Raúl Postillo tiene 77 años y salió de Cuba por primera vez hace un mes para participar en la prestigiosa Art Basel de Suiza, pero no como artista, sino como arte: formó parte de una instalación que invitaba a reflexionar sobre la soledad, y su presencia generó cierta polémica.
“Soledad ovoidal”, del artista kosovar Sislej Xhafa, reproducía a gran escala la fachada de aluminio corrugado tras la cual Raúl distribuye cartones de huevos en la Habana Vieja, y lo hacía con su protagonista incluido, ya que el cubano pasó una semana sentado en la instalación, “expuesto” en Basilea a la mirada del público.
“Tenían mucha curiosidad, pero todas las preguntas yo se las contestaba, que si yo me sentía contento en Cuba. Me preguntaban de dónde era y empezábamos a conversar”, cuenta a Efe Raúl, recién aterrizado desde Suiza y de vuelta ante la vieja persiana y la portezuela originales que inspiraron al artista kosovar.
El anciano cubano se convirtió en la sensación de la Basel, la principal feria de arte del mundo, y relatando a la prensa lo contento que ha vuelto espera atajar las críticas de una parte del público sobre su presencia en la instalación de Xhafa, donde hizo exactamente lo mismo que hace cada día en La Habana.
Porque la controvertida “Soledad ovoidal”, una de las obras más compartidas en las redes por los visitantes de Art Basel 2019, a algunos les pareció una genial reflexión y una oda a la memoria visual, mientras otros la consideraron una idea poco respetuosa que atenta contra la dignidad del hombre y lo deshumaniza exponiéndolo “como en un zoológico”.
“¿Es el arte más grande que la vida real? ¿Igual a la vida real? ¿Del todo incomparable con la vida real?”, reflexionaba una usuaria de Instagram, mientras otro lamentaba que el cubano fuera exhibido “como una atracción circense” y se preguntaba si el hombre iba incluido en caso de que la obra se vendiera.
La instalación –que nunca estuvo a la venta según aclaró a Efe Galleria Continua, que representa a Xhafa– pudo verse dentro de la llamativa sección “Unlimited” de Art Basel, dedicada a creaciones de grandes dimensiones que no caben en un expositor tradicional.
¿Cómo llega un bodeguero cubano a la meca del arte contemporáneo? Pues aparentemente por estar en el lugar preciso en el momento preciso. Raúl estaba sentado en su portezuela, como siempre, cuando Sislej Xhafa, que esos días exponía sus obras en La Habana, pasó por allí en 2018 y le hizo una fotografía.
Tiempo después, una responsable de la galería con la que trabaja el artista fue a buscar al anciano y le transmitió la invitación a participar en el proyecto, que él aceptó de inmediato.
Esta obra “nació del deseo del artista de trasladar a un hombre, que habitualmente durante su trabajo acostumbra a interactuar con numerosas personas que transitan por el frente de la bodega –no solo con clientes, sino también con conocidos del barrio y turistas– de Cuba a Suiza”, explican a Efe desde Galleria Continua.
“Esta idea de los movimientos del hombre por el planeta, en las formas de la conquista, la colonización y el turismo, es una de las más investigadas por el creador”, quien trató “de invertir el flujo, llevando a una de las kermesse más lujosas del primer mundo un elemento que, sin dudas, resulta fuera de lugar, y por tanto provoca un alto sentido de extrañamiento”, agregan.
Hoy, ajeno al revuelo y solo “un poco cansado del avión”, Raúl asegura jovial que “está conforme” con el salario que cobró por su presencia en la instalación, que repetiría la experiencia y que sus días en la feria fueron “parecidos” a su vida en La Habana, sentado frente a un constante trasiego de transeúntes que le saludan.
Eso sí, recuerda que en Suiza iba a todas partes cómodamente en coche y cenó en elegantes restaurantes, experiencias que no están al alcance de muchos cubanos en un país en el que el salario estatal promedio apenas roza los 30 dólares al mes.
De regreso a la populosa calle Teniente Rey de La Habana Vieja, los vecinos del veterano bodeguero observan divertidos cómo su “despachador” de huevos se ha convertido en una celebridad y responde preguntas ataviado con una inmaculada guayabera amarilla de hilo, la camisa típica caribeña.
“En la inauguración de la feria todo el mundo iba p’arriba de mí”, relata este hombre oriundo de la provincia de Matanzas que luchó en Playa Girón y antes en la Sierra del Escambray, cuando los revolucionarios de Fidel Castro se enfrentaban a las fuerzas de Fulgencio Batista.
Sus días revolucionarios también fueron motivo de conversación en Suiza: “me preguntaban también si yo ayudé a liberar a Cuba, y la sigo liberando mientras tenga vida”, asegura.
Sentado frente a la bodega, Raúl Postillo aguarda estos días la llegada de los huevos “que aún no han entrado” para distribuirlos, y quién sabe si en el futuro volverá a hacer las maletas, porque está invitado a Nueva York y a otros lugares.
“Pero yo voy solo para pasear y luego regreso a Cuba”, acota con una gran sonrisa.