Dos templos de Little Bahama, donde se asentó la primera comunidad de origen bahamense en Miami, están volcados en recoger toda la ayuda que puedan para los damnificados del huracán Dorian y se proponen enviarla desde este miércoles al archipiélago atlántico a bordo de hidroaviones.
Si el tiempo lo permite, uno de esos aviones que no necesitan de aeropuertos transportará este mismo miércoles un primer cargamento con la ayuda que personas solidarias de muy diversos orígenes han entregado desde que este lunes comenzó la operación de recogida.
Un bahamense, el padre Jonathan Archer, a cargo de la Christ Episcopal Church (Iglesia Episcopal de Cristo) fundada en 1901 en Little Bahama, situada en el histórico barrio de Coconut Grove, subrayó a Efe que el concejal de Miami Ken Russell ha logrado nueve hidroaviones para llevar la ayuda a las islas devastadas por Dorian y el primero partirá mañana.
En Little Bahama van a seguir recopilando ayuda toda esta semana y si es necesario continuarán la próxima, porque la magnitud del desastre causado por Dorian es “excepcional”, dijo Archer.
Todavía no hay más que datos preliminares y poco significativos sobre los efectos de Dorian, un huracán que llegó el domingo a la isla de Ábaco con vientos de 185 millas por hora (259 km/h) y que se mantuvo estacionario sobre la isla Gran Bahama durante tres días.
Las imágenes son mucho más elocuentes que los siete muertos y 13.000 casas destruidas de los que se ha informado.
“Es devastador, terrible, la gente en Bahamas lo ha perdido todo y necesita toda nuestra ayuda”, afirmó a Efe el reverendo Nathaniel Robinson III, el principal de Greater St. Paul Church, un templo metodista fundado en 1896 que bullía de actividad este martes, al igual que su vecino episcopal.
Miembros de ambas congregaciones, en su mayor parte afroamericanos y muchos de ellos bahamenses, se afanaban junto a voluntarios de diversos orígenes en clasificar y empaquetar los miles de artículos donados por los miamenses a sus vecinos los bahamenses.
Otros ayudaban a descargar lo que traían a la puerta particulares, algunos colombianos, peruanos y puertorriqueños entre ellos, en sus propios automóviles.
En el revoltijo de bolsas, cajas y objetos apilados en una sala comunitaria en uno de los templos se podían ver algunas cajas de pizza de una conocida marca con la palabra “pepperoni” escrita a mano y botellas de agua de una exclusiva marca italiana.
Entre los voluntarios en Greater St. Paul estaba, tan chocante como la pizza, Branden Cruz, el representante de Estados Unidos en el concurso Mister Global que se celebrará en Tailandia este mes.
Cruz, un miamense de origen cubano, era uno más de los que llenaban y movían cajas en una sala adyacente al lugar de culto.
Según dijo a Efe, siempre le han movido las tareas solidarias y benéficas y por eso colabora con una organización que proporciona comida a niños huérfanos en diversos países y ayuda a este templo.
El candidato a Mister Global, un concurso en el que, según dijo, no solo cuenta la belleza, expresó una idea defendida también por otras personas que acudieron a Little Bahama para entregar ayuda o para clasificarla y empacarla: como Miami se salvó de Dorian tiene una suerte de obligación con los que no pudieron escapar al huracán.
Además, como dijo Cruz, lo mejor que pueden hacer con tantas latas de alimentos, agua embotellada y otras cosas que compraron para el posible paso de Dorian por Miami es dárselas a los bahamenses, que sí las necesitan.
Carmen, una ecuatoriana que pertenece a la congregación Greater St. Paul, echó en falta entre lo que llevaba clasificado botiquines y artículos para primeros auxilios, cobijas y pilas.
Por el contrario, dijo, había mucha ropa de segunda mano que no tenían tiempo de revisar y que decidieron no incluir en la carga que se llevarán los hidroaviones que ha conseguido un comisionado (concejal) de Miami, Ken Russell.
De hecho, a la entrada del templo metodista un cartel señala “No Clothes, Please”.
Eeleven Ross, una sonriente bahamense radicada en Miami desde que tenía 19 años, comentó con preocupación que aun no ha podido saber nada de los familiares que tiene en Ábaco. Solo pudo hablar con un hermano que vive en Freeport, en Gran Bahama, y le dijo que no sabía cómo van a poder superar esta tragedia.
Olie Taylor, una bahamense de la isla de Andros radicada en Florida, habló con un pariente que vive en Gran Bahama y le dijo que su casa se la llevó el agua.
Por medio de una organización de socorro consiguió un lugar para refugiarse con su familia pero se inundó y ahora no tiene donde ir, relató Taylor, convencida de que en esta situación todos los bahamenses del exterior deben ayudar a sus compatriotas en las islas.
También ella exhortó a no donar ropa y sí agua y cajas y cinta para embalar.