El pasado marzo no solo trajo los primeros casos de la Covid-19 en Cuba en medio del despegue de la pandemia a nivel global, sino que para la Isla fue el tercer mes del año más seco desde 1961.
De acuerdo con el Centro del Clima del Instituto de Meteorología, los acumulados de lluvia del mes pasado estuvieron “muy por debajo de la norma en Cuba”. A este complejo escenario contribuyeron los “insignificantes totales de precipitación” reportados a lo largo de todo el país, los cuales fueron como promedio de 5.2, 9.3 y 9.4 milímetros en el occidente, el centro y el oriente cubanos, respectivamente, según datos publicados por el sitio oficial Cubadebate.
En cuanto el estado de la sequía, los especialistas apuntan que al cierre de marzo el 90 % del territorio cubano presentó déficits en los acumulados de lluvia, con Pinar del Río, Artemisa, Mayabeque, La Habana, Cienfuegos, Camagüey, Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo, como las provincias más afectadas. En total, 135 municipios presentaron déficits de moderados a extremos en más de un 25 % de sus áreas, añade el reporte.
Como consecuencia, el 90 % del territorio cubano presentó afectación por sequía meteorológica al cierre del trimestre enero-marzo, hecho ante el cual los meteorólogos recomiendan a las autoridades y ciudadanos “prestar atención a la futura evolución del actual evento de sequía, máxime en las zonas más perjudicadas, y tomar las medidas para reducir sus impactos”.
Acerca de las temperaturas de marzo, la media del país fue de 24.6 grados Celsius, con una anomalía positiva de 1.0 °C. La temperatura mínima media fue de 19.3 °C, mientras la máxima media se situó en los 30.0 °C. Además, los termómetros registraron ocho nuevos récords, la mayoría de ellos en la región occidental. El más alto de todos fue de 35.8 °C en Jagüey Grande, Matanzas.
Severa sequía en La Habana obliga a espaciar distribución de agua
La situación de la sequía es especialmente difícil en la capital cubana, la cual arrastra una compleja situación hidrológica, provocada por el déficit de lluvias y el alto consumo de agua en la ciudad, la más poblada y el principal centro económico de la Isla. A ello se unen las reiteradas afectaciones por averías y salideros, que impactan tanto al sector estatal como a la población y provocan la pérdida de una significativa cantidad del líquido, según han reconocido las propias autoridades.
Ello ha obligado a espaciar la distribución de agua en diversas zonas de la ciudad, por encima de los ciclos de distribución establecidos hasta hace poco. La Empresa Aguas de La Habana informó en una nota que debido a esta situación, a la que calificó de «severa», los niveles de las fuentes de abasto de la capital cubana «se encuentran muy deprimidos», lo cual que impide mantener los ritmos de abastecimiento previos y hace necesario el cambio a ciclos más espaciados, mientras varias zonas son abastecidas con camiones cisternas.