Los legisladores republicanos en realidad nunca quisieron construir el muro.
No es una prioridad, como los recortes fiscales, que son la razón de ser de la política interna republicana. Y no fue su promesa de campaña, como lo fue la de derogar y reemplazar Obamacare.
El distintivo grito de campaña del presidente Donald Trump — “¡Construyan el muro!” — siempre fue más un eslogan que una política. Una “metáfora”, la han llamado los republicanos, una clave para los más complicados sacrificios que se necesitarían para llegar a un acuerdo de inmigración y seguridad fronteriza. Un elemento de suspenso “MacGuffin”, como lo calificó un exasesor del Partido Republicano el martes, cuya mera función es motivar la acción, o en el caso de Trump, su campaña.
Por eso el financiamiento del muro nunca se concretó cuando los republicanos controlaban el Congreso, y por eso ahora parecen deseosos de aceptar mucho menos de los 5,700 millones de dólares exigidos por Trump en un pacto con los demócratas para evitar otro cierre parcial del gobierno.
Alfonso Aguilar, funcionario del Departamento de Seguridad Nacional durante la presidencia de George W. Bush, dijo que el muro de Trump se volvió tan “tóxico” que ahuyentó el apoyo. Incluso el financiamiento rutinario para barreras y cercas fronterizas que han sido parte de la política de seguridad durante más de década — ya están construidos unos 1,100 kilómetros — quedó vedado.
“El problema es que el presidente solo habla de su gran, hermoso muro”, dijo Aguilar, el presidente de la Asociación Latina por los Principios Conservadores.
Y para Trump, agregó, eso rápidamente se convierte en un punto de partida para atacar a los traficantes de drogas y de personas en las caravanas en la frontera, aunque es claro que la gran mayoría de los inmigrantes que quieren entrar al país sin autorización no son estos criminales.
“El lenguaje lastima a Trump”, dijo Aguilar. “Lo que no nos gustó fue el tono en relación al muro”.
Claro que los republicanos quieren proteger las fronteras. Ambos partidos lo desean. Pero tienen diferentes opiniones sobre cómo hacerlo. Y, más importante parar reunir los votos en el Congreso, difieren en cuánto pagar por ello y qué cambios inmigratorios sacrificar.
El senador Ron Johnson, republicano de Wisconsin y presidente de la Comisión de Seguridad Nacional, recuerda una conversación en que le preguntó a Trump durante la campaña presidencial: “‘¿Sí comprende que es más complicado que solo construir un muro?’ Dijo que lo comprendía”.
Michael Steel, asesor del otrora presidente de la cámara baja John Boehner, dijo que el partido coincide en que la seguridad fronteriza debe ser una prioridad en el Congreso. Pero dijo que “nadie cree que algo tipo la Gran Muralla China edificada a lo largo del Río Bravo sea la repuesta a nuestros problemas”.
Fue contra ese telón de fondo a finales del año pasado que la líder demócrata de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, a punto de asumir la presidencia de la cámara baja, se mantuvo firme contra las exigencias de Trump y dijo que el muro era inmoral. Los demócratas recordaron a los votantes que Trump prometió que México lo pagaría.
Pelosi casi retó a los republicanos a mostrar sus cartas, básicamente provocando a Trump durante una reunión en la Casa Blanca en diciembre al decir que no tenía los votos para apoyar su exigencia de miles de millones de dólares para el muro.
Tenía cómo sustentar sus palabras. Durante los dos años que los republicanos tuvieron el control de ambas cámaras del Congreso y de la Casa Blanca, no impulsaron su propuesta de ley, en parte porque los legisladores conservadores se oponían al gasto y los centristas no querían financiar el muro sin abordar otras cláusulas inmigratorias, como las deportaciones de los “dreamers”, los inmigrantes que llegaron de manera ilegal a Estados Unidos cuando aún eran niños.
Para demostrar que Pelosi estaba equivocada, los republicanos de la cámara baja rápidamente aprobaron los 5,700 millones de dólares para el muro de Trump en una de las últimas votaciones de su mayoría. El líder republicano de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, y otros dieron la vuelta de la victoria.
Sin embargo, el éxito republicano duró poco. La ley no llegó a ningún lugar en el Senado y el Congreso se fue de vacaciones navideñas, dando inicio a lo que sería el cierre de gobierno parcial más largo en la historia de Estados Unidos, con 35 días de duración.
El martes, Trump dijo que no estaba “encantado” con el acuerdo presupuestario para evitar otro cierre, que podría comenzar el sábado. El acuerdo bipartito que se cocina en el Congreso ofrece casi 1,400 millones de dólares para barreras y cercas, pero no hay dinero para el muro.
El líder de la mayoría del Senado, Mitch McConnell, exhortó a Trump a no tomar decisiones hasta que lea los detalles del paquete. El líder del Partido Republicano dijo que era un “muy buen acuerdo”.
Un importante negociador republicano, el senador Richard Shelby, presidente de la Comisión de Asignaciones Presupuestarias, lo explicó así: “Construiremos una estructura. Y mantendremos seguro a Estados Unidos”.
Trump no ha dicho si respaldará el acuerdo, pero parecía ya estar metido en otra batalla. Mientras el pacto se trazaba la noche del lunes a puertas cerradas en el Capitolio, el presidente probaba un nuevo eslogan de campaña en un evento con miles de personas en la ciudad fronteriza de El Paso, Texas.
Cuando los reunidos estallaron con el grito de “construyan el muro”, Trump ofreció uno nuevo para su campaña de reelección del 2020.
“Querrán decir, ‘terminen el muro’”, dijo, “porque lo construimos”.