Muy pocos visualizaron a los Toros de Herrera encaramados en la cima de la Serie del Caribe, pero el elenco de Panamá se robó los titulares en la edición 61 de este clásico beisbolero, el cual ganaron tras superar en la final a los Leñadores de Las Tunas.
Los panameños fueron productivos en las pocas oportunidades ofensivas que tuvieron, y aprovecharon la fragilidad de los bateadores cubanos, quienes ni siquiera transmitieron la sensación de poder remontar el marcador.
Miles de fanáticos en el estadio Rod Carew enloquecieron con la victoria 3-1 y la corona de los Toros, que materializaron el regreso soñado de Panamá a la Serie del Caribe. Tras 59 años de ausencia, los canaleros retornaron en calidad de invitados, ejercieron como excelentes organizadores de emergencia tras el retiro de la sede venezolana, y mostraron credenciales en el diamante.
A continuación, repasamos algunos de los detalles trascendentales del encuentro final de la Serie del Caribe.
Lo mejor: Uno no puede hacer otra cosa que quitarse el sombrero frente al pitcheo cubano, que mantuvo vivas las esperanzas de un país tras la debacle casi generalizada de la ofensiva. En la final el hombre grande fue Freddy Asiel Álvarez, quien se encaramó en la lomita con cuatro días de descanso y dilapidó 6.2 entradas.
El diestro de Sierra Morena afrontó un inicio complicado, en el que le conectaron con facilidad y le fabricaron par de carreras, pero después se compuso y dominó durante cinco episodios. En el séptimo le marcaron otra después de dos outs, ya con incidencia también de los relevistas.
Quizás la dirección cubana se volvió a precipitar y falló en el momento exacto para sacarlo del box. En su primera salida contra los Cardenales de Lara, también en el séptimo capítulo, la defensa de los Leñadores cometió un error y Pablo Civil decidió quitar a Freddy, pese a que tenía en un puño a los venezolanos.
Ahora, después que el villaclareño sacara dos outs, le pegaron un flojo elevado detrás de tercera que se convirtió en doble. Teniendo en cuenta que la entrada estaba a punto de mate, creo que Freddy tenía más opciones de liquidar al bateador en turno que un relevista.
Tras la derrota, saldrán nuevamente todos los hablan una y otra vez de la maldición que arrastra Freddy, por el trabajo que pasa para ganar partidos, pero en realidad quienes cargan con un maleficio gigante son sus compañeros, los bateadores que deben apoyarlo y nunca lo hacen.
Al margen del elenco cubano, no se puede pasar por alto el desempeño de los lanzadores panameños Harold Araúz, Luis Mateo y Manny Corpas, este último Jugador Más Valioso de la lid al salvar cuatro desafíos.
Lo peor: Salvando a Alfredo Despaigne, Yunieski Larduet y Carlos Benítez, el resto de los bateadores cubanos tuvo una Serie del Caribe para el olvido, con el perdón, incluso, de Yordanis Samón, quien pegó más jits que nadie, pero no impulsó ni anotó una carrera.
La ofensiva de la Isla mostró sus carencias de siempre, pero dieron la impresión de haber dado un paso atrás respecto a experiencias anteriores en este nivel. Solo tres jugadores remolcaron carreras y cuatro pisaron la goma, claro reflejo de lo mal que funcionó el ataque de la escuadra.
Los Leñadores no anotaron más de tres carreras en ningún desafío, y por las características del plantel, conformado por bateadores de fuerza y lentos en su mayoría, no pudieron apostar a la velocidad y al juego de tacto.
La clave: En la final, Panamá salió a aprovechar desde el mismo primer instante la localía, y le entraron por los ojos a los Leñadores. Las dos careras en el primer episodio condicionaron el resto del partido, pues si bien los cubanos intentaron remontar, tuvieron muy pocas opciones de hacerlo.
Los panameños golpearon los puntos débiles del conjunto antillano, sobre todo los serpentineros, que se enfocaron en atacar temprano la zona de strike, aprovechando la marcada tendencia cubana de tirarle a la primera bola y no avanzar en los conteos.
Lo imperceptible: La suerte, el karma… esos son factores muy subjetivos, más en el universo beisbolero, uno de los deportes más impredecibles que existe. Sin embargo, no hay dudas que el diamante cobra todo tipo de errores, y por alguna extraña razón la fortuna desaparece cuando se obvian los fundamentos del juego y se tropieza una y otra vez con la misma piedra.
Estos Leñadores, una especie de equipo nacional con remiendos del campeón, fueron muy mal conformados, sin una verdadera concepción de equipo. La más clara muestra es que varios peloteros vieron acción solo en uno o dos turnos ofensivos, y la mitad del cuerpo de lanzadores tuvo una presencia testimonial en Panamá.
Por otra parte, si bien nuestros peloteros tienen lagunas técnicas, los encargados de conducir los hilos desde el dogout también necesitan crecer, apegarse más a los fundamentos modernos del juego y ser más consecuentes con sus decisiones.
Después de esta demostración del Tuncuba no creo que los scouts de grandes ligas tengan algo que buscar en la provincias cubanas.