El hotel NH Capri de La Habana, donde supuestamente se produjeron algunos de los “ataques acústicos” reportados por el gobierno de los Estados Unidos contra diplomáticos de su país, no ha recibido quejas de clientes sobre posibles molestias físicas relacionadas con estos “incidentes”.
“Tenemos constancia de que no ha habido ninguna queja. O los ataques sónicos estos son muy selectivos y son capaces de identificar la nacionalidad del cliente o que alguien me lo explique, dicho esto con todo el respeto para todo el mundo”, declaró a la agencia Efe el consejero delegado de la cadena hotelera española NH, Ramón Aragonés.
Aragonés insistió en que su compañía, que administra el hotel en alianza con la cadena estatal cubana Gran Caribe, no ha recibido ni una sola reclamación de “ningún cliente, ni americano, ni mexicano ni hondureño”.
En su opinión, los posibles efectos en los clientes estadounidenses, como la cancelación de reservas, están más relaciones con las recientes regulaciones de la administración Trump que con los supuestos ataques.
“Si se ha producido algún tipo de efecto no creo que sea por eso, sino un poco por el clima que se está produciendo ahora”, señaló.
Como respuesta a esta situación, Aragonés explicó que su compañía tiene la estrategia de no concentrar nunca la clientela en un solo emisor.
“En el caso de este hotel, solo había un 25 por cento de clientela americana y esto era algo intencionado, nuestro negocio es muy cíclico. El problema que están teniendo algunos hoteles en La Habana es que lo volcaron todo en los americanos. Bien, ahora los americanos se han ido y tienes un problema”, comentó.
A su juicio, la versatilización “quizá te da menos réditos a corto plazo pero protege tu negocio y tu actividad a medio y largo plazo”, lo que ha permitido que la disminución de los viajeros estadounidenses a Cuba no repercutiera en el NH Capri.
No obstante, Aragonés dijo desear “que las cosas se normalicen y que los gobiernos consientan que sus ciudadanos viajen donde quieran, como debería ser”, en referencia a la prohibición aún vigente de que los estadounidenses viajen a la Isla como turistas.
Las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos pasan por momentos de tensión luego de que Washington alegara que más de una veintena de funcionarios y sus familiares en La Habana sufrieron supuestos “ataques” que les causaron una variedad de síntomas físicos de leves a graves.
Aunque la administración Trump no culpa directamente al gobierno cubano de las agresiones, sí lo responsabiliza de no cumplir con su obligación de proteger a los diplomáticos estadounidenses, como establecen los tratados internacionales.
Washington redujo su personal en la embajada de La Habana, suspendió el visado de ciudadanos cubanos y ordenó la salida del grueso de los diplomáticos cubanos en los Estados Unidos, medidas que fueron consideradas “infundadas” e “inaceptables” por el gobierno de la Isla.
Además, emitió una alerta de viaje a sus ciudadanos previniéndolos de viajar a Cuba.
La Habana niega haber facilitado o perpetrado esos “ataques”, e incluso ha puesto en duda la veracidad de los hechos. Además, se ha quejado de la falta de colaboración del gobierno estadounidense en la investigación que ambas partes realizan para esclarecer lo sucedido.
A pesar de que el Capri fue señalado como uno de los alegados ataques, la cadena hotelera Gran Caribe a la que pertenece no aparece en el listado de entidades vetadas por la administración Trump como parte de las prohibiciones para realizar negocios con empresas vinculadas al sector militar de Cuba.
EFE / OnCuba
Ya se sabe que la causa de la sordera son los “grillos”.