El último equipo femenino cubano de deportes colectivos con algún nivel a escala planetaria era el de baloncesto. Sin embargo, tras el fiasco del premundial FIBA Americup, concluido hace una semana en Argentina, las chicas de Alberto Zabala también parecen condenadas al foso de resultados mediocres en que se hunden las restantes selecciones nacionales de mujeres.
El baloncesto femenino cubano se encuentra hoy bien distante de los gloriosos resultados de la década del noventa. Resulta descorazonador que un equipo que obtuvo bronce mundial en Malasia 1990, y que contó con la mejor pivot del mundo del torneo –la villaclareña Leonor Borrell– esté ahora tan distante de la élite del orbe.
Si bien este deporte mantenía resultados estables a nivel panamericano, nunca ha conseguido un cupo olímpico en lo que va de siglo. Repetir el cuarto lugar de Barcelona 92, el sexto de Atlanta 96 –donde Cuba aportó la máxima anotadora de la justa: la holguinera Yamilet Martínez–, o tan siquiera el noveno de Sidney 2000, parece una quimera. Durante cuatro Juegos Olímpicos ha sido imposible lograr la clasificación.
No obstante, al menos quedaban como consuelo las buenas faenas en el área panamericana, como el gran título en la Copa de las Américas 2013 o el peleado bronce en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015. El torneo preolímpico de Francia el año pasado dejó algunos destellos del juego de antaño, pero tampoco se pudo alcanzar uno de los cupos en disputa rumbo a Río de Janeiro.
Con el nuevo ciclo olímpico llegó una lógica renovación. En la justa en Argentina se vieron no pocas caras nuevas en el equipo pero también estuvieron otras con participación en ligas internacionales. Ineidis Casanova actuó en los play off de la liga brasileña con un performance bien destacado. Varias jugadoras lucieron sus dotes en la liga argentina, y en su gran mayoría repitieron en el torneo dominicano.
¿No era este un recorrido internacional suficiente para lograr el objetivo en tierras gauchas?
El torneo FIBA Americup brindaba tres cupos rumbo al Campeonato Mundial de España en 2018, y alcanzar uno era el principal objetivo que llevaba Cuba. Pero el desastre comenzó con una apabullante derrota 35-81 ante un equipo canadiense con el que siempre las escuadras cubanas se han batido sin resquemores, con resultados divididos. Tamaña diferencia de puntos resultó un mal presagio de lo que vendría y confirmó la enorme distancia que nos separa hoy de un rival otrora accesible.
Sin embargo, lo que ningún especialista pudo imaginar fue la derrota 66-69 ante un inexperto Paraguay. Ni los cuatro triples de Ineidis Casanova en el último cuarto –alcanzó un doble-doble con 14 puntos y 13 asistencias– pudieron dar color a la pálida presentación. La secundó Leidys Oquendo con 12 rebotes. El mediocre 36 por ciento de tiros de dos puntos fue la causa principal del desastre.
Por primera vez en más de sesenta años las guaraníes derrotaban a un equipo Cuba de baloncesto femenino. Apenas en el segundo partido de la justa, el supuesto “manjar” del grupo clavó a las antillanas la estocada fatal.
Con semejantes truenos, parecía muy distante una reacción positiva. La derrota 67-70 ante Puerto Rico fue el punto de mate y, como corolario, puso desde ya en duda el título de esta disciplina en los Juegos Centroamericanos de Barranquilla en 2018. No ganar el oro en tierras cafeteras sería un nuevo desastre –si se quiere todavía mayor– para las chicas del baloncesto.
En este partido sobresalió Anisleidys Galindo con una ofensiva de 20 puntos. Nuevamente la camagüeyana Oquendo brilló bajo las tablas con ocho rebotes y Casanova llevó a los libros sus ocho asistencias. Pero la paupérrima puntería desde la larga distancia –solo un 7 por ciento de efectividad– terminó por pesar en la derrota.
Llegado este punto, las cubanas se habían apeado ya del tren del Mundial. Solo quedaba salvar la honrilla ante el débil México. No obstante, la victoria 62-51 no dibuja un panorama halagüeño en el área, porque las aztecas también serán rivales directas el año próximo en los Centroamericanos.
En este último juego, Ineidis Casanova estuvo a punto de conseguir otro doble-doble con 16 puntos y nueve asistencias, mientras bajo las tablas brilló la villaclareña Francys Ochoa con siete rebotes.
Cuba terminó con un decepcionante octavo lugar entre los diez participantes. Conjuntos con menos tradición como Islas Vírgenes, Colombia y el propio Paraguay antecedieron a las de la Isla en la tabla final. Los cupos rumbo a la Copa Mundial de 2018 los alcanzaron Canadá, Argentina y el sorprendente Puerto Rico, que dio la clarinada al vencer por el bronce al favorito Brasil con marcador de 75-68. La alarma ya fue lanzada por las boricuas rumbo a Barranquilla.
El actual equipo Cuba siente la ausencia de la espirituana Yamara Amargo, líder de las antillanas en los últimos años. Aunque la indómita Ineidis Casanova tiró del carro, no fue secundada con la regularidad requerida por jugadoras importantes como Anisleidys Galindo, Arlenis Romero y Marlene Cepeda.
¿Habrá llegado el fin de la era de Zabala como seleccionador nacional? ¿Resultó demasiado drástica la renovación para esta cita? ¿Podrá reponerse Cuba y ganar el título Centroamericano y del Caribe en Barranquilla? Si la amplia participación en ligas internacionales no brindó el resultado esperado, ¿cuáles serán las proyecciones en materia de contratos foráneos?
Demasiadas preguntas para un elenco que comenzó el cuatrienio con el mayor desastre deportivo de la disciplina en lo que va de siglo. La apretada victoria de esta semana frente a un quinteto de la Universidad estadounidense de Siena no hacen mucho para la paliar la incertidumbre.
Parece que se cierra el aro. Que no entran las canastas. ¿Será solo el principio del fin del baloncesto femenino cubano? ¿O podrán las muchachas recuperar su juego, y con ello el respeto, al menos a nivel panamericano?