Cuando las cortinas de la actual temporada atlética abrieron sus compuertas, el triple salto mostró lo que acabamos de presenciar en la final del Campeonato Mundial de Beijing. Un dual meet, una batalla, la porfía entre Taylor y Pichardo, entre Pichardo y Taylor, no habría cabida para alguien más. El show sería de ellos.
Pichardo, que regresaba de su sanción en Cuba, provocó a un Taylor aún frío, que sorprendido por la progresión del santiaguero no le quedó otra que caerle atrás de brinco en brinco. Nunca antes se había vivido un año tan pródigo en marcas, tan competitivo. Estos dos saltamontes son los culpables.
En Praga, en Doha, en New York, en Bruselas y en alguna que otra ciudad, se retaron a duelo. Unas veces el cubano se llevó la sonrisa en el rostro, unas menos el estadounidense las pudo sostener, pero los registros plasmaban la cercanía en los saltos. Pedro Pablo comenzó lanzado haciendo sus mejores marcas de por vida en sus cortos 21 años para ubicarse entre los hombres que más lejos han llegado impulsándose con tres pasos. Christian, impulsado por la fibra de Pichardo, no se quedó atrás, y dejó claro que si bien estaba algunos centímetros por detrás (en ese instante), él era el vigente campeón olímpico.
Así se enfrascaron en memorables duelos, en noches en las que la diferencia fue casi nada y en las que perder era un mérito, al final, la cita estaba marcada en rojo en el calendario: campeonato mundial de agosto en Beijing. Lo esperado tocó a la puerta y abrió las persianas.
Días antes de la competencia, Taylor declararía a la prensa de su país: “Ha sido una temporada fabulosa, la mejor de mi carrera. He llegado a donde nunca pero también he perdido bastante con esas mismas marcas. Al final los atletas se miden por los títulos, de los registros solo se acuerdan los libros y las estadísticas. Esto es un campeonato del mundo y el que gane quedará inmortalizado para siempre como el mejor de la especialidad”.
Pichardo, menos medido, más presuntuoso, tras terminar primero en la ronda de clasificación del mundial, expresaría a las agencias en Beijing: “me siento cómodo, ser el líder de la temporada te da tranquilidad, solo falta agarrar el título y levantarlo”.
Llegado el día. Pichardo, con cara de niño malo y gorra encajada en el cogote (al costado mostraba su nuevo apodo: 4P), cuando las cámaras lo buscaron tiró un bailecito de regué y susurró alguna frase elocuente (con malicia) para ayudar a la descompresión. No se confunda usted, no es que el santiaguero sea un guapetón de barrio, es que definitivamente, el atletismo está hecho de alarde y ostentación y la única y exclusiva salida que queda para las presión, es la estridencia, sino pregúntenle a Bolt, aunque él sea un caso aparte.
Taylor, que también pone sus caritas de malo, tuvo que caerle atrás a Pichardo como todo el año. 4P arrancó adelante poniéndole seriedad al asunto, despegando al resto de los saltadores para quedarse en una celda solo a la que únicamente Christian tendría copia del cerrojo.
Carrera, uno, dos y vuelo, donde Pichardo aterrizaba, Taylor llegaba, rozaba el estirón final sobre la arena que se esparcía en el cajón de salto. Vértigo puro. Ambos se fueron solos a competir y dejaron al resto enroscados en la acera del frente batiéndose por el metal bronceado. La competencia anunció su última ronda. Taylor asomó la cabeza, agitó sus manos, se dio palmadas de apoyo (sin voltearse al graderío), gritó al viento, seco, y se emprendió a volar. No cayó hasta los 18.21 m, el segundo salto más largo de toda la historia del atletismo (el primero es de Jonathan Edwards con 18.28 m).
Taylor se fue a la grada a celebrar, sabía que había hecho una monstruosidad, que había puesto a Pichardo contras las cuerdas y con la presión en la nuca y que para ser superado el cubano tendría que estirarse hasta donde nunca lo había hecho.
Como en efecto, Pedro Pablo no pudo, demasiado. Así y todo realizó su mejor salto de la competencia y marcó 17.73 m. Quedaba en plata nuevamente en un campeonato mundial. Su rostro enmudeció, lucía desencajado, la plata le sabía a nada. “Fue una gran competencia pero no pude acercarme a mis mejores saltos”, así nos dijo a OnCuba, sin más.
Antes, en conferencia de prensa, Taylor había remarcado: “Este es el momento para hacer estos grandes saltos, tengo que darle las gracias a Pichardo por levantarme de la cama tan temprano en la temporada, sin su sombra no hubiera podido hacer esto”.
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La plata de Pichardo es fabulosa. Se batió como un gladiador con un hombre como Taylor. Cualquiera de los dos pudo ganar, esta vez le tocó al norteamericano con ese salto monstruosamente formidable. La plata de 4P nos sabe a oro. Arriba santiaguero que tu puedes ir por mas.
Algunos apuntes de la actuación de Pedro Pablo Pichardo en el Mundial
Para muchos, el cubano Pedro Pablo Pichardo es el más talentoso de los triplistas en el mundo, pero debe tener mejor disciplina a la hora de enfocarse en cada salto. Cuando se revisan los vídeos de cada uno de sus seis saltos en el Mundial de China se percibe que hubo diferentes intensidades para pisar la tabla. Quien conozca de la disciplina se dará cuenta que le faltó capacidad para acelerar, que finalmente afectó su técnica y por ende la fuerza. Nunca hubo explosividad. Su último salto de 17,73 m debió ser el primero, para después corregir un poco en los otros cinco. Desconocemos cual es el tiempo que registra el cubano en 100 metros, pero por lo visto muy poca resultó su máxima velocidad y debe empezar a trabajarla y controlarla hasta el momento del salto.
Los atletas que menos velocidad máxima tienen, generalmente, llegan antes a su máxima velocidad antes del salto, pero Pichardo lo hizo al revés parecía que frenaba, trocó pasos, para no fallar en la tabla. Resulta necesario una buena técnica en la carrera, mantener la velocidad máxima y una postura vertical en todo momento.
Existen diversos métodos para entrenar esta capacidad tan necesaria en esta disciplina del atletismo. Métodos como los sprints a diversas intensidades (a modo entrenamiento de intervalos), subir cuestas, llevar peso extra atado para realizar despegues y otros métodos más sofisticados. Sin embargo los elementos que se relacionan estrechamente con el control de la velocidad máxima son la postura y posición de la pelvis.
Para Pichardo conseguir un buen despegue debe trabajar más el movimiento horizontal de su cuerpo, dejar que los flexores de su cadera se estiren para poner la pierna en posición de despegue.
La disciplina del triple salto conlleva ser rápido, controlar la velocidad máxima, visualizar un objetivo (la línea de salto), trabajar duro los tobillos, memorizar la técnica correcta del salto, medir bien las intensidades de tus saltos y ser conscientes de que se puede fallar más de una y dos veces.
El estadounidense Christian Taylor es un magnífico corredor de 400 metros, esa buena velocidad, más su técnica, le proporcionan, muy buenos resultados. Después de sus primeros saltos, su entrenador le comentaba acelera a tu máxima velocidad, pero no descuides la técnica y miren el resultado: por encima de los 18 metros.
Y el Rodolfazo diciendo por televisión que “los cubanos no sacan los mejor de sí en las competencias”. Tremendo anormal. Parece que una plata en este tipo de evento donde compite la élite es bobería. Lo que pasa que el americano hizo un salto increible.
son dos super talentos el cubano joven impetuodo y el yuma q sabe q el otro viene creciendo y miren si es asi q hico la segunda marca d todos los tiempos ya seguiran en esa lucha y ojala el cubano se concentre mas y llegue con todo a rio d janeiro en los olimpics y no le de x volar lejos