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El 12 de diciembre de 2024 publicamos en esta sección un artículo sobre una enfermedad de origen desconocido que alarmaba al mundo. Se manejaba la posibilidad de que desatara una nueva pandemia.
La misteriosa patología asolaba a la región de Panzi, a 700 km de Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo (RDC). Hasta la fecha de publicación de nuestro trabajo el patógeno había afectado a cientos de personas y costado la vida a más de 30, en especial a niños menores de 5 años y a mujeres.
Casi un mes después, las autoridades sanitarias internacionales descubrieron que la combinación de la malnutrición, la malaria y los virus respiratorios estacionales fueron la causa del brote.
Desde el 25 de noviembre hasta el 16 de diciembre se contabilizaron 890 enfermos y 48 fallecidos. En aquel momento llamó la atención la relativa indiferencia que siguió al descubrimiento de la causa.
Solo han pasado dos meses desde entonces y una nueva enfermedad de origen desconocido vuelve a afectar a la RDC.
Rápida expansión y altas tasas de mortalidad
De acuerdo con un artículo de National Geographic del 27 de febrero, 53 personas habían muerto en la provincia de Equateur, al noreste del país, como consecuencia de una enfermedad que se propagaba con rapidez y letalidad. Los casos se han reportado dentro de las zonas de salud de Basankusu y Bolomba y para la fecha sumaban 431 enfermos.
El comportamiento de la enfermedad en la aldea de Boloco, en la región de Bolomba, era particularmente preocupante debido a una tasa de letalidad del 66.7 %, con 8 fallecidos de 12 casos informados.
Por su parte, en la aldea de Bomate, en la zona de salud de Basankusu, se habían reportado 419 enfermos y 45 fallecidos; el epicentro del brote.
Entre los síntomas fundamentales de la enfermedad estaban: toma del estado general, fiebre, vómitos, diarreas, entre otras. A los expertos les llamaba especialmente la atención la rapidez con que los enfermos pasaban de presentar síntomas leves a fallecer. De acuerdo con el reporte de National Geographic, 48 de los 53 fallecidos comenzaron con los síntomas 48 horas antes de que ocurriera el deceso.
Como ocurrió durante el brote anterior, la OMS y otras organizaciones regionales desplegaron expertos en la zona con el objetivo de descubrir la causa del cuadro y ayudar en el control de la emergencia. Sin embargo, la lejanía y la falta de infraestructura impidieron que la ayuda llegara con la celeridad deseada a la zona, que se encuentra severamente afectada por la falta de recursos sanitarios y cuyos hospitales no dan abasto.
Una buena noticia es que ya fueron descartados los virus del Ébola y de Marburgo como agentes causales. Sin embargo, continuaban sobre la mesa un amplio abanico de hipótesis que incluían: cuadros de meningitis, tóxicos, la malaria o un agente del que hasta este momento no se tenía noticia.
Posteriormente, de acuerdo con un reporte de CNN, el pasado primero de marzo el número de casos reportados ascendía a más de 1000 y a 60 los muertos. Más del 95 % de los enfermos correspondía a la región de Basankusu.
Las autoridades sanitarias aún no han podido determinar la causa del brote. Sin embargo, de acuerdo con el doctor Michael Ryan, jefe de emergencias de la OMS, existe una sospecha muy fuerte de que la causa del mortal evento sea “algún tipo de envenenamiento”. Según el experto, la OMS no descansará hasta encontrar la causa definitiva del cuadro. Por el momento, no se descarta ninguna hipótesis.
Pobreza, guerras y enfermedades, los tres jinetes
La RDC, antiguo Zaire, es uno de los países más extensos del continente africano y también uno de los más pobres del mundo, situado en el lugar 180 (de 193) de acuerdo al Índice de Desarrollo Humano (IDH), elaborado anualmente por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUP). Este índice combina estadísticas económicas, de salud, de educación y la esperanza de vida de los distintos países.
Volviendo a la RDC, este extenso país, muy rico en recursos naturales, que alcanzó su independencia en 1960, recientemente ha sido objeto de análisis en el Consejo de Derechos Humanos debido al conflicto que sostienen sus fuerzas armadas con el movimiento M23 1, al cual se responsabiliza de asesinatos, una masiva violencia de género y el desplazamiento de cientos de personas de las áreas en conflicto.
Adicionalmente, la RDC es el epicentro del actual brote de Mpox, antes conocida como viruela símica o del mono.
Esta patología continúa siendo una emergencia sanitaria de carácter internacional según las recomendaciones del comité de expertos de la OMS.
Un contexto de guerra civil, pobreza extrema y falta de infraestructura es el caldo de cultivo ideal para brotes como el que tuvo lugar en la región de Panzi hace poco tiempo y el que se ha extendido en la provincia de Equatur. En estas circunstancias, toda la ayuda que puedan recibir los congoleños resulta invaluable, especialmente en términos de salud. Sin embargo, puede verse limitada por la salida de Estados Unidos de la OMS.
La decisión del presidente Donald Trump es un duro golpe para esta organización. Ese país aportaba más de 1284 millones de dólares cada año a la agencia de la ONU, y era el mayor donante, con el 18% del presupuesto de la organización..
“La OMS es la organización mundial mejor equipada para responder a emergencias globales de salud, y retirar la financiación y la pertenencia de Estados Unidos amenaza con dañar los derechos y las vidas de personas del mundo entero, incluido Estados Unidos”, dijo Amanda Klasing, directora nacional de Relaciones con el Gobierno y Trabajo de Incidencia de Amnistía Internacional Estados Unidos.
Nadie está a salvo
La salud de las poblaciones y los países dependen de numerosos factores como el nivel económico, el acceso a medicamentos y servicios de salud eficientes, estabilidad política, entre otros.
La sucesión de emergencias sanitarias y brotes de enfermedades en uno de los países más pobres e inestables del mundo es el reflejo local de una realidad imperante en las zonas menos favorecidas del planeta.
Más allá de cuál sea la causa del actual brote en la RDC está claro que, lamentablemente, no será el último. La salida de Estados Unidos de la OMS priva a esta organización de un quinto de sus ya insuficientes recursos.
La reciente pandemia de COVID-19 demostró que nadie, ni siquiera los habitantes de los países más ricos y desarrollados, están a salvo. La deficiente arquitectura del orden mundial, en especial de las organizaciones dedicadas a promover la salud pública en el mundo, son otro factor de riesgo de nuevas crisis sanitarias y pandemias.
Nota:
1 M23 es el nombre de un grupo rebelde paramilitar de origen tutsi que opera en las provincias Kivu del Norte y del Sur, al este de la RDC, con el apoyo logístico de Ruanda. Recientemente se ha visto envuelto en varios escándalos como al relativo al secuestro de 150 personas en un hospital que ha suscitado reacciones en varias naciones de Europa.