El turismo nacional en Cuba no sacará al país de la crisis, pero mantiene niveles de ocupación en la planta hotelera cada año, mientras llega la temporada alta para el mercado internacional.
Aunque la información llega seis meses después, ahora se sabe que en 2018 más de 1,6 millones de cubanos accedieron a instalaciones turísticas, período en que se registraron 4,7 millones de visitantes extranjeros.
Datos publicados recientemente por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información indican que el año pasado aumentó en un 23 por ciento la cifra de cubanos residentes en la Isla en calidad de turistas físicos totales –total de huéspedes recibidos en las instalaciones de alojamiento–, lo que se traduce en 320,981 más que en 2017.
En consecuencia, creció también el número de turistas-día (pernoctaciones), las habitaciones ocupadas y los ingresos de las entidades, que ascendieron a 388 millones de pesos convertibles, a razón de 72 CUC, como promedio, gastados por cada vacacionista.
Todos los indicadores de ingresos y alojamiento en las instalaciones operadas por el Ministerio de Turismo y los grupos Gaviota y Palco, muestran incrementos en relación con 2017. Sin embargo, lo recaudado por concepto de comercio minorista y recreación apenas representan el 0,5 y el 0,9 por ciento, respectivamente, del total de ingresos. Este desbalance es resultado de una oferta extrahotelera deficiente y, también, de las características de la modalidad de Todo Incluido, preferida por los cubanos.
El crecimiento sostenido del mercado interno para el turismo en la Isla había sido anunciado en 2017 por The Havana Consulting Group&Tech, que identificó dos factores desencadenantes: el aumento de los viajes de los cubano-americanos y el crecimiento del sector privado en la Isla.
Para Cuba, este segmento constituye en la actualidad, a juzgar por las estadísticas, el principal emisor, por encima incluso de Canadá, desde donde arribaron 1,109,339 turistas en 2018.
La participación del mercado interno en la llamada industria sin humo, a la que el gobierno cubano ha identificado como uno de los seis sectores estratégicos de la Economía, garantiza que en la temporada baja (mayo-octubre) se mantenga con vitalidad la mayoría de los hoteles que, antes de la apertura de estas opciones a los nacionales, debían tomar medidas de ajuste como la interrupción de trabajadores.
Mantener la actividad de la planta hotelera significa, además, conservar y expandir los incipientes encadenamientos productivos entre el resto de las industrias y la producción de alimentos, otro pendiente de la economía cubana.
Cuando casi termina el primer semestre de 2019, y en medio de la profundización y aumento de las restricciones de las remesas y los viajes a Cuba por parte de la administración Trump, no es posible anticipar el comportamiento del turismo nacional, teniendo en cuenta que, por lo general, se trata de cubanos del sector privado y de quienes reciben dinero del exterior.
Se sabe, en cambio, que el mercado interno no ha logrado frenar el deterioro de indicadores económicos en cadenas como Gran Caribe, según reflejó la prensa nacional en abril último, a propósito del congreso de la estatal Central de Trabajadores de Cuba. La disminución de visitantes de destinos fuertes como Canadá, Alemania, España e Italia ha puesto en jaque a 19 hoteles de ese grupo que hoy tienen pérdidas económicas, a pesar de que el número de vacacionistas nacionales haya incrementado.
De ahí que, aun cuando oficialmente no ha comenzado la temporada de verano en la Isla, varias de las agencias turísticas, cadenas hoteleras y turoperadores se adelantaron y desde abril realizan “ferias de oportunidades”, destinadas al turismo nacional. En estos outlets bajan las tarifas, aunque siguen siendo prohibitivas para la gran mayoría de los cubanos.