“¡Chango… el misterioso… rompe la paila…!”
Aquella exhortación de Pedrito Calvo no solo daba luz verde a José Luis Quintana para que pusiera a gozar la paila en la mítica Sandunguera de Van Van, sino que creaba todo un enigma de la música popular bailable de Cuba: ¿por qué el misterioso?
OnCuba le preguntó directamente al prestigioso maestro, cuyas seis décadas de vida artística fueron homenajeadas en el actual Festival Guillermo Barreto in Memoriam, más conocido aquí como la Fiesta del Tambor, suerte de Grandes Ligas de los cueros.
“Eso se le ocurrió a Pedrito y así quedó, no porque yo fuera alguien con secretos o misterios, sino porque a mí siempre me ha gustado andar solo, incluso cuando salgo, soy alguien más bien introvertido, tranquilo, no me gusta hablar tanto…”, nos dijo.
Eso sí, reveló que el único secreto para entrarle a la paila es ponerle “alma y corazón, porque sin eso no se coge la clave. Además hay que conocer profundamente el instrumento, y no dejar de estudiarlo, da igual en la academia que en la calle”.
Ataviado con la emblemática bolchevique de los rumberos, sonriente y agradecido, Changuito disfrutó este homenaje sobre todo porque le permitió regresar al escenario con un Todos Estrellas de la percusión, reunido en el capitalino teatro Mella.
Ahí compartió escenario con el suizo JoJo Mayer, el japonés Takafumi Kikaido, y se enroló en una osada fusión de tambores batá con batería y paila, con mucho respeto hacia el tambor litúrgico. Y el resultado no decepcionó: ritmo puro y duro…
Profesor de grandes como Giovanni Hidalgo, Karl Perazzo, Karlos Marrufo y otros que lo tienen como un modelo, Changuito a su vez se siente deudor de imprescindibles como Chano Pozo, Tata Güines, Barreto, Pello el Afrokán, Domingo Arau, Roberto Concepción entre otros muchos. “Es difícil decir nombres, después de todo, Cuba aún es la Meca de la percusión”, asegura.
A estas alturas de su vida, ya el tiempo ha cerrado casi todas sus heridas, que nunca faltan los tragos amargos. Sin embargo, aún le duele no haber podido transmitir toda su sabiduría en las aulas de su país, cosa paradójica, pues ha enseñado en universidades tan prestigiosas como el Berkeley College, la Casa de la Cultura de San Francisco, el Salón Universal de Los Angeles, el Druman Cole de Nueva York, el Conservatorio de la Universidad de Amsterdam, entre otras.
“Me choca haber sido profesor en tantas universidades fuera de Cuba, pero nunca me han dado la posibilidad de enseñar en mi país. Una vez casi lo consigo, pero falló el transporte. Cosas de la vida…”, recuerda con cierto deje de amargura.
Al preguntarle cómo le gustaría que lo recordaran, Changuito responde sonriente: “Como un hombre sencillo, que siempre puso a su pueblo por encima de todo, porque yo soy mi pueblo. Y que lo sepan todos: Changuito no está apagado, está encendido y listo siempre para sonar su paila por Cuba”.
Ufff… Y vaya si la suena…
Changuito, si por asi decirlo creo que un maestrazo de la percusion. No sabia que en Cuba no fuese un maestro como lo ha sido en los lugares antes mencionados, pero asi son las cosas. De las buenas cosas que hay en el maestro, creo que esta su modestia y esa caracteristica seriedad.