A mi gran amigo FR9, para no revelar sus simpatías.
Liván Moinelo irrumpió en mi apasionado mundo del beisbol con apenas 17 años cuando en un juego aplazado entre Villa Clara y Pinar del Río, a finales de diciembre de 2013, salió de relevo y propinó unos 10 ponches. Escuchaba el partido por radio y me preguntaba de dónde había salido aquel muchacho que tantos estrucados le propinó a los campeones nacionales de aquel entonces, dirigidos por Ramón Moré.
El chiquillo comenzó a tomar protagonismo en el staff pinareño pero no me llenaba como lanzador (quizás por las poquísimas libras y el somatotipo que nada tienen que ver con un lanzador de más de 90 millas), y se volvió el principal motivo de discusión entre un gran amigo fanático a los pativerdes y yo.
Le busqué hasta un apelativo que hiciera rejuego con su apellido y demeritara su labor. Con el nombre cambiado, a mi amigo no le quedó otra que, con bastante dolor, seguirme la corriente.
Su debut no pudo ser mejor con aquel Pinar del Río del jonrón dramático de Osniel Madera frente a Matanzas, y en el que Donald Duarte terminó con los arreos en otro partido clave para ceñirse la corona.
En su año de novato tuvo una gran labor con balance de 2-2 y 3 salvados y un buen PCL de 3,62. Con Moinelo no hubo «síndrome del segundo año» al tener justamente su mejor campaña con ocho victorias, solo una derrota y ocho salvamentos, y rebajar su efectividad hasta un excelso 1,46. El 2015 sería el gran año que lo mostraría al mundo.
Primero en febrero fue uno de los principales lanzadores pativerdes en el increíble título de los Vegueros en la Serie del Caribe, al promediar para un excelente 2,57 luego de tres relevos muy buenos. Con Víctor Mesa en noviembre formaría parte de la selección que asistió al Premier 12, y allí también mostró su calidad. Fue el segundo lanzador de Cuba en efectividad en la justa con apenas 2,16. Ganó un juego y propinó 11 ponches en 8,1 entradas de actuación y los contrarios le batearon para un anémico 167. Pero aún así, Moinelo seguía sin llenarme.
Vino la Serie del Caribe 2016 con Ciego de Ávila y allí no le fue nada bien porque abusaron de su labor. Lanzó en 4 de los cinco juegos de su equipo y fue castigado con un abultado 10,38 de promedio de carreras limpias. A mi favor estuvo su irregular temporada como refuerzo de Holguín primero y después de Matanzas en la SN 56, y aproveché para reprochárselo a mi amigo, que desde que apareció con 17 años no paraba de ponderar su curva y su aplomo en la lomita.
A pesar de la irregularidad en la SN 56 terminó con balance general de 12-9, 4 salvados y 3,11 de PCL. Parecía un consagrado con mil años en el box y con la tranquilidad de un lanzador de mil batallas. Pero tampoco me convencía.
Sus cuatro temporadas en Cuba dejan muy buenos números (28-16 con 28 salvados y efectividad de 2,62), y sobre todo su gran capacidad ponchadora. Moinelo ha ponchado a 227 bateadores en 236 entradas para un magnífico promedio de 8.6 ponches por casa nueve innings.
Llegaría el Cuarto Clásico Mundial. Con tanta carretera internacional Moinelo sería el principal relevista del equipo. A pesar de trabajar solo en tres entradas donde permitió una carrera y otorgó cinco boletos fue confirmado su contrato por los japoneses.
Ahora sí, creía yo, le demostraría a mi gran amigo lo sobrevalorado que estaba el lanzador pinareño por todos los cubanos. Lanzaría en la segunda mejor liga del mundo y por si fuera poco en los Halcones de Softbank, el club que defendería su corona, y donde Moinelo tendría que asumir bastante protagonismo como lanzador de relevo.
Esta vez, Moinelo me llenó. Cumplió con su labor de preparador y tuvo varios hold con números de otra galaxia (4-3, un salvado, 2,52 y 36 ponches en 35,1 entradas para un fenomenal K/9 de 9,1).
A pesar de ser el perdedor en uno de los juegos de la Japan Series ante el Yokohama Dena Bay Stars, estuvo prácticamente imbatible en cada salida del play off final. Junto a Alfredo Despaigne entró al selecto grupo de solo cuatro cubanos que han ganado las grandes ligas japonesas.
Liván Moinelo, es campeón de la Serie Nacional, de una Serie del Caribe y de un título de las grandes ligas japonesas. A partir de ahora, el protagonismo aumentará para un muchachito siempre bien centrado en su trabajo.
No me queda otra que aguantar la inmensa alegría de mi amigo, quien me recuerda, constantemente, que siempre tuvo la razón. Me exige ahora que lo siga llamando por el apodo, o que calle de una vez y por todas.
Mi silencio es la mejor respuesta. Liván Moinelo es uno de los mejores lanzadores de Cuba. Tiene el gen ganador en la sangre y lo más increíble, solo 21 años.