“Los chamacos se piensan que yo soy un purito, por eso tengo que venir a enseñarles un poco”, dice Mijaín López, medio en broma, medio en serio, cuando lleva solo unos minutos de entrenamiento.
Con una sonrisa en el rostro, pero empapado en sudor tras enseñar solo una muestra de su excepcional grequeo, el pinareño pone orden en el Cerro Pelado, cuartel general de la lucha cubana en La Habana.
Mijaín llega a media mañana al gimnasio. Entra en silencio, aunque su presencia enseguida se hace notar, quizás por el magnetismo que rodea al mejor luchador del mundo del presente siglo, y uno de los líderes históricos de los colchones.
Viste un mallot azul oscuro con la bandera a la altura del pecho, un pantalón gris de tela gruesa y un par de chancletas. En las manos tiene sus zapatos de trabajo, que se calza en cuestión de dos minutos para subir al colchón y empezar a sudar.
La acción empieza contra Oscar Pino, luego de unos estiramientos y un breve calentamiento. Mijaín le mete presión, lo zarandea, le corrige las posturas de sus manos, de la cabeza y de las piernas mientras pelean en el centro del círculo.
“Estoy viniendo todos los días para ayudarlo a limitar sus errores y sumar algo que le falte. Tenemos que ayudarnos el uno al otro”, asegura el vueltabajero, quien sabe todo lo que hay en juego con su discípulo de 25 años.
Pino lleva meses exigiéndose al máximo, entrenando los dos estilos con la misma seriedad. Hace unos días culminó el reto de los Panamericanos con un subtítulo en la libre y dentro de tres semanas volverá a la greco para buscar la clasificación de Mijaín a Tokio 2020 en el Mundial de Astaná.
Por si fuera poco, tras la cita del orbe se enfocará de nuevo en pulir sus deficiencias en el estilo libre a fin de luchar por su propio boleto a los Juegos Olímpicos en el clasificatorio continental del venidero curso, en Ottawa, Canadá.
“Él está haciendo bien las cosas. Tiene mucha carga encima, pero no le va mal. Ahora estuvo en los Panamericanos y ganó plata. Sea en libre o en greco, es un premio más en su historial. Ha aprovechado la preparación y vamos a seguir empujando estos días que nos quedan hasta Mundial, para que llegue y haga lo que siempre ha hecho”, precisa Mijaín sobre Pino.
Aunque todos hablan de las tres coronas bajo los cinco aros y los cinco títulos mundiales del pinareño, no se puede obviar que Pino ha logrado dos preseas de bronce en lides universales (París 2017 y Budapest 2018), por lo que hay plena confianza en que consiga incluirse otra vez entre los seis mejores de los 130 kilogramos y asegure así el pasaje olímpico de Mijaín.
“Como mismo fui la continuación de Cándido Mesa o Héctor Milián, Pino será quien defienda mi legado. El hecho de que él busque mi clasificación ahora no quiere decir que yo me esté aprovechando de su trabajo. Lo que logre en el Mundial, al margen de que me favorezca a mí, es un resultado más para él, una nueva experiencia. Además, la visión aquí es pelear por la cuarta medalla olímpica, es algo anhelado que todos van a disfrutar, particularmente él”, explica Mijaín.
La mente en Tokio
Mijaín está en la línea. A pesar de lo mucho que se habla de lo complicado que es mantenerse en el entorno de los 130 kilogramos, horas de trabajo y sudor esculpen la figura atlética del vueltabajero, quien da la impresión de estar listo para afrontar el más duro de los desafíos.
Su mirada apunta a Tokio, aunque prefiere no dar muchas pistas de las estrategias de cara a la cita estival, porque todo el mundo está pendiente de los pasos del campeón.
“Sé que hay muchas dudas respecto a mí porque he competido poco, aunque algo pueden haberse llevado de los Centroamericanos y los Panamericanos. Yo, aunque estoy fuera, también he estudiado a los contrarios. No es de las cosas que más me gustan, no soy de ir con mucha profundidad en ese sentido porque los atletas cambian constantemente, se trazan nuevas estrategias y mañana no hacen lo mismo que hoy”, explica Mijaín.
El gladiador sorprende con este movimiento. Cualquiera pensaría que gran parte de su éxito se basa en el conocimiento estricto de los rivales, pero, en realidad, Mijaín posee como un sexto sentido para desnudar a los oponentes y explotar sus deficiencias en la arena.
“Yo voy a lo mío. Mi estrategia es entrenar como un caballo, sudar todos los días, y buscar siempre sentirme alegre y contento con lo que estoy haciendo, con mi estado. Me gusta mi deporte y lo que hago tiene que ser perfecto. No soporto cometer errores, quizás por eso en la primera medalla olímpica me marcaron un punto, en la segunda no me marcaron y en la tercera tampoco”, dice orgulloso Mijaín.
De cara a Tokio, Mijaín espera que el guion no cambie demasiado, pero de momento sus pensamientos están en enfocados en disfrutar la cita bajo los cinco aros. “Cuando tú vas a unos Juegos Olímpicos, que son cada cuatro años, se acaba la 110 y se enciende la 220. Es otra preparación, entrenamientos más fuertes y más dedicación, por eso hay que gozar al máximo.
“Yo llego a la competencia como es. No me presiona nada, ni la televisión, ni los contrarios, nada. Todo lo que pienso sobre el colchón es hacer las cosas perfectas, coger el oxígeno y pensar siempre que, si has hecho todo bien en el entrenamiento, entonces se puede ganar sí o sí”, asegura Mijaín, quien abre los brazos para recibir todo lo que viene.
“El mundo entero va a estar pendiente de lo que haga, son muchos ojos mirando, pero no solo a mí, sino a los que van a aparecer en mi camino. Por eso la presión allí será para todo el mundo y yo voy a disfrutar. El que va a luchar es el campeón, triple campeón olímpico, el que no se equivoca.”
Mis respetos para Mijain…un luchador espartano.
No entendí por qué Pino buscará la clasificación de Mijaín a Tokio 2020. ?Como es eso? ?Un luchador clasifica a otro?
Un luchdor clasifica la división. No es como el boxeo que clasifica el hombre, en la lucha clasifica la división, el país decide a quien llevar.