El libro The Revolution from within (La Revolución por dentro, en español) reúne autores e historiadores cubanos de todas partes del mundo con el propósito de mostrar los primeros 20 años del período revolucionario desde una perspectiva cubano-centrista.
Así explicaron sus editores y compiladores, los doctores y académicos estadounidenses Michael Bustamante y Jennifer Lambe durante la presentación del volumen en Miami.
Surgido al calor de una conferencia sobre Cuba en 2013 en la Universidad de Yale, los organizadores y luego editores del libro reunieron casi una docena de contribuidores, investigadores cubanos con voces y puntos de vista diferente entre sí.
Entre los académicos, prestigiosos por su rigurosidad investigativa, se incluyen en el libro autores come Rafael Rojas, Ada Ferrer, Alejandro de la Fuente y Abel Sierra Madero, entre otros.
El libro parte desde el título con una polémica –acentuada en el contexto de Miami– en la que utilizan la palabra Revolución, pero no desde el mismo campo semántico en el que se utilizaría oficialmente en Cuba. Los autores dedicaron un epígrafe completo a la reflexión alrededor del término y sus múltiples significados para los propios autores.
Desde el punto de vista académico e investigativo, la palabra Revolución no escapa a la carga política e ideológica que se supone desde ambas orillas. Incluso desde el punto de vista formal ¿se debe poner en mayúsculas?¿se escribe solo en singular o se podría hablar de varias revoluciones con el pasar de los años?
“Reconociendo nuestras diferencias políticas, sin mencionar la riqueza teórica que esto trae, nosotros optamos por no imponer una homogeneidad semántica en el libro. Por el contrario, instamos a los autores a hacer los términos de su propia historiografía tan claros y rigurosos como sea posible”, explicaron los editores en el inicio del libro.
“Las posibilidades interpretativas abiertas por estas yuxtaposiciones valen la pena”, concluyeron.
Bustamante y Lambe conversaron con OnCuba sobre las distinciones del volumen, un ejemplar que por su diversidad de voces y temáticas se incluye desde ya en la lista de los libros a tener en la biblioteca personal de cualquier interesado en Cuba y su Historia.
¿Qué aportes desde el punto de vista histórico tiene la compilación, en qué es diferente de otros textos e investigaciones sobre esos años hechos desde Cuba o Estados Unidos?
Bustamante: Por un lado, hay una diferencia entre los ensayos reunidos en este libro y la tendencia en otros estudios de acercarse a la historia de la Revolución estrechamente a través del conflicto Cuba-EEUU, o las relaciones entre Cuba y otros países; la antigua URSS, por ejemplo.
Aquí, al contrario, la idea era reunir una serie de aproximaciones a la historia “interna” del proceso que no necesariamente ignoran el peso real del ámbito internacional, sino que abordan esas influencias “desde Cuba, para afuera,” en vez de “desde fuera, hacia Cuba.”
Por otro lado, hay temáticas novedosas aquí –desde la historia ambiental de Cuba en los 60 hasta la historia de la moda en los 70– que otros investigadores incluso con enfoques menos centrados en las relaciones internacionales nunca habían abordado. Pero realmente preferimos pensar no en términos de diferencias entre este libro y otros estudios, sino de complementariedad.
Aquí la meta fue, sencillamente, reunir una serie de trabajos que muestran que la historiografía sobre la Revolución se encuentra en un momento particularmente activo y dinámico, y que los historiadores siguen apostando por profundizar nuestro conocimiento, sobre todo respecto a procesos político-culturales y sociales.
¿Lograron cumplir la premisa de centrar la investigación desde una visión cubano-centrista? ¿Por qué?
Bustamante: Reconocemos que hay una ironía en la idea de un libro “cubacéntrico” publicado desde los Estados Unidos y compilado en inglés por dos académicos estadounidenses. Incluso lo que puede parecer “cubacéntrico” a nosotros, le puede parecer todo lo contrario a un lector en la isla que no comparta los enfoques o criterios de nosotros dos. Pero creo que sí cumplimos la meta de reunir una serie de trabajos diversos que abordan la historia de la Revolución como un proceso fundamentalmente cubana, y no mera ficha de la Guerra Fría. Y un gran número de los contribuyentes son cubanos a fin de cuenta: de la isla, de la comunidad cubano-americana, o de la diáspora cubana más allá de EE.UU.
Los autores examinan el impacto de eventos, sucesos, políticas, y conflictos en los años posteriores a 1959 no solamente en la isla en general, sino también, cuando las fuentes lo permiten, en la vida concreta de la gente de a pie. Ese es el “cubano-centrismo” (complemento del “cubacentrismo”) que también hacía falta a nuestro modo de ver, aunque hay mucho trabajo que queda por hacer en este sentido.
De hecho, nos consta que otros jóvenes investigadores se están acercando a la historia de la Revolución ahora con esa meta en mente.
En la presentación realizada en Books and Books alguien preguntó sobre el balance de opiniones en el libro. ¿Cómo escoger e incluir las perspectivas desde donde los autores contaron y documentaron sus artículos? ¿Cómo lograron desde el punto de vista académico y científico incluir una interpretación de un hecho que podría ser visto de manera diferente en una orilla u otra?
Lambe: El objetivo que nos guió primero como organizadores del simposio y después como editores del libro era reunir un grupo de académicos que fuera diverso en todos los sentidos: intelectuales, geográficos, políticos, y más, y que incluyera a las voces más novedosas y también diversas dentro de la historiografía de la Revolución.
Nosotros desde el principio pensábamos mucho en cómo poner de relieve la incipiente diversidad de la historiografía sobre la Revolución, más que nada en su contenido temático. Nos dimos cuenta que el mismo panorama temático reflejaba en sí muchas perspectivas diferentes sobre cómo se debía historiar la Revolución en cuanto al elenco de personajes, la cronología y geografía indicada, y también las orientaciones teóricas que se podría dar. En muchas ocasiones, la diversidad intelectual se desarrolló de una forma orgánica de esa misma pluralidad histórica/historiográfica. Sin duda eso muchas veces implicó también una heterogeneidad semántica-política que optamos por no atenuar sino resaltar en nuestra introducción al libro, donde incluimos algunas reflexiones sobre las raíces de esa multivocalidad y sus consecuencias interpretativas.
Los años escogidos son las dos primeras décadas. ¿Por qué? ¿Existe la posibilidad de un segundo texto sobre los otros 40 años que quedan por estudiar?
Lambe: La estructura cronológica del libro responde en ese sentido a los trabajos incluidos: es decir, la tarea de
nosotros como editores era entender y contextualizar las preocupaciones intelectuales de los autores. Era evidente que la nueva escuela histórica de la Revolución cubana se había orientado sobre todo a ese período y más que nada a los años 60, por su espíritu experimental y poco institucionalizado.
En el proceso de organizar el simposio y el libro, nos interesaba entonces expandir nuestro conocimiento histórico de la década de los 70, la que a nuestro juicio se había desatendido algo. El libro incluye tres capítulos
que tocan varios temas relacionados a esa década, de la política de la memoria a las conexiones culturales y materiales entre Cuba y la Unión Soviética y el Mariel.
Esperamos con mucho interés lo que seguramente viene más adelante: el acercamiento histórico e historiográfico a los años 80, 90, 00, y 10, hasta ahora terreno principalmente explorado por los antropólogos, sociólogos, y críticos culturales, y lo que nos puede decir sobre la evolución de la Revolución y la vida cotidiana de los cubanos a largo plazo.