Si nuestro trabajo no importa, produzcan sin nosotras. Esa es, nuevamente, la consigna principal del segundo Paro Internacional de Mujeres, convocado para el próximo 8 de marzo. Los hashtags #HaciaLaHuelgaFeminista y #WomensStrike han comenzado a llenar el ambiente y medios de prensa de todo el mundo dan seguimiento al proceso que comenzó a gestarse en el último mayo.
El primer paro tuvo presencia en los cinco continentes. Este se prevé aún mayor. Setenta países están convocados. En su antesala se discute para qué el paro y cómo hacerlo, se evalúa lo sucedido en 2017, se innovan estrategias, se crean alianzas.
Algunos alegarán que es un sinsentido. En definitiva, nadie ha dicho que el trabajo femenino no importe. ¿Qué mentes enloquecidas forman semejante barullo frente a algo que, al menos en una parte considerable del globo, ya es derecho asegurado? Esa lucha es agua pasada desde que las mujeres tienen derecho al voto, reconocimiento de sus propiedades, presencia en los órganos políticos, en el mercado laboral, en las escuelas y universidades. Dirán.
Quizás otros, desde nuestra orilla del Caribe, reconocerán la legitimidad del empeño. Acto seguido acotarán que, para nuestra suerte, los motivos del paro no tienen que ver con el estado de cosas en la Casa Cuba. Conversaré con unos y otros.
La consigna del Paro invita a pensar sobre el trabajo que las mujeres realizamos y que es invisible en sociedades aparentemente igualitarias. Ese trabajo es invisible para instituciones, políticas públicas, estadísticas y cuentas nacionales. (Con notables excepciones, el trabajo no remunerado, realizado habitualmente por mujeres, no entra en las cuentas del PIB ni en otro indicador económico). La consigna invita a pensar, incluso, que puede ser invisible para nosotras mismas cuando, en lugar de trabajo, lo llamamos deber, moral, amor.
Si las mujeres paramos, ¿qué pasa? La respuesta hay que buscarla en la división sexual del trabajo. Las mujeres trabajamos más en peores condiciones, trabajamos más con menos ingresos, somos más vulnerables a los despidos, tenemos menos activos económicos y más dificultades para la contratación laboral si estamos en edad fértil o pensamos tener hijos.
Seguramente tendremos un acuerdo básico si invito a pensar en la tan nombrada “doble jornada femenina”. Nadie se atrevería a desmentirla. La etiqueta bautiza el hecho de que muchas mujeres realizan una jornada de trabajo asalariado y, además, una jornada de trabajo no remunerado en sus hogares, como cuidadoras. Esa última es poco o nada reconocida y, explícitamente o por omisión, se considera trabajo no productivo. En países de América Latina, las mujeres dedicamos un promedio de 39,13 horas semanales al trabajo no remunerado en los hogares; los hombres, 13,72.
Siguiendo esa línea, según las estadísticas disponibles, casi la mitad de las mujeres cubanas que integran la población en edad laboral no producen. No tienen relación laboral formal en ningún sector productivo o de servicios. Sin embargo, sí producen. Producen fuerza de trabajo –para el mercado laboral capitalista y / o para la Patria socialista, como prefieran. Reproducen la vida en situaciones de escasez aguda y de carencia de infraestructuras públicas de cuidados. En ese grupo también están las mujeres que trabajan solo como cuidadoras durante años y son calificadas, eufemísticamente, como “amas de casa”.
El Paro Internacional de Mujeres denuncia lo anterior; complejiza el concepto de trabajo. Hace lo mismo con la violencia, y evidencia las cargas que soportan las mujeres. Propone que revisemos cómo convivimos, cómo trabajamos, cómo consumimos y cómo cuidamos.
Que sean las mujeres las que paren, mostrará cuáles son los sectores que están más feminizados y el peso que tiene la fuerza de trabajo femenina en la economía de los países. Denunciará, además, el no reconocimiento del trabajo femenino en los espacios “privados”.
La propuesta es un paro de trabajo, consumo y cuidados. Así se interpelará el orden de los lugares de trabajo asalariado, de los hogares, las cocinas, los cuartos, los mercados. De cada casa. El orden que reproduce el trabajo precario y empobrece los márgenes de las ciudades y los campos. El orden que excluye más a las mujeres negras, a las mujeres transexuales, lesbianas, sexualmente diversas. Por tanto, será un nuevo momento donde preguntarnos: ¿Por qué paran las otras mujeres? ¿Por qué yo pararía? ¿Por qué no?
La convocatoria reconoce también que hay trabajos que no pueden parar. Trabajos de cuidados que nadie más puede realizar, trabajos que, de detenerse, resultarán en desempleo seguro cuando es la única fuente de ingresos, por ejemplo. En esos casos, se invita a denunciar justamente los motivos por los cuales no se puede parar.
Las mujeres cubanas, ¿tenemos razones?
En 2017 hubo noticia de algunas instituciones cubanas que el 8 de marzo se pronunciaron respecto al Paro Internacional de Mujeres. El Instituto de Filosofía, el Centro Oscar Arnulfo Romero, el Centro Pablo. Mariela Castro, directora del CENESEX, hizo una declaración de solidaridad.
Más allá, el asunto estuvo casi ausente en los medios oficiales y no oficiales. No tuvo prioridad en la madeja de cuestiones que importaron en primer plano.
El 8 de marzo, no obstante, no se pasó por alto. En Cuba la fecha es celebratoria. En 2017 se habló sobre el lugar de las mujeres en la política cubana, en la ciencia, en el ámbito “productivo”. Se mencionaron las opciones recreativas y culturales preparadas para ese día, se destacó la virtud del esfuerzo y la ternura femenina, se destinaron ingentes comentarios a las postales florecidas. Se siguió, en definitiva, el guion que acredita un 8 de marzo local como fecha “de alegría y reconocimiento a las féminas cubanas”.
Con esos gestos se recuerda que la legislación revolucionaria cubana se ha identificado con la promoción de la presencia y equidad de las mujeres en los espacios productivos y de dirección, y que gozamos de derechos aún incumplidos por otros Estados. Entre ellos, el aborto, una licencia de maternidad extensa, una licencia de paternidad que legalmente –no así culturalmente– permite compartir los cuidados tempranos, etcétera. Es cierto que lo anterior es imprescindible para cualquier análisis sobre las mujeres en Cuba.
Se nos recuerda menos –también hay que decirlo– que en nuestro país las mujeres estamos sobrerrepresentadas en los grupos de menores ingresos y en la franja de pobreza; subrepresentadas en el sector no estatal de la economía, que es el que provee mayores ingresos; que tenemos una mayor carga de horas de trabajo en el hogar y en las actividades de cuidado; que el acoso sexual callejero requiere políticas públicas que lo afronten al igual que los feminicidios y otras formas de violencia; que contamos con una precaria infraestructura de los cuidados; y que el actual proceso de transformaciones está develando desigual empoderamiento entre hombres y mujeres, por ejemplo.
Entonces, ¿tiene sentido pensar en el paro? ¿Este 8 de marzo tendrá la misma discreta resonancia que en 2017?
La Cuba de hoy no es la misma que la de hace un año. Entre los cambios apreciables está una mayor preocupación social por las condiciones de las mujeres.
De marzo pasado a la fecha, los medios oficiales y no oficiales han incluido más contenidos relacionados con las desigualdades de género. Hay evidencia suficiente del cambio. Instituciones no gubernamentales y proyectos ciudadanos avocados a esta cuestión, continuaron ganando presencia pública.
Además, se creó en Cienfuegos el primer gabinete jurídico sobre violencia de género. La fecha de su anuncio coincidió con la comunicación –por primera vez en la prensa estatal– de un caso de feminicidio en esa misma provincia. Se tuvo noticia al menos de otro caso, a través de la denuncia de un colectivo feminista.
También durante este año se ha anunciado que se publicarán los resultados de una encuesta nacional de igualdad de género realizada por el Centro de Estudios de la Mujer en 2016. Y se han presentado fragmentos de estos en espacios públicos.
El año 2017 también registró la creación, consolidación y mayor presencia de grupos, proyectos y organizaciones preocupados por las desigualdades en general y las desigualdades de género en específico. Ese empeño es evidente, también, en publicaciones y debates acerca de derechos, política, cultura, y procesos sociales.
El lapso entre el primer y el segundo Paro Internacional de Mujeres no nos dijo mucho sobre la desprotección del trabajo sexual; la exclusión en base a la orientación sexual; la sexualización de las mujeres en medio de la transformación política y económica; ni sobre la presencia o ausencia de agendas feministas en la institucionalidad política cubana en el actual proceso electoral.
Sin embargo, aún sostengo que estamos en otro lugar. Quizás de mayores y mejores preguntas. Frente a ello, ¿en qué claves los medios abordarán el Paro Internacional de Mujeres? ¿Identificaremos algún camino para acompañar el paro? ¿Pensaremos nuestras razones para parar, o no parar?
Organizadoras de esta huelga han declarado que el objetivo es que “nadie mire para otro lado”. ¿Cuba hacia dónde mirará?
La FMC no tiene autonomía como para hacerle ningún reclamo al gobierno ni demandar a este o alguna persona jurídica.
Qué es lo que van a parar? Jaja. Qué escrito tan vano. Blaff.
En Cuba no se dan esas condiciones para la mujer… No tiene sentido hacer un paro…
Lily, me encanta tu columna, que es lo que escribes, no te lo mando a decir con nadie.
La mujer mía seguro no protestará,trabaja siete noches y descansa 10,el que debería protestar soy yo,soy el que mas trabaja el que mas gana y el que menos gasta.
Justo de eso habla el texto, Magiel; sobre si las mujeres cubanas tenemos o no tenemos razones para parar. En mi consideración, y por los argumentos que menciono escuetamente, la agenda del Paro no es tan distante de una eventual agenda feminista en Cuba. Solo menciono dos ejemplos.
El Paro se pronuncia contra la violencia de género. En Cuba recién se empiezan a tomar acciones institucionales contra la violencia de género (como la creación del primer gabinete jurídico específico para ello), y se expanden iniciativas como el Proyecto Únete, dirigido a ese mismo problema. Las cifras sostienen el empeño. Según una encuesta realizada por el Centro de Estudios de la Mujer (de la cual aún no se conocen los resultados íntegros), el 81,4 por ciento de las mujeres entrevistadas (que integraron la muestra representativa del país que consideró la investigación) admitieron que existe violencia hacia las mujeres y niñas en Cuba.
El segundo ejemplo (de muchos otros posibles) es el relativo al trabajo no remunerado que realizan, sobre todo, las mujeres. Ese trabajo se invisibiliza socialmente, políticamente, económicamente (no se considera en las cuentas económicas, no recibe reconocimiento en el sistema de seguridad social, se considera trabajo no productivo, etc.). La cantidad de horas de trabajo no remunerado que realizamos las mujeres, es un problema transversal en la sociedad contemporánea global. Es algo presente en toda América latina, en Norteamérica, en Europa, en África y en todas las geografías. Cuba no está fuera de ello. El Paro denuncia la división sexual del trabajo que tiene que ver con ello, y denuncia también los lugares más desventajosos que tenemos las mujeres en el mercado laboral (también el cubano).
Ciertamente, en Cuba hemos dado pasos importantes. Es cierto también que faltan muchos. De esos que faltan, una parte están agendados en el Paro y yo, como mujer cubana, me reconozco en ello. La invitación es justamente a debatir al respecto.
En Cuba el trabajo de las mijeres, si importa, tan escasi , que la gran mayoría de dirigentes, en toda Cuba son las mujeres, tanto en el partido, como en todo, ellas son las que mandan .❤️
No entiendo si este artículo es solo ganas de escribir o de buscar una confrontación contra el Estado a toda costa.
Por lo que veo los mayores problemas que aún sufren las cubanas están el plano doméstico. Entonces el “paro” seria en la casa, una jornada de brazos caídos. Algo como: “-Hoy no limpio, no friego, no lavo (falta que coincide con el día que no entra en agua de la calle), y no cocino (día de pizza).
Como bien se dijo en otro comentario, la presencia de la mujer en el mercado laboral estatal es bien alta, sino mayoría, y en los puestos de dirección más aún.
Una duda, cual es el punto donde un “piropo” pasa a ser acoso sexual. O sea, piropear, sin obscenidad, podría considerarse acoso?
TM.61, no, el texto no es solo ganas de escribir ni de confrontar con el Estado a toda costa. Esa visión que usted supone es la que pone freno, siempre, a la construcción de nuevas demandas, al debate sobre necesidades sociales, políticas y económicas, y limita mucho los empeños por democratizar lo público y lo privado.
Los principales problemas de Cuba relacionados con las desigualdades de género no están en el plano doméstico, como le argumentaré enseguida. Sin embargo, si así fuera, eso no quiere decir que sea algo no-político ni que suponga ausencias de compromisos del Estado. Si los “problemas que aún sufren las cubanas” estuvieran solo ahí, sería necesaria la construcción de políticas públicas para el desarrollo de nuestra precaria infraestructura de los cuidados, por ejemplo (círculos infantiles públicos, hogares de atención a la ancianidad, etc.). Sería necesaria, también, la acción de las instituciones contra la violencia de género en espacios domésticos (no tenemos ley de violencia de género, por ejemplo), y contra las desigualdades en los usos del tiempo; también contra el hecho de que las mujeres tenemos menos activos económicos que aseguren nuestra autonomía en situaciones de separación o divorcio o que haya mayores dificultades de las mujeres para el acceso a la justicia en litigios por bienes. (le puedo pasar referencias de los estudios que así lo demuestran).
Ahora bien, esos temas están en la agenda del Paro Internacional de Mujeres, y “solo” ellos merecerían que pensáramos si las mujeres cubanas podríamos o deberíamos tener algo que ver con el Paro.
Pero el asunto no termina ahí. Si dirigimos nuestra mirada al mercado de trabajo, también aparecen desigualdades. Por ejemplo, en el sector privado de la economía solo el 32% son mujeres. Esa cifra puede comunicar cosas de distinto tipo. Una de ellas es que, al parecer, las mujeres contamos con menos capital (de distinto tipo, económico, social, etc.) para tener emprendimientos privados, siendo hoy ese sector el más dinámico de la economía cubana. Podríamos hacer otros análisis, pero dejo aquí ese punto.
Respecto al área expresamente de la política y del sector estatal, copio aquí un fragmento de un texto que escribí hace unos meses sobre el tema, y que tienen los principales argumentos que me gustaría compartir con usted. Ahí están los números y algunos análisis.
Milagro, este fragmento también se lo comparto, como comentario.
(TM.61, sobre el tema del piropo y el acoso hubo muchísimo debate cuando se publicó aquí mismo en OnCuba el texto de “Calladito te ves más bonito”. Le invito a leer el debate, que ahí creo que se esclarece las relaciones entre una cosa y otra).
Acá le dejo el fragmento prometido (esta es la fuente, por si gustan leer el texto completo: http://www.cetri.be/Nosotras-ellas-y-ustedes-Mujeres?lang=fr ):
“En 2016, una vez concluido el Congreso del PCC, quedó electo el nuevo Buró Político y del Secretariado, para el periodo 2016-2021. Hoy, el Buró Político lo integran 17 personas; a su interior, cuatro mujeres [4] , el 23,5% de los miembros de instancia. Sin pretensión de estricta paridad estadística —teniendo en cuenta que las mujeres integramos la mitad de la población cubana—, es posible decir que estamos subrepresentadas en el principal órgano del PCC, el cual, a su vez, dirige el Estado cubano. [5] Sin embargo, es merecido un destaque : respecto al Buró Político aprobado en 2011-2016, donde solo había una mujer, el actual periodo hubo tres nuevas incorporaciones de representantes políticos de ese género. El Secretariado del PCC, sin embargo, sí mantuvo solo una mujer dentro de sus cinco miembros.
Los datos sobre las Asambleas del Poder Popular permiten otro tipo de análisis. Según información publicada por la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), en 2016 el 48.9% de los miembros de la Asamblea Nacional del Poder Popular son mujeres ; mientras que en las Asambleas Provinciales representan el 51%. El panorama cambia considerablemente cuando se examinan las Asambleas Municipales del Poder Popular. Allí, en 2016, las mujeres integraban el 33.5%. Casi veinte puntos porcentuales no es despreciable. ¿Qué sugieren esas cifras?
Una primera lectura puede ser que en los órganos provinciales y nacionales opera, con éxito, una política de promoción de las mujeres para su participación activa dentro el sistema político; el resultado ha sido una total paridad de género en esos niveles. Aunque no existe una norma que establezca cuota de género para la nominación y elección de candidatas en esas instancias, en la práctica opera de ese modo, a través de los procesos de selección que realizan las Comisiones de Candidaturas, que son las designadas para proponer candidatos. Sin embargo, una política de promoción de la equidad de género ha obtenido resultados más discretos (aunque considerables, si tenemos en cuenta la evolución de las cifras) en las AMPP, que es donde se pone de manifiesto directamente la mirada y elecciones de la ciudadanía ; es —solo— allí donde ciudadanas y ciudadanos nominan y elijen. La presencia de las mujeres en ese ámbito implicaría que la propia ciudadanía las propusiera y votara por ellas como representantes políticas, pero lo hacen en menor medida. Entonces, podría decirse que la brecha de género, socialmente reproducida, se expresa con claridad cuando se habla, también, de elecciones políticas.
Algo parecido a lo que sucede con las AMPP salta a la vista cuando se revisan, por ejemplo, los datos sobre la estructura de los sindicatos en Cuba. Aunque esas no son instancias estrictamente políticas, la información sobre ellas permite identificar pistas sobre la reproducción de relaciones de poder, en base a género, en los espacios públicos cubanos. Según la ONE, en el 2005 eran mujeres el 57.1% de los dirigentes de secciones sindicales, el 56.5% de dirigentes de buroes sindicales, y el 58.9% de los cuadros profesionales del movimiento sindical. Sin embargo, ellas fueron alrededor —solo— del 20% de los héroes y heroínas del trabajo, distinción que dan los sindicatos. Cómo debemos leer esos datos: ¿las mujeres son más dirigentes sindicales y menos “ejemplares” en el trabajo ? La pregunta, al menos, levanta una alerta que valdría la pena explorar. Preveo que las respuestas estarán en la reproducción estructural de la desigualdad de género.
Otro dato pone en tensión la política de promoción de las mujeres en cargos políticos de alto nivel. Si bien las cuotas basadas en principios de acción afirmativa —aunque no esté así regulada ni institucionalizada— impactan la composición de las instancias provinciales y nacional del Poder Popular, no sucede lo mismo en los cargos de gobierno de las carteras ministeriales. En el Consejo de Ministros, el presidente, vicepresidente primero y cuatro vicepresidentes son hombres. Contando los jefes de gabinetes y los viceministros primeros, las mujeres son el 27%, y entre los viceministros representamos el 26.5%. La acción afirmativa tiene menos consecuencias, entonces, para los órganos de gobierno.”
Saludos!
delarosa, seguramente en esas horas que, según usted, la mujer “suya” “descansa”, ella sigue trabajando en la casa cocinándole, cuidando a los hijos (si tienen) o a padres y madres más ancianos (si tienen), buscando la comida en las situaciones de escasez del país, lavando, o haciendo todo lo que hace falta para reproducir la vida. Si la mujer “suya” de verdad descansa, estará entre las pocas mujeres en el mundo que lo hacen, y entonces quizás sea más consciente de todas las mujeres que no lo pueden hacer. Habría que preguntarle a la mujer “suya” si en su trabajo nunca se ha sentido violentada, excluida o manipulada por ser mujer. Seguramente “su” mujer y yo, y nosotras, tendríamos mucho más que conversar. Seguramente, también, tenemos mucho más en común que lo que usted cree.
Hola Ailynn,
Una vez mas creo que das en el clavo. Justo en el medio. Deberia anyadir que tener mas participacion en la crianza de los hijos es un placer que muchos hombres debieran explorar. Se conoceran mas a si mismos al enfrentarse a situaciones muy particulares de esta empresa.
Pero no puedo dejar de repetirte algo y te pido explicitamente que no lo interpretes como un rechazo a las legitimas demandas que tan bien expones.
Vivo en el mejor pais del mundo, Suecia. Un lugar donde la batalla de generos se ha desbordado incurriendo en excesos. Mucho cuidado con la corrupcion. Organicense y hagan “paro” pero sin atentar de manera sistematica contra la calidad de servicios que han de ser los mismos para el machista de veras, el supuestamente machista o el feminista. La igualdad ha de ser de oportunidades. Los sprinters masculinos y femeninos seguiran teniendo competencias separadas. No habra de darsele 20 metros de ventajas a las mujeres en la carrera de los 100 metros planos porque tienen un 30% de masa muscular menor. Ni las politicas de dopaje deberan diferir. Se mantienen carreras separadas. Y esto habra de aplicarse a casi todos los ambitos. Tuve varias profesoras en el pre y en la Universidad. No estaban ahi por “acción afirmativa”. Estaban ahi por talentosas, honestas y trabajadoras. Julia, Maya, Marilyn, Mayra, Fabiola, etc.
Por mas que busco no encuentro la manera de exagerar la importancia de esto.
Es increible el adelanto que tenemos en estos temas en Cuba. Tambien es cierto que quizas nos hemos estancados. No creo que haya una cultura de violencia hacia las mujeres. A Nicanor O’Donell le resultaba imposible darle un garnaton a aquella chica. Y son muchos los hombres cubanos que comparten esta etica. Alguna que otra nalgada en el apogeo del sexo, pero poco mas. Y la guerra descrita por Buena Fe, que resulta erotizante para no pocos miembros de ambos sexos.
No pierdan la ternura chicas. Esto aca puede ser un infierno.
Un saludo, y suerte.
Omar
Gracias, Omar, por la lectura y los comentarios. Ciertamente, todo empeño, por democratizador que sea, corre el riesgo de la corrupción. Por eso la importancia de la observación pública constante, la búsqueda del tino y la justicia, y la flexibilidad y renovación (quizás, por falta de eso, es por lo que en este tema nos “hemos quedado estancados”, como dices). Debo decir, sin embargo, que en lo personal no estoy en contra de las políticas de acción afirmativa, aunque sí de su corrupción, como en todos los casos. Estoy a favor de que las universidades tengan, por ejemplo, becas o cupos para poblaciones históricamente excluidas, o que tengan políticas de equilibrio de género en sus matrículas, y así. Esas políticas encarnan muchos riesgos, pero valen la pena. Lo otro sería dejar el acceso a manos de la meritocracia exclusivamente. Pero ya está muy sabido que la meritocracia lo que hace, gran parte de las veces, es reproducir el orden de la exclusión. Los desposeídos, por trabajadores e inteligentes que sean, van a seguir teniendo menos “méritos” en la carrera social, y eso está comprobado. Lo otro, el sueño americano de quien se hace a sí mismo, es eso, el sueño que soporta la lógica capitalista estadounidense en las espaldas de pocas excepciones. Entonces, sí, toda agenda debe permanecer bajo el control público que garantice que no de corrompa en sus sentidos y su práctica.
Ahora, estoy de acuerdo en que el acceso a servicios que satisfagan derechos fundamentales, por supuesto, tiene que ser igualitario. Sea o no machista, sea o no violento, sea lo que sea. Ahí tenemos total acuerdo.
Sobre la ética no violenta de los hombres cubanos, podríamos conversar más detenido. Los índices de violencia doméstica en Cuba son altísimos. Como mencioné en un comentario anterior, un estudio representativo acaba de arrojar que el 81.4% de las mujeres cubanas admitieron que existe violencia contra las mujeres en el país. Entiendo que hay que dimensionarlo, y debatirlo, pero yo no daría por sentado que hay una ética no violenta.
Otra vez, muchas gracias por la lectura y comentarios!
un abrazo
¿Uds han visto cuantos autos son manejados por mujeres en Cuba? Se los dejo de tarea…
Gracias Ailynn.
Es verdad que hay un poco de mano suelta por ahi. No todos somos Nicanor. Pero para que el 81% de las mujeres aleguen haber recibido algun tipo de maltrato de manos de hombres en Cuba, habra que tener una definicion de maltrato muy amplia. Me callo. Tengo que hacer la tarea y llegar a la encuesta.
Lamento haber dado la impresion de que estoy en contra de la reafirmacion positiva en general. De hecho no tengo una opinion completamente formada. Pero desde ya me la cuestiono solo en el caso de las mujeres, porque las he conocido muy talentosas en diversos ambitos, no creo que necesiten de tal cosa una vez que las tareas del hogar se distribuyan parejo. Y ademas, no deberia ser una representacion del 50% la medida del balance. En algunos ambitos sera mas y en otros sera menos. Creo que tengo que informarme mejor.
Gracias a ti, Omar. Si, tienes razón, la paridad por género no tiene siempre que ser cuantitativamente la mitad. Deberá depender del sector, etc. Ciertamente hay mujeres talentosas en todos los sectores. Eso no hay duda. El tema es que en muchos casos a las mujeres les cuesta mucho más llegar a esos puestos o mantenerlos. Y eso es, entre otras razones, por lo mismo que dices; las jornadas de trabajo no remunerado en el hogar desigualmente compartidas, la sobrecarga en los cuidados, etc. Sobre lo del maltrato: sí, es una idea de amplia, que incluye maltrato psicológico y/o físico. Los dos relevantes. Pero va más allá de eso. Aquí mismo en OnCuba hemos publicado algunos textos sobre violencias. En los últimos meses, por primera vez, se ha tenido conocimiento público de dos casos de feminicidio (uno de ellos publicado en la prensa oficial). Y acaba de salir en Granma un texto sobre el proceso de adopción en Cuba (te lo recomiendo), donde se hacen guiños a ese tema evidenciando que no es tan escaso como dos feminicidios en el año. Este es el fragmento: “Se han dado casos en Tribunales de hombres que han asesinado a esposas frente al niño, y esa no ha sido razón suficiente para privar al padre de la patria potestad”.
En fin, hay tela por dónde cortar.
Seguimos conversando. Es un placer!
Saludos
Hola Ailynn,
Se me escapo el correo anterior sin despedirme. Disculpa. Si tengo que escoger entre saludo y abrazo, escojo el abrazo. Por aquello de que ¨despues de haber sido hermano es muy triste ser señor¨. Me quedaron algunas cosas por decirte en lo que busco un poco de datos. Creo que darle un servicio neutral a un tipo sabidamente violento con las mujeres esta un poco duro. El machismo y el abuso no son necesariamente la misma cosa. Especialmente cuando ya se habla de micromachismos. Yo soy machista, pero no abusador. Si me estoy tomando esto demasiado en serio, me avisas.
Leyendo los comentarios a uno de tus interesantes articulos hace unos dias, vi una mencion a una tal Camille Paglia y le segui el rastro. Interesantisima. Vistas las cosas desde su optica, yo creo que si lograran adormeserles los impulsos machistas por un rato a un grupo aleatorio de hombres y durante este intervalo le hacen una encuenta sobre violencia psicologica por parte de las mujeres, el 100% se consideraria victima. La anestesia machista seria necesaria para que los prejuicios no los convocaran a hacerce los duros y no admitir que son (somos) vapuleados regularmente por las mujeres. Me gusta la Camille. No trato de trivializar la violencia fisica contra las mujeres. Pero en cuanto a la psicologica, hay tambien tela por donde cortar.
Seguire tus articulos y buscare informarme. Que sea para bien. A veces me pongo un poco idiota, pero solo a veces.
Un abrazon pa´ ti,
Omar
Las Mujeres tienen que decidirse, también los hombres, pues ante una publicación como la presente, que que pretende aplicarse también para Cuba, no deje otro lugar a margen de negociación, ellas quieren tomar el cielo por asalto, pero lo más recomendable es que ´piensen bien a dónde quieren llegar, ellas son dueñas de su cuerpo, y para su completa emancipación tiene que reclamarle a la naturaleza sobre lo que resta de sus diferencias, la eliminación de la menstruación o no utilizarla como excusa en ningún momento, lo demás de ellas mismas solo depende, por lo menos en Cuba, donde pueden llegar hasta donde su capacidad le permita al igual que los hombres, solo tienen que decidirse, si desean casarse y reproducirse, si quieren trabajar o administrar el hogar y cuidad de la prole matrimonial o cambiar con el hombre de papel en el matrimonio, ellas mantienen el hogar y el hombre es el cuidador, porque lo que hasta ahora ocurre es que la división del trabajo ocurre así porque se aprovechan las avilidades de cada género, pero que no venga una feminista que quizás sea enemiga jurada de los hombres porque están en la competencia a decir que no reciben ingresos por su trabajo que en Cuba además tiene mucha participación de sus compañero de vida, las que trabajan al salir del mismo se reparte con el hombre las tareas domésticas y es casi generalizado, uno recoge los niños, el otro a la bodega, otra cocina o ambos lo hacen y colaboran , pero no reconocer que los hombres de esposas que no trabajan de su salario solo dispone de algunos pesos para sus cigarros aunque muchos dejaron ya ese vicio, o su cervecita que también consumen sus esposas, y el reto de su salario pasa a las manos de sus mujeres, porque sino nadie come, asi que busquen por otro lado, o firmemos otro contrato, no formemos parejas, que ellas hagan su mundo con mujeres, que el hombre quedara con aquellas que se sientan con todos sus derechos complementandose con el sexo masculino, mientras que ambos nos queda el recurso de la masturbacion que ademas es lo que piueden recibir de otras fweminas, o un pdeazo de goma que suplante nuestros penes, hasta que la especie desaparezca.
Gracias por traer estos temas Ailynn! muy necesarios en todas partes del mundo, incluyendo Cuba.