Varentierra: dícese en Cuba de una construcción rústica de yagua o guano, propia de las zonas campestres, con una sola habitación, un techo a dos aguas que llega hasta el suelo y solo una pared frontal con su puerta, utilizada por los campesinos para guardar vituallas, materiales, herramientas de labranza y hasta sus cosechas, y también para protegerse de tempestades y ciclones.
Pero para el cine cubano, desde este fin de semana ―o en realidad desde un poco antes, desde que se lanzó su convocatoria a inicios de noviembre― Varentierra es mucho más. Es una red aún en ciernes de soporte y colaboración audiovisual, pero ya con sus primeras y prometedoras ramificaciones, en la que confluyen productoras independientes y entidades estatales, jóvenes realizadores y reconocidas figuras del séptimo arte, y cuyo principal organizador y promotor es, no casualmente, WajirosFilms.
Guajiro: dícese en Cuba del campesino, del hombre y la mujer del campo. Pero si en vez de “G” se escribe con “W”, entonces su significado gana otras dimensiones dentro del expansivo universo del audiovisual cubano.
“En Wajiros defendemos lo tradicional, pero desde la contemporaneidad, por eso la ‘W’”, explica a OnCuba Carlos Gómez, realizador y periodista, líder de este colectivo audiovisual, legitimado legalmente gracias al reciente Decreto-Ley 373 del creador independiente, que cuenta ya con una importante obra a pesar de tener apenas tres años de creado como proyecto. A ello se une el hecho de que en su génesis está el concepto de una Cuba que supera con creces las fronteras cosmopolitas de La Habana; de que la mayoría de sus integrantes, aunque ahora residen en la capital, provienen de otras provincias.
Por ello, asegura Carlos, a WajirosFilms le interesa mostrar en su trabajo “una visión de la Isla que no sea solo la de La Habana”.
“Nuestro sueño es que en Cuba se pueda hacer cine en todo el país, que los nuevos realizadores tengan la visibilidad y las oportunidades que merecen, aún desde fuera de la capital, y que haya mecanismos de acceso para ellos. Por eso creamos Varentierra. Nos dimos cuenta de que en la actualidad existe una carencia de espacios para la formación, para el intercambio y para el fortalecimiento de los proyectos de esos realizadores, en particular los de otras provincias. Entonces decidimos hacer una primera convocatoria, una primera selección y estar durante dos días intercambiando con ellos, debatiendo sobre sus obras, brindándoles conferencias y asesorías”, explica.
Esos dos días fueron este 4 y el 5 de diciembre, cuando el primer encuentro de coworking audiovisual Varentierra sesionó en la sede de WajirosFilms, en la calle C de El Vedado habanero, en el contexto del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Hasta allí llegaron creadores de los 11 proyectos seleccionados ―de unos 40 que se presentaron a la convocatoria, lo mismo de documental que de ficción―, muchos de ellos nacidos fuera de la capital, y también especialistas como Tania Delgado, Daniel Alemán, Claudia Calviño y Mayte Madruga, entre otros encargados de las sesiones teóricas y talleres, y asesores de lujo como el director Fernando Pérez, el director de fotografía Raúl Pérez Ureta, el actor Luis Alberto García y el guionista Amílcar Salatti. E, incluso, emprendimientos gastronómicos y músicos como Frank Delgado y el dúo Iris.
Y aunque Wajiros asumió sobre sus hombros gran parte de la organización y financiamiento del encuentro ―tomado de sus ingresos como productora audiovisual―, no lo hizo solo.
“A nosotros no nos interesa separar ―insiste Carlos―, nos interesa unir. Por eso tenemos otras productoras independientes que se han unido al proyecto y también instituciones estatales como el ICAIC, la Asociación Hermanos Saíz y entidades como la Fundación Caguayo de Santiago de Cuba. Nuestra intención es trabajar entre todos los que quieran sumarse, no monopolizar ni producir todos estos proyectos ―aunque si alguno de los realizadores seleccionados quisiera trabajar con nosotros, claro que nos encantaría―, sino crear sinergias, relaciones de trabajo, apoyar de conjunto los proyectos para que se concreten.”
Una red para y por toda Cuba
Más que un evento de dos días, según afirma el líder de WajirosFilms, Varentierra es un proyecto “que queremos sostener en el tiempo, una red de colaboración audiovisual que dure todo un año, coordinado por nosotros, para fomentar encuentros, intercambiar materiales y darle seguimiento a los proyectos, no solo a los que se seleccionaron por el jurado sino, incluso, a todos los que se presentaron a la convocatoria. Nuestra idea ―acota― es que, por ejemplo, en marzo, en la segunda parte del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano y con el auspicio del propio festival, ya estos proyectos que ahora estuvieron aquí, tengan un encuentro con grandes productores del cine latinoamericano o mundial que estén interesados en dar su apoyo o su dinero para que se materialicen estas obras.”
“La red pretende aunar a lo largo de todo el país a un grupo de jóvenes con ganas de hacer audiovisuales y de seguir aprendiendo cómo hacerlos cada vez mejor”, señala, por su parte, Manuel Alejandro Rodríguez, miembro del equipo de WajirosFilms y uno de los coordinadores de la red Varentierra junto a la historiadora del arte Diana Moreno.
“Nos interesa mucho no solo trabajar desde la capital, sino llegar a los jóvenes en sus propios territorios, en el oriente de Cuba, en el centro, reunirlos allí, propiciar el intercambio allí, con sus peculiaridades y posibilidades; eso es algo que tenemos en planes ―añade Manuel―. Porque La Habana no debería seguir siendo el único epicentro audiovisual que existe hoy en el país. ¿Por qué no cambiar esa dinámica y tratar de filmar en otros territorios y potenciar a artistas, realizadores, técnicos de las más diversas especialidades, incluyendo muchas que hoy tienen una indudable carencia fuera de la capital, para que ganen experiencia y hagan su trabajo desde sus propios territorios y los hagan con la mejor calidad?”
El también graduado de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (EICTV), explica que como antecedente ya WajirosFilms ha tenido experiencias “con talleres que hemos realizado en varios sitios del país, por ejemplo, en Gibara, durante el Festival Internacional de Cine Pobre, en particular con adolescentes y jóvenes. Allí se les han brindado herramientas teóricas y prácticas para desarrollar sus proyectos, algo que ellos han agradecido mucho.”
“Y lo sucedido ahora durante estos días de coworking audiovisual nos demuestra que espacios como este hacen falta; que, aunque los realizadores jóvenes estudien en el ISA o en algún otro lugar, y cuenten con una formación previa, siguen teniendo necesidad de aprender, de encontrar ayuda para desarrollar los proyectos que tienen en mente. Contribuir a que eso se materialice es un gusto para nosotros y también un deber, porque quienes pasamos por sus mismas experiencias sabemos que si no hubiésemos tenido personas que nos ayudasen cuando estábamos comenzando, o sin la oportunidad de participar en eventos como la Muestra Joven ―cuyo futuro hoy tristemente es un misterio― o el Almacén de la Imagen en Camagüey, o Cámara Azul de las Romerías de Mayo, quizá no hubiésemos podido intercambiar y aprender de importantes profesionales del cine y tener acceso a materiales para nuestro crecimiento artístico y profesional. Varentierra entonces intenta retribuir ese apoyo que en algún momento nosotros también recibimos.”
“Una ventana oportunamente abierta”
Luis Alberto García no necesita presentación en Cuba. Su amplio y reconocido trabajo en el cine y la televisión de la Isla, y también fuera de ella, le otorgan credenciales más que suficientes para respetar su opinión sobre cualquier hecho o aspecto del universo audiovisual. Y su opinión sobre Varentierra es que se trata, ante todo, de “una ventana oportunamente abierta”. Lo dice, sí, desde su experiencia profesional y también con el valor que le otorga sentirse parte, como asesor de WajirosFilms, de lo sucedido en estos días y sus planes futuros. Incluso, de construir su propia definición.
“Wajiros no significa que nada más que admitamos guajiros ―explica a OnCuba―. Para nosotros Wajiros es un modo de vida, una oportunidad para el que no está en el mainstrean, que no pertenece al ICAIC o al ICRT, que está en la periferia institucional, alguien que a veces ni siquiera es un creador independiente, sino que está aspirando a serlo, a hacer su primera obra. Y Varentierra trata, precisamente, de darle visibilidad a su trabajo, a proyectos que tienen calidad para crecer y llevarse a cabo y que muchas veces se pierden por falta de apoyo y se quedan en la gaveta de quien los ideó.”
“Que algo como esto ocurra me parece maravilloso, porque permite que los realizadores, jóvenes y no tan jóvenes, que están cada uno en su provincia, que por vivir fuera de la capital lo tienen más difícil, se conozcan, se junten, debatan, compartan con gente del medio, están asesorados por gente grande realmente. Imagina que tú estuvieras empezando tu primer proyecto y tuvieras la oportunidad de sentarte a hablar sobre ese proyecto con Fernando Pérez o Rául Pérez Ureta, que son dos maestros del cine cubano, y te digan lo que piensan de tu obra, qué les parece bien, qué puedes mejorar, que te den sus consejos y sugerencias para encontrar la mejor forma de poner en pantalla lo que tienes en tu cabeza. Eso es una maravilla, una oportunidad que creemos que puede ser útil y buena para todos los que han tenido la posibilidad de estar acá.”
“Dinero, ciertamente, no les damos ―acota el protagonista de filmes antológicos como Clandestinos y La vida es silbar, y quien participó en el coworking audiovisual como asesor en dirección de actores―, no tenemos, pero sí le estamos dando apoyo moral diciéndole que su proyecto vale, que tiene calidad y debería seguir trabajando en él; y además, le ofrecemos conferencias y talleres de temas diversos e importantes a la hora de hacer cine, desde derecho de autor hasta edición, que son cosas que puede que algunos las dominen, pero otros no, porque están comenzando ahora. Es cierto que el cine es caro y alegre, pero a veces se pueden hacer grandes obras sin enormes presupuestos, si se tienen el conocimiento y el apoyo necesarios.”
“Nuestra idea es darles a esos jóvenes entrenamiento, conocimiento; que sepan cómo funciona este mundo del cine, no solo en Cuba, sino en el mundo real, ofrecerles un cuerpo teórico e incluso práctico, que es algo que tenemos en mente, para que sepan cómo defender sus proyectos, cómo llevarlos a la práctica, cómo terminarlos, cómo venderlos, cómo promocionarlos, cómo abrirse puertas, y cómo preparar el próximo proyecto también. Y lo importante es que no termina aquí, en este encuentro en La Habana, sino que le vamos a dar seguimiento. Y lo estamos haciendo, o al menos así lo creo yo también en lo particular, porque hay que confiar en los jóvenes, en el audiovisual que están haciendo, en el que ya hay grandes obras, y en las otras que vendrán, y no nos queda de otra que permitir que esa eclosión de talento tenga lugar. Es algo por el bien del cine cubano y por eso estamos apostando”, finalizó el también protagonista de la gustada saga de Nicanor O´Donnell.
Un ejemplo de esa apuesta de Varentierra es Anabel Ramírez Hidalgo, una joven holguinera que presentó a la convocatoria de WajirosFilms el proyecto de largometraje de ficción Miedo o restos de fe, su primero como productora y el primero de su coterráneo Jimmy Ochoa como director. Para ella, la posibilidad de participar en este coworking audiovisual “ha sido realmente genial”.
“Ha sido un espacio que ha potenciado la creatividad, el intercambio, que nos ha permitido un asesoramiento muy enriquecedor, no solo en lo formal y en lo teórico, sino también en lo humano, que es algo fundamental en los proyectos artísticos ―dice a OnCuba―. Y para nuestro proyecto en particular ha sido muy valioso porque nos ha permitido analizar lo que en algún momento vimos como una debilidad, buscar la forma de convertirlo en una fortaleza, buscar asociaciones que nos pueden servir para llevar adelante el proyecto, que ahora mismo está en fase de desarrollo, y en este momento todo lo que contribuya y enriquezca y solidifique el proyecto es importante y bien recibido.”
Anabel confirma que “es muy difícil hacer cine desde Holguín, no solo por la cuestión del financiamiento, que es duro incluso desde La Habana, sino porque allá es más difícil también el acceso a espacios como este, para compartir con especialistas, con personas ya consagradas en el cine, que te puedan asesorar, que te puedan encauzar, que te puedan guiar, más cuando, como en nuestro caso, se trata de nuestro primer largometraje, y esos criterios nos ayudan a superar nuestra inexperiencia, a mejorar y seguir adelante.”
Desde el otro lado
La experiencia de Varentierra, sin embargo, no solo es valorada positivamente por quienes recibieron este fin de semana un amplio arsenal de saberes y opiniones sobre sus obras, sino también por los que estuvieron desde el otro lado, frente al grupo, dirigiendo los talleres, asesorando los proyectos. Para ellos, el debate y la retroalimentación de los jóvenes también resulta una ganancia de lo vivido y un punto a favor de la red nacida ahora.
“Me parece excelente esta iniciativa, porque es un espacio que contribuye a nivelar el conocimiento, la información y las herramientas necesarias para hacer cine, y ayuda en particular a los más jóvenes”, sostiene Claudia Calviño, una joven, pero ya reconocida productora que cuenta en su haber con títulos como Juan de los Muertos, Santa y Andrés, Yuli y El viaje extraordinario de Celeste García, y quien tuvo a su cargo uno de los talleres del evento.
“Espacios como este me parecen muy interesantes porque no solo te confrontan con otros cineastas que están en procesos similares a los tuyos, sino que te ayudan a obtener unas herramientas que resultan básicas, imprescindibles, para poder ya no solo filmar sino llevar adelante tu proyecto audiovisual con todo lo que eso implica ―comenta a OnCuba―. Y es importante que todos puedan tener acceso a esas herramientas para que la competencia sea entonces sobre lo creativo, sobre lo potencial, sobre la calidad artística de una obra y sus posibilidades económicas reales, y no sobre que yo sé hacer mejor una carpeta que tú o cómo hacer mejor un presupuesto, que son herramientas puntuales y no deberían definir la calidad de un proyecto.”
“Además, para mí estar en este tipo de evento es algo muy importante, porque como productora me interesa saber qué buenos proyectos están surgiendo, cuáles se están desarrollando, y es un privilegio porque no solo me permite transmitirles mis conocimientos a los jóvenes participantes, que es algo que puede hacer otra gente, sino también conocer a los nuevos productores, los nuevos directores, los nuevos guionistas, escucharlos, conocer sus ideas, que por demás me gusta y tiene que ver directamente con mi trabajo porque me permite saber dónde está el talento nuevo.”
Como Claudia, el maestro Fernando Pérez también se mostró sumamente complacido de participar e intercambiar con noveles realizadores de toda la Isla.
“A mí la posibilidad de interactuar con los jóvenes me mantiene vivo ―asegura a nuestro medio el director de clásicos como Madagascar y Suite Habana―, porque a lo largo de la vida uno puede tener la tendencia a quedarse con lo que uno sabe, con lo que uno ha aprendido, pero para mí la vida siempre es cambio, es evolución, es enfrentarse a nuevas preguntas sin que estén las respuestas incluso a mano. Por eso el intercambio con los jóvenes siempre me ha enriquecido, siempre me ha motivado a descubrir cosas que a lo mejor yo no estaba pensando y que ellos sí las piensan y las dicen, y eso es algo que siempre busco. Puede que en estos intercambios yo esté inicialmente para transmitirles mi experiencia, pero también estoy ahí para recibir de ellos, para conocer sus ideas, sus puntos de vista y, sobre todo, su audacia.”
Pero más allá de esa interacción, el también Premio Nacional de Cine reconoció sentirse “sorprendido positivamente”, por lo que vio y descubrió desde la misma organización e intenciones de Varentierra, ya más que un encuentro, una red que como su referente arquitectónico, busca salvaguardar las herramientas necesarias para hacer, en este caso cine, y proteger a quienes se cobijen en él de cualquier tempestad que asome en el horizonte, en clave de Wajiros.
“El evento me sorprendió positivamente, me dio una energía no solo por el intercambio con los jóvenes sino también porque su organización parte de una productora independiente, y eso es un hecho inédito en Cuba y sumamente alentador ―aseveró Fernando―. Generalmente uno creería que cada productora se concentraría en sus proyectos, pero que WajirosFilms piense no solo en su propio trabajo, sino en promover, en ayudar, en atender proyectos que no necesariamente esté desarrollando, a mí me realmente me emocionó. Y por eso respondí a su llamado, porque me parece muy positivo, algo que habla muy bien de esos jóvenes que están haciendo el cine cubano de hoy y contribuyendo también al de mañana.”