Cuba despidió este domingo al Cardenal Jaime Ortega, el líder de la Iglesia católica de la Isla, luego de la misa de exequias que cerró el funeral celebrado en la Catedral de La Habana al que asistieron fieles, obispos, religiosos, sacerdotes y representantes del Gobierno cubano.
El cuerpo del cardenal y arzobispo emérito de La Habana, vestido con la casulla roja –el color que se usa en la ceremonia funeraria del papa y de los cardenales–, así como con el anillo, la mitra y el báculo que lo identifican, estuvo tendido en su parroquia desde el viernes –día de su muerte– hasta este domingo.
Allí recibió el homenaje a través de la liturgia y la oración en una docena de misas en las que rogaron por su descanso en paz, y de acuerdo a la tradición católica, las campanas doblaron en los templos del país en diversos horarios de estos tres días.
Centenares de fieles acudieron a darle el último adiós al Cardenal Ortega, una figura clave en las relaciones entre el Gobierno cubano y la Iglesia católica en el último medio siglo, fallecido a los 82 años de edad aquejado de un cáncer de páncreas por largo tiempo.
El arzobispo de La Habana, monseñor Juan de la Caridad García, ofició la última misa del funeral que fue concelebrada por el cardenal Sean O’ Malley, arzobispo de Boston.
Un mensaje de condolencias del Papa Francisco, en el que ofreció sus sufragios por “el eterno descanso del difunto, que sirvió a la Iglesia y a sus hermanos en los diferentes encargos que la providencia le confió”, fue leído por el encargado de negocios de la Nunciatura Apostólica de Cuba, monseñor Jean François Simonart.
En representación del Gobierno cubano estuvieron el primer vicepresidente de la Isla, Salvador Valdés; el titular de la Asamblea Nacional, Esteban Lazo, y el vicepresidente Roberto Morales.
Tras la ceremonia de exequias, los restos mortales del cardenal Ortega fueron depositados en el Panteón de los Obispos, en la Necrópolis de Colón habanera.
Jaime Lucas Ortega Alamino nació en la localidad de Jagüey Grande, de la provincia occidental de Matanzas, donde fue ordenado sacerdote el 2 de agosto de 1964. Cuatro años después fue nombrado párroco de la Catedral de Matanzas, responsable de la parroquia de Pueblo Nuevo en la ciudad y otras dos iglesias fuera de ella.
El 4 de diciembre de 1978 Juan Pablo II lo nombró obispo de Pinar del Río y ya en 1994 fue proclamado cardenal por Juan Pablo II en el consistorio del 26 de noviembre, con el título de “Ss. Priscila e Aquila”.
El cardenal Ortega desempeñó un relevante papel al frente de la Iglesia católica en un período en que la isla recibió la visita de tres Papas: Juan Pablo II en 1998, Benedicto XVI en 2012 y Francisco en 2015. Además, fue un importante mediador en el “deshielo” entre Cuba y Estados Unidos.
Fue durante casi 35 años arzobispo de La Habana hasta que en 2016, cuando ya padecía de cáncer según se reveló más tarde, traspasó el puesto al hasta entonces arzobispo de Camagüey, Juan de la Caridad García.
Ortega fue el impulsor de una versión del catecismo cubano más sencillo, creó nuevas diócesis y parroquias al frente de las cuales puso a sacerdotes jóvenes y reconstruyó iglesias, casas parroquiales y centros de asistencia.
También destacó su rol de interlocutor con las autoridades del Gobierno cubano en el proceso de excarcelaciones de prisioneros políticos que tuvieron lugar entre los años 2010 y 2011 con el apoyo del Gobierno de España.
Asimismo, actuó como mediador en el proceso de negociaciones secretas que, con la intervención del papa Francisco, fructificó en el restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos en 2014, bajo el mandato de los entonces presidentes Raúl Castro y Barack Obama.