El teatro y el cine se unieron en el Festival de Gibara, con el estreno de la más reciente obra del joven dramaturgo holguinero Yunior García.
Humo es el título de la puesta en escena protagonizada por los actores René de la Cruz y Félix Beatón, una propuesta de los grupos Trébol Teatro y Teatro del Sol en la que dos fumigadores tienen la misión (posible) de cerrar un cine por haberse convertido en un foco de vectores.
La obra es “un homenaje al cine desde el teatro con dos actores que han incursionado mucho en el séptimo arte y sirve también para cuestionar los problemas que tiene hoy el cine cubano”, comentó su autor a OnCuba.
“El cine convertido en un foco de vectores es una metáfora que nos encantó a los tres porque hasta cierto punto nosotros somos o nos ven como algunos de esos vectores, así nos califica mucha gente…”.
Los protagonistas, llamados Luis y Augusto como los hermanos Lumiere, los inventores del cinematógrafo, ofrecen disquisiciones sobre qué es ser actor, sobre la censura; intercambian discursos y actitudes, espiritualidades y sentimientos, con parlamentos llenos de fuerza, referenciales hasta la médula.
Con una producción ingeniosa pero sencilla, la puesta en escena permite al espectador sentirse dentro de un cine, efecto muy bien apoyado por los medios audiovisuales. Una maya transparente se convierte en la pantalla por la que pasan memorables títulos del cine cubano como Lucía, Memorias del Subdesarrollo, Papeles secundarios, Fresa y Chocolate, Suite Habana…
Para García, también autor de premiadas puestas como Sangre, Semen y Jacuzzi, el montaje de la obra resultó un desafío. El primer inconveniente fue que el trabajo debió hacerse con más de 700 kilómetros de distancia por medio, con los actores en La Habana y él en Holguín.
Apenas dos semanas antes del estreno, De la Cruz y Beatón llegaron a la urbe holguinera y comenzó el trabajo en conjunto.
“En el caso de Renecito, fue más fácil el trabajo actoral, pero Beatón no hacía teatro desde 25 años atrás cuando salió del grupo holguinero Duende que dirigía el maestro Carlos ‘Carlín’ Jesús García, a quien a propósito está dedicada la puesta. Creo que es una manera de sellar la deuda que tenía con este grande de las tablas, por todo lo que hizo por el teatro en Holguín y en Cuba”, explicó el dramaturgo.
Humo nació en Gibara. Según Yunior, a raíz del éxito de Jacuzzi, presentada en 2017 en la anterior edición del Festival de Cine, René de la Cruz —quien comparte la dirección de la actual puesta en escena— y Beatón se acercaron a él para pedirle que les montara una obra. Así comenzó el trabajo.
“El reto mayor fue en pocos días equilibrar a los actores para la dinámica de la puesta. Fueron horas interminables de entrenamiento y ensayo hasta que logramos cogerle el tono a la obra, pero gracias a tal esfuerzo alcanzamos construir imágenes y discursos muy interesantes a partir de una poética verdaderamente suigéneris”, dijo el autor.
“Algo que me preocupaba verdaderamente era que el público no viera a René y a Félix como acostumbran a verlos en la pantalla, que les resultaran extraños en otros roles que la televisión no les da la posibilidad de demostrar. Sin embargo, creo que ambos personajes están bien construidos y llegan con facilidad a los espectadores”.
De acuerdo a la crítica especializada, García acostumbra a entregar puestas exquisitamente depuradas, despojadas de lugares comunes y vacíos dramatúrgicos. Sus creaciones se edifican a partir de un riguroso estudio, basadas en un profundo y arduo trabajo con los actores.
Por lo general son propuestas que hurgan en la Cuba actual, que abordan los problemas y realidades de la Isla a partir de una inteligente visión desde las tablas. Con Humo, sigue también estos derroteros.
Cuestionadora en esencia, esta obra descubre el burocratismo ineficiente, el desmoronamiento de las relaciones interpersonales ante las nuevas tecnologías, el discurso reiterativo y envejecido de la institucionalidad.
Pero, sobre todo, rinde homenaje al cine. El cine que tiene en Gibara una de sus tierras más acogedoras y que continúa enamorando, incluso desde el teatro, a más de un siglo de su creación.