de su muerte.
El suicidio, “acto voluntario por el que una persona pone fin a su existencia”, entraña una enorme dosis de sufrimiento tanto para quien lo ejecuta como para sus seres queridos.
Por su impacto en la salud mundial y debido a la importancia del tema hoy le dedicamos un espacio en Vida saludable.
Incidencia del suicidio en el mundo
De acuerdo con un artículo de Noticias ONU, el suicidio es responsable por más muertes en el mundo que las que provocan enfermedades tan temidas y prevalentes entre la población global como el paludismo, el cáncer de mamas o el VIH/SIDA. Según un comunicado de prensa de la OMS referente a 2019, “1 de cada 100 muertes” ocurridas ese año a nivel mundial se debió a esta causa.
Según el informe, se suicidaron en total en el mundo más de 700 mil personas. Cada uno de estos casos es “una tragedia que afecta a familias, comunidades y países, y tienen efectos duraderos en los allegados de la víctima”.
Todos somos vulnerables a cometer suicidio, sea cual sea nuestra edad, genética, condición económica o sexo. Sorprendentemente, las estadísticas mostraron que en 2019 el suicidio resultó la cuarta causa de muerte entre personas de 15 a 29 años. Además, es un fenómeno mundial, que incluye a países ricos; aunque más del 77 % de los suicidios registrados en esa fecha ocurrieron en países con ingresos medios y bajos.
El número de suicidios en hombres representa más del doble que entre las mujeres. Las tasas de suicidio masculino fueron más elevadas en países con ingresos altos, donde se registraron 16,5 por cada 100 mil habitantes. En los países de ingresos medios y bajos, mientras, se localizan los mayores indicadores de suicidio femenino, con 7,1 por 100 mil habitantes.
En cuanto a la distribución geográfica, las tasas de suicidio fueron mayores que la media mundial (9,0 por 100 mil) en “África (11,2 por 100 mil), Europa (10,5 por 100 mil) y Asia Sudoriental (10,2 por 100 mil)”. Mientras, el Mediterráneo Oriental registró la más alta, con 6,4 por 100 mil.
Por otro lado, de acuerdo al sitio Datosmacro, entre los países con más alta incidencia de suicidio en el mundo se encuentran Sri Lanka, Guyana, Mongolia, Kazajistán, Corea del Sur y Bielorrusia, todos con tasas por encima de 20 por cada 100 mil habitantes. En el caso del primer país, con 34,9 por cada 100 mil habitantes.
Por otro lado, Antigua y Barbuda, Barbados, Granada y Sudáfrica son algunos de los países con menor incidencia de suicidio en el mundo, por debajo de 0,5 por cada 100 mil habitantes.
Suicidio y conducta suicida no son lo mismo
De acuerdo con el Manual MSD, la conducta suicida incluye variables que comentaremos a continuación:
- Suicidio consumado: Acción intencionada en la que el individuo se agrede y que resulta en su muerte.
- Intento de suicidio: Al igual que en el caso anterior, el objetivo de la acción es provocar la muerte, pero el acto no resulta mortal.
- Ideación suicida: Se trata de ideas, planes, preparativos, relacionados con el suicidio.
- Autolesión no suicida: A diferencia de los anteriores, la acción “autolesiva” no tiene como intención provocar la muerte. Dentro de esta categoría están incluidos: rasguños o cortes superficiales en los brazos, quemaduras pequeñas o ingestión excesiva de vitaminas, por ejemplo.
En algunos casos, “la autolesión no suicida” está encaminada a disminuir la tensión emocional, dado que quienes la practican entienden que “el dolor físico podría aliviar el dolor psicológico”. Además, pueden ser pedidos de ayuda y atención no explícitos de alguien que sufre, pero desea continuar con vida. Por eso estas acciones no deben minimizarse; las estadísticas muestran un riesgo incrementado de suicidio entre quienes tienen antecedentes de autolesiones.
Causas y factores asociados con el suicidio
De acuerdo con el sitio Medlineplus, en “el suicidio y los comportamientos suicidas” suelen estar involucrados alguno de los siguientes factores:
- Enfermedades psiquiátricas como: trastorno bipolar, trastorno límite de la personalidad (borderline), depresión o esquizofrenia.
- Consumo de drogas o alcohol.
- Trastorno de estrés postraumático (TEPT).
- Historial de abuso sexual, físico o emocional.
- Situaciones de vida estresantes, como problemas financieros o en las relaciones interpersonales.
- Sentimientos extremos de culpa, vergüenza o la idea ser “una carga para los demás”.
- Sentirse víctima y/o experimentar sentimientos de rechazo, soledad o pérdida irreparable.
A menudo, quienes intentan suicidarse, lo logren o no, están buscando alejarse de una situación que asumen como imposible de manejar.
¿Qué nos dice la elección del método para cometer suicidio?
El capítulo de “Conductas suicidas” del Manual MSD nos dice que el método elegido por personas con intención suicida se relaciona con “factores culturales” y “disponibilidad de los medios letales”. Indica también la gravedad del estado emocional que conduce a la persona a cometer suicidio.
Algunos métodos suponen menor supervivencia, al tiempo que otros aumentan la posibilidad de salvar la vida, como la sobredosis de fármacos.
El envenenamiento y la sobredosis farmacológica se emplean habitualmente en los intentos suicidas no logrados. Mientras, ahorcamiento, salto al vacío o disparo de un arma de fuego suelen tener como resultado la muerte.
¿Cuáles son las señales de alerta para identificar conductas o intenciones suicidas?
De acuerdo con el National Institute of Mental Health, entre los signos de advertencia de que una persona está en riesgo de cometer suicidio están:
- Expresar el deseo de morir o de querer matarse.
- Expresar sentimientos de vacío, angustia o desesperación, o de no tener motivos para vivir.
- Mencionar que se está “atrapado” y sin solución.
- Expresar que se experimenta un dolor físico o emocional “insoportable”.
- Manifestar que es “una carga para los demás”.
- Separarse de los amigos, regalar “posesiones importantes”.
- Despedirse y poner sus “asuntos en orden”.
- Realizar acciones riesgosas que podrían conducir a la muerte.
- Hablar del tema con frecuencia; aun de manera indirecta.
Deben considerarse además como signos de advertencia graves los siguientes:
- Inestabilidad emocional, “cambios extremos en el estado de ánimo”.
- Manifestaciones de planeación o ideación suicida, como comprar un arma o acumular pastillas.
- Consumo excesivo y frecuente de drogas o alcohol.
- Estados de ansiedad, angustia o agitación constantes.
- Cambios en los hábitos de vida.
- Furia, irritabilidad o hablar de buscar venganza.
El National Institute of Mental Health recomienda una serie de acciones que pueden ayudar a preservar vidas:
- Pregunte: “¿Estás pensando en suicidarte?” Hay evidencia de que “preguntar a las personas en riesgo si tienen pensamientos o deseos de morir o de matarse no aumenta los suicidios ni los pensamientos suicidas”.
- Manténgala a salvo: Una parte importante de la prevención del suicidio es mantener a las personas con tendencias suicidas lejos de “objetos o lugares” letales. Eliminar cualquier medio letal puede marcar la diferencia.
- Esté presente: Escuchar es importante para saber cuáles son los pensamientos de las personas en riesgo. “Reconocer y hablar sobre el suicidio puede reducir los pensamientos suicidas en lugar de aumentarlos”.
- Ayude a establecer una conexión: Ayude a la persona en riesgo a establecer un contacto con un profesional de la salud mental.
- Manténgase comunicado: “Los estudios han demostrado que el número de muertes por suicidio disminuye cuando alguien se mantiene en contacto con la persona en riesgo”.
Conducta suicida y suicidio en Cuba
En el caso de Cuba, al menos desde 2016 las lesiones autoinfligidas intencionalmente constituyen la décima causa de muerte. Como se observa en el siguiente gráfico, desde 2020 la tendencia en la tasa de suicidios por cada 100 mil habitantes es al aumento progresivo.
No obstante, debemos señalar que el año 2021 fue atípico por tratarse del más duro de la pandemia, en los que el aislamiento, el miedo a una muerte inminente y la depresión pudieron llevar a más personas a terminar con sus vidas.
Si nos detenemos en ese mismo año, observamos que 26.4 hombres por cada 100 mil habitantes se suicidaron, mientras que ese número fue casi cinco veces menor entre las mujeres (5.7 por cada 100 mil habitantes).
Un dato preocupante es que, tanto en 2021 como en 2022, las “lesiones autoinfligidas intencionalmente” fueron la tercera causa de muerte en el grupo comprendido entre los 5-18 años, solo por detrás de los accidentes y tumores malignos. Lo anterior habla de la importancia de la prevención del suicidio y de las conductas suicidas en la adolescencia. 2
Finalmente, según apuntan autoridades sanitarias cubanas, si bien los hombres tienen mayor riesgo de morir a causa de lesiones auto infligidas, “el intento de suicidio es más frecuente en las mujeres”. Por otro lado, “el grupo de 60 años y más es el que tiene una tasa de mortalidad más alta” y las provincias Las Tunas, Holguín, Villa Clara y Sancti Spíritus presentan mayor incidencia.
Una opción habilitada en Cuba para las personas en riesgo y sus familiares es la Línea de Apoyo Psicosocial y Salud Mental, que está disponible marcando el 103. Además, existe la posibilidad de recibir terapia en todas las instituciones de salud que cuenten con servicio de psicología o psiquiatría.
Notas:
1 Nombre supuesto.
2 Los datos fueron extraídos de los Anuarios Estadísticos de Salud publicados entre 2017 y 2022.
Suicidio en la adolescencia
De acuerdo con un artículo publicado en el sitio de la Academia Americana de Psiquiatría Infantil y para Adolescentes, estos “experimentan fuertes sentimientos de estrés, confusión, dudas de sí mismos, presión para lograr éxito, incertidumbre financiera y otros miedos, mientras van creciendo”. Factores como la formación de una nueva familia o el divorcio de los padres, así como las migraciones o mudanzas, pueden ser perturbadores e intensificar las dudas. En algunos casos, el suicidio podría aparecer como una solución ante la inestabilidad y el malestar emocional.
La depresión y las tendencias suicidas no son “desórdenes mentales” intratables. Sin embargo, es necesario reconocer y diagnosticar estas condiciones y concebir un plan de tratamiento que se ajuste a las necesidades de cada persona. Siempre que existan dudas de que un niño o un adolescente tenga alguno de estos problemas, la realización de un examen por parte de un especialista en psiquiatría puede resultar de ayuda.
Es sumamente importante tomar en serio cualquier comportamiento que haga pensar que un niño o adolescente va a atentar contra su vida. Ante la sospecha, debemos buscar ayuda especializada de inmediato. Como vimos, los estudios muestran que preguntar sobre el estado de ánimo o si se ha pensado en el suicidio no va a “ponerles ideas en la cabeza”. Por el contrario, lo ayudará a comprender que a su alrededor se preocupan por él y significará una oportunidad para que hable sobre sus problemas.