El fotógrafo francés JR presenta en la Bienal de La Habana una instalación con la imagen a grandes dimensiones de un niño mirando entre los techos de una ciudad.
JR, con sus grandes fotos ha hecho milagros como el de “desaparecer” la Pirámide del Louvre. Se trató de una ilusión óptica que contó con la colaboración de 400 voluntarios y 2000 trozos de papel. La instalación fue uno de los proyectos más originales por las celebraciones de los 30 años de la famosa pirámide, una de las principales atracciones de la ciudad de París.
JR aprovechó el suceso para rendir su homenaje personal a la cineasta Agnès Varda fallecida el pasado 29 de marzo. Ambos mantuvieron una estrecha colaboración y JR viajó con la cineasta por toda Francia en camioneta retratando a gente común y colocando esos rostros en gigantografías en lugares con fuertes implicaciones emocionales para los dos artistas.
El fotógrafo francés, conocido por su trabajo en el arte callejero en los que existe generalmente una implícita denuncia social, sobre todo en sus obras con retratos de las minorías que viven en las periferias, llegó a Cuba invitado por el italiano Lorenzo Fiaschi, director de la galería Arte Continua.
Su obra puede verse en el Barrio Chino de La Habana y consiste en la imagen de un niño descalzo que se asoma furtivamente por encima de una pared. Detrás del muro se ven varios de los espacios más derruidos de la ciudad.
“Había un niño que estaba en el balcón, y que estaba mirando. Le preguntamos si podía bajar y le pedimos que hiciera lo mismo, como si estuviera mirando por encima de una pared. Se puso de puntillas e hicimos la foto”, dijo JR a la agencia francesa AFP.
La instalación ha despertado la curiosidad de los transeúntes, que se detienen a mirar y tomar fotos a la imagen gigante de este niño, que vive a pocos metros del sitio donde ha sido inmortalizada su imagen durante la Bienal de La Habana.
JR tiene una vasta experiencia en intervenir espacios públicos. El artista francés, cuya obra emparenta la fotografía y el activismo social a través del arte, ha levantado polémica por la instalación de sus proyectos en varias ciudades del planeta.
Esta especie de Bansky de la fotografía –aunque a diferencia del misterioso grafitero británico, JR no oculta su rostro– cubrió en 2006 las casas de los barrios de la clase alta de París con retratos de bandas de jóvenes, una acción que en principio fue considerada ilegal, hasta que luego pasó a formar parte de la decoración del edificio del Ayuntamiento.
Otro de sus proyectos, Face to Face, basado en una enorme colección de fotos, fue instalado en el muro que separa las fronteras de Israel y Palestina y luego quedó plasmado en cerca de diez ciudades de los dos países en conflicto.
También ha dado vida a sus proyectos en la frontera entre México y Estados Unidos, uno de los bordes territoriales en tensión por la emigración y las medidas para frenarla, impulsadas por Donald Trump.
Su trabajo siempre es víctima del instante, de lo efímero, por lo que el niño cubano gigante en el Barrio Chino de La Habana estará hasta que las inclemencias del tiempo y la lluvia lo permitan. La obra está hecha en papel.
No obstante, JR sigue pensando cómo intervenir en Cuba. El artista callejero ya tiene en planes la creación de un gran mural con retratos de habitantes de la isla, adelantó a AFP.
“Es un trabajo titánico, lleva dos años, así que voy a volver a trabajar en profundidad en todo el país. Esto sería para el Museo de Bellas Artes de La Habana, la idea es un mural donde también podamos escuchar historias de cada persona”.
La fotografía de este niño habanero se encuentra sin duda entre las atracciones más curiosas y llamativas de la XXIII Bienal de La Habana.