El pitcheo de los Cardenales de Lara destruyó por completo a la artillería de los Leñadores de Las Tunas, que sucumbió por blanqueada (1-0) ante el plantel venezolano, invicto en dos presentaciones.
La ofensiva antillana solo pegó cuatro inatrapables frente al combinado de Venezuela, que tampoco bateó, pero aprovechó un error en el séptimo inning para rayar la tarjeta y llevarse un importante triunfo que obliga a sus rivales a no fallar.
A continuación, repasamos algunos de los detalles decisivos en el duelo entre Cardenales y Leñadores.
Lo mejor: Ya se ha vuelto habitual que los lanzadores cubanos respondan en lides internacionales pese a las enormes dudas que siempre se levantan a su alrededor. En Panamá se ha demostrado, por enésima ocasión, que los serpentineros cuentan con las armas para rendir a este nivel.
Tras el excelente trabajo de Lázaro Blanco en la apertura, ahora Freddy Asiel Álvarez se vistió de largo y tiró un juegazo a Venezuela. Con estupendo control (el 76 % de sus envíos fueron strikes), el villaclareño completó seis entradas de altura, hasta que en el séptimo lo golpeó la mala fortuna.
Un error de Alexander Ayala despejó el camino para que los Cardenales fabricaran la única anotación del encuentro, sin pegar de jit.
Pese a armar un equipo con marcado énfasis ofensivo, los Leñadores centran ahora sus esperanzas en que el pitcheo siga respondiendo para aspirar a la corona en Panamá.
Lo peor: El bateo de los Leñadores fue un simple dibujo animado contra los envíos de Wilfredo Boscán, Alexis Rivero, Ricardo Gómez y el cerrador Pedro Rodríguez, todos con vinculados a organizaciones de las Mayores en algún momento de su carrera.
Ellos maniataron al plantel cubano, que no logró embasar nunca a su primer bateador y solo colocó a un corredor a tercera base (en la segunda entrada).
Yosvany Alarcón se fue otra vez en blanco (lleva de 7-0 con cuatro ponches), mientras Jorge Jhonson, Danel Castro y Alfredo Despaigne no pegaron indiscutibles en 11 comparecencias al plato.
Como detalle negativo, el estadio Rod Carew ha aparecido como un escenario fatal para los sluggers, y eso es justamente lo que más abunda en el conjunto cubano, conformado con la idea de matar a los rivales con bateo de poder.
No tienen ahora mismo los Leñadores las herramientas para poner en práctica un juego diferente, basado en la velocidad y la inteligencia en los senderos, lo cual puede pasarles factura al final del campeonato.
La clave: En un torneo donde el pitcheo marca la pauta, se vuelve trascendental la producción de largo metraje y la excelencia defensiva. Quien logre conectar extrabases y jonrones, además de mantenerse hermético con el guante, tendrá muchas más opciones de triunfar.
Cuba lo demostró en su debut, con bateo estelar de su limpiabases y cerrojo defensivo contra los Charros de Jalisco. Ahora, en su segunda presentación, no pudieron elevar la pelota (más de la mitad de los outs fueron en rodados por el cuadro) y cometieron un error fatal.
El torpedero Alexander Ayala falló en el séptimo episodio, cuando los Cardenales de Lara facturaron la única anotación del encuentro. La marfilada está en el juego, lo tenemos muy claro, pero errar en un Rolling sin tanta complejidad se paga muy caro.
Lo imperceptible: El toque de bola en el béisbol moderno es una jugada prácticamente en extinción, utilizada solo en momentos muy puntuales. Los Cardenales de Lara lo demostraron en el pleito contra los Leñadores, cuando sacrificaron al torpedero Juniel Querecuto en el séptimo episodio.
En ese instante, no había otra salida. El partido estaba empatado sin carreras, los lanzadores dominaban, había dos hombres en circulación y ningún out en la pizarra. Con esa situación, el sacrificio era lo indicado, pues colocaba la potencial anotación del triunfo a noventa pies del plato.
A la postre, la movida rindió frutos, pues tras el sacrificio, Alejandro de Aza pegó elevado impulsor contra los envíos de Liván Moinelo, quien sirvió un lanzamiento justo al centro en conteo de una bola sin strikes.
Al margen de su pitcheo, Venezuela ganó por la capacidad de su dirección para reconocer el momento justo en que debían utilizar el sacrificio, y por la mentalidad de un bateador que supo buscar lo que demanda una determina situación de juego.
La polémica: Carlos Benítez, Yurién Vizcaíno, Frederich Cepeda, Oscar Valdés, Andrés Quiala… Pablo Civil no llevó a estos jugadores para mirarles eternamente la cara en el dogout, por eso cuesta entender cómo esperó hasta el noveno episodio para mover su banca, pese a que los lanzadores venezolanos golpeaban sin piedad a los titulares.
Civil no puede dormirse en los laureles, y tiene que afinar su capacidad de lectura de las distintas situaciones y momentos del juego. Frente a los Cardenales le falló la intuición y le tembló la mano para sentar, por ejemplo, a Yosvany Alarcón, desconcentrado en el plato.
Ahora el mentor tunero estará en el foco de atención, sobre todo para ver si determina cambios en su alineación de cara a dos choques de vida o muerte este jueves (vs. Charros) y el próximo sábado (vs. Cardenales).