A fines de 1968 cuatro adolescentes de una Secundaria Básica del Vedado salieron para La Habana Vieja hacia la casa de la prima de uno. Marina, la hija de un marinero mercante, una bellísima joven de ascendencia jamaicana que al sentarse en el sofá, olorosa a perfume y con minifalda de estreno, les preguntó con cierto aire de superioridad teatral: “Ah, ¿pero ustedes no han oído esto?”. Los cuatro intercambiaron miradas cómplices esperando aludiera a un nuevo LP traído por su padre de ultramar. Si ella lo preguntaba, no hablaba entonces ni de Revolver ni de Strange Days, de Los Beatles y Los Doors, respectivamente, porque los habían escuchado en aquella misma sala no hacía mucho tiempo.
Pero no era un LP. Marinita tenía un disco de 45 rpm metido dentro de un libro. Se levantó, fue directo al tocadiscos portátil alemán-democrático, puso el acetato a girar y le colocó encima el brazo del equipo. Después de una breve introducción de puro saxo, escucharon una voz aguda que irrumpía desde lo alto, como del cielo, e inmediatamente abrieron los ojos en redondo. Era la de Aretha Franklin cantando “Respect”, el hit ya clásico de R & B que la llevaría a obtener su primer Grammy.
Hoy quiero revisitar brevemente las implicaciones sociales de aquel gran éxito suyo, algo que desde luego no podían ni barruntar aquellos cinco pepillos, más allá de su afición y pasión por la música y el ritmo. Aludo, básicamente, a un fenómeno de transferencia semántica de una canción, concebida al inicio para exaltar una cosa, pero que pasó a tener connotaciones muy distintas a partir de las circunstancias y de la cantante misma.
De la autoría del compositor y cantante Otis Redding (1941-1967), fallecido ese mismo año en un accidente aéreo, “Respect” constituye un canto a la sexualidad desde la perspectiva de un hombre hetero. Una de las peculiaridades distintivas de su texto es el remplazo de la palabra “sexo” por “respeto”, pero lo interesante consiste en que esa operación no se hará explícita desde el principio, sino de manera gradual y dosificada. Aparentemente, el texto se limitaría a la acepción convencional de la palabra (plano ético). En su primera estrofa, dice:
What you want
Baby, I got it
What you need
Do you know I got it
All I’m askin’
Is for a little respect when you get home (just a little bit).
Hey baby (just a little bit) when you get home.
Pero más adelante sobreviene la subversión, el momento en que se revela la perspectiva de un proveedor hacia un ama de casa que, a cambio de mantenerla, le pide sexo:
I’m out to give you all my money
But all I’m askin’ in return honey
Is to give me my proper, my proper respect
When you come home bring it to me, give it to me
Your heart should go when you come on
Respect me, woo woo woo woo woo woo.
Ooh your kisses sweeter than honey
So guess what, here is all o’ my money
All I’m askin’ for is a little respect.
Lo cual se hace mucho más explícito en una estrofa posterior:
Come on, respect me when I’m cookin’
Come on, respect me when I’m cleanin’
Come on, respect me when I’m workin’
Sin dudas otro golpe al puritanismo, como lo había estado haciendo Elvis, pero el contexto hizo lo suyo. En 1967, en pleno apogeo del movimiento por los derechos civiles, tuvieron lugar disturbios raciales en Detroit, unos de los más violentos del siglo XX y con un saldo de 33 afro-americanos y 10 blancos muertos. Los Panteras Negras y Martin Luther King, cada uno con sus peculiares perspectivas y métodos, ocupaban buena parte del horizonte visual y eran considerados un problema de seguridad nacional por el FBI en medio de una nueva escalada en la guerra de Vietnam.
Por esa combinación de factores, la recepción social de “Respect” sumó al erotismo original el grito de una joven negra que cantaba pidiendo respeto para los suyos —“just a little bit”, repetía constantemente el coro–, lo cual se articulaba de manera natural con otro tipo de canción, entonces llamada de protesta, que tenía lugar a nivel continental y aun mundial:
R-E-S-P-E-C-T
Find out what it means to me
R-E-S-P-E-C-T
Se ha dicho –y es cierto– que fue como un himno para el movimiento. Un musicólogo y crítico sostiene que Aretha Franklin logró combinar esos dos mundos como nadie antes lo había hecho. La canción, dice, “tuvo un impacto verdaderamente global, con matices para el movimiento por los derechos civiles y la igualdad de género. Fue un llamamiento a la dignidad combinado con una lubricidad flagrante. Hay canciones que son un llamado a la acción. Hay canciones de amor. Hay canciones de sexo. Pero es difícil pensar en otra canción donde todos esos elementos se combinen”.
La propia diva escribiría años después en su autobiografía: “Era la necesidad de una nación, la necesidad del hombre y la mujer promedio en la calle, el hombre de negocios, la madre, el bombero, el maestro: todos querían respeto. También fue uno de los gritos de batalla del movimiento por los derechos civiles. La canción adquirió un significado monumental: se convirtió en el respeto que las mujeres esperaban de los hombres y el que los hombres esperaban de las mujeres, el derecho inherente de todos los seres humanos”.
Aretha Louise Franklin, la Reina del Soul, ha muerto.
Fuego fue, y espada puesta lejos.
Un país dividido la llora.
Gracias por este homenaje a la Reina del Soul considerada una de las 100 mejores cantantes de todos los tiempos nos queda sus canciones EPD
Hola me gustaria saber quien fue el musicologo que dijo esta cita sobre el impacto de la cancion “tuvo un impacto verdaderamente global, con matices para el movimiento por los derechos civiles y la igualdad de género”