Gretell tiene nombre de canción romántica al estilo de Carlos Varela. Aquella de ritmo cadencioso, como un lamento. Aunque no sé si es su preferida. Debí habérselo preguntado, porque tal vez también detrás de ella hayan ido los lobos de Jim Morrison. Y porque, también, desde hace un tiempo, todos sus caminos conducen a un solo destino: la música.
Apareció una tarde en la televisión cubana, después que concluyera sus estudios de piano clásico; después de hacer la segunda voz a varios amigos talentosos; después de que, incluso, se dejara escuchar en Japón. Irrumpió con su performance de piano-woman en un momento en el que hacía rato no se veía una mujer haciéndose acompañar por ese instrumento y desde entonces ha trabajado muchísimo por consolidar un estilo que, así lo creo, ya es suyo.
Asume sus presentaciones con desenfado, sin poses graves y afectadas de gran diva, y no tiene miedo de decir que al piano se le han roto las teclas, porque la energía que le imprime es mucha. Le pregunto a qué edad comenzó a romperlas y sonríe, para confirmar lo que imaginaba: desde pequeña, con un piano viejo, que no era el mejor, pero sirvió para comenzar una vida marcada por la secuencia de blancas y negras.
Digamos que Gretell Barreiro Fariñas viene, por así decirlo, de un linaje musical en Cuba. Sobrina-nieta de Manuel Duquesne-Cuzán y nieta de Carlos Fariñas, ahora que la vemos sobre los escenarios cualquiera podría asegurar que era inevitable. Pero, ¿definitivamente tenía que ser así?
─ No hubo nada forzado ni obligado. Lo veo como un proceso natural. De hecho, mi mamá es hija de Fariñas y no fue músico. Mi tía-abuela estudió piano, pero no lo ejerció, sin embargo fue la que más influyó y me apoyó. Al parecer desde chiquita fui bastante musical. A los cuatro años comencé a estudiar ballet, aunque era gordita y casi no tenía cuello. Creo ese ejercicio me ayudó bastante, pero bailarina no iba a ser con esta constitución. Casi fue un trauma dejarlo, porque me encantaba, de hecho, a esa edad podría haberlo cambiado todo por el ballet. Pero creo que la vida te pone en el lugar que te toca. Me llevaron a las pruebas para estudiar piano, las aprobé y a partir de ahí comenzó mi carrera.
“De manera que ese “linaje” no tuvo una influencia directa. Algo que luego, cuando tomé conciencia de lo que quería y de lo que, sobre todo mi abuelo, podría aportarme, me pesó un poco, pues para ese momento ya él había fallecido. No me dio tiempo.
“Mis apellidos no me obligan a seguir un camino determinado, pero sí entrañan una responsabilidad porque sé lo que significan para la historia musical de nuestro país. Admiro mucho la obra de mi abuelo. Pero a la hora de mis estudios y más tarde, cuando comencé a componer, no hice comparaciones, porque no las hay. ”
─ Te graduaste de piano clásico, sin embargo no eres concertista. ¿Se dio, también, de forma natural este viraje en tu carrera hacia otros géneros y estilos, o es muy difícil para una mujer trascender como pianista clásica?
─ Sí fue natural y sí es difícil. Por una parte me incomoda el hecho de que en nuestro país no haya una escuela de música popular. En otros países los conservatorios se dividen en dos cátedras: la clásica y la popular. Por eso pienso que si la música es una sola, la academia debe aportar en todas direcciones.
“Recuerdo que cuando estudiaba se nos prohibía tocar música popular, nos decían que estábamos perdiendo el tiempo. Era algo muy curioso, pues los varones tocaban y las muchachas bailábamos. Lo cual es interesante, porque es expresión de una realidad que creo se mantiene: siempre los varones se arriesgaban y hacían cosas por su cuenta, mientras que las hembras éramos más conservadoras. Y eso nos limitaba e impedía relacionarnos con la música de una manera más libre.
“En lo clásico todo está escrito y nos enseñan a analizarlo, a verlo e interpretarlo con profundidad. Ese mundo también me encanta, lo que pasa es que, tengo que reconocerlo, nunca fui una estudiante súper pretenciosa que se sentara ocho horas al piano. Antes me daba un poco de vergüenza, pero ya no, porque las cosas son como son. Nunca creí en los concursos, no me gustan las competencias en la música, porque me parece que el arte no lo necesita. Se trata de la visión de cada cual.”
─ ¿Cómo se dio el tránsito de la Gretell pianista a la compositora y cantante?
─ Yo no me veo como una piano-woman. Compongo desde el piano porque es elemental para mí. Ese tránsito, como le llamas, se lo debo a Dagoberto González Jr., que fue quien me dio el empujón para hacer este trabajo, porque se requiere de mucha confianza, creértelo sinceramente, sin caer en autosuficiencias de ningún tipo. En lo personal, nunca pensé que lo haría, de hecho comencé a componer en el 2006, de esa fecha es Iguales, pero no la hice con ninguna pretensión. Y no fue hasta finales de 2009 que tuve el valor de presentárselo a Dago para que me diera su opinión.
“Estaba muy nerviosa, porque aquello no era casi ni una maqueta, era el tema solo al piano, pero Dagoberto me dice que con uno le bastaba y que necesitaba le escribiera un disco entero.”
Gretell abre los ojos como quien todavía hoy, después de que ese fonograma viera la luz, no lo cree. Cuenta que hasta ese día apenas cantaba. Lo hacía como hobby, en las descargas con los amigos. Había terminado los estudios en el conservatorio, pero no entró al ISA, y sintió que se quedaba en el aire. “Ahí es cuando te preguntas qué vas a hacer con lo que aprendiste. Fueron tiempos duros, en el sentido de que no sabía el camino a seguir.”
Comenzó a trabajar con trovadores, especialmente con Eric Méndez. “Lo he dicho siempre, admiro su obra y me dio la libertad de hacer con sus canciones lo que entendí, los arreglos, el juego de voces. Esa experiencia fue muy linda, porque no me sentía presionada, al contrario, me proporcionó disfrute, diría que hasta relajación, sin que esto signifique que no era serio.
“A partir de ahí canté con mucha gente, me invitaban, todo muy “no oficial”. Después estuve en el grupo Lego, donde también canté. Ahí puse las manos en los acordes populares y escribí un tema que fue mi primera grabación, y que solo yo tengo. Luego conocí a Polito (Ibáñez), a David (Torrens), y conocí un montón de gente con quien compartí escenarios. Vino el viaje a Japón, que fue mi primera experiencia en el extranjero. Al regresar, me llamé a reflexión y me dije, ‘bueno Gretell, qué vas a hacer con tu vida’. Y entonces es cuando le llevo el tema a Dagoberto, pero eso ya te lo conté.”
“Dago me dio la oportunidad de creer y apostar por mí. Empezamos a organizar ese tornado de ideas que siempre azota cuando vas a hacer un disco y tuve que seguir escribiendo. El CD me tomó más tiempo del que esperaba, porque no quería irme por el camino fácil. De ahí que cada tema y su arreglo llegaron en su momento. Ahora que lo tengo en la mano creo que es demasiado jazzístico, y quizás muy pretencioso musicalmente hablando, pero la culpa la tienen Dago y los músicos que accedieron gustosos a participar, jajaja.
“Nos pasamos tres años en este proyecto. Hicimos, incluso, un DVD en vivo, en los estudios PM Records, porque yo quería ver cómo serían mis temas solo a piano y voz, de hecho ese es el título. El disco lo terminamos en 2013, y estoy muy satisfecha. Participé en todos los procesos, aprendí tanto, tanto… Era una escena totalmente fuera de lo normal, estar diciéndole a músicos como Rodney Barreto por aquí no, por allá.”
De la calidad del fonograma Soy habla la nominación al Cubadisco 2013, un certamen que vio en las 11 propuestas más que un diamante en bruto. Mis preferidas son Iguales, Flash, Llueve y Así no más, pero del track uno al último hay derroche de talento.
Gretell Barreiro es, no obstante, una chica singular a la que no le gustan demasiado las definiciones. Sabe tejer en tiempos en que la mayoría prefiere la mezclilla y dice que quizás un día nos sorprende con una línea de diseño en tejido; domina el inglés tanto como para versionar ese clásico que es Roxanne, y que le quede igual o mejor que el original, o para presentarse en el Submarino Amarillo de La Habana y que el público conocedor no la mire con ojos de “qué tú haces ahí”.
En su colección de discos originales hay de todo: desde Ella Fitzgerald hasta Carlos Varela. Y ella asegura que de todos bebe para saciar su sed de música, que no se le quita. A sus pocos años de experiencia ya suma haber participado en numerosos conciertos como artista invitada y en el espectáculo Amigas de Lizt Alfonso, de quien comenta es muy estricta, pero eso garantiza la calidad de su propuesta.
Le gusta maquillarse desde pequeña, y hace un tiempo que se le ve sin aretes, lo que atribuye a su afinidad con la sencillez. Huye del brillo y la lentejuela, no solo porque no comulgue con ese estilo, sino porque no lo considera importante en su vida.
Esta es Gretell Barreiro, así no más.
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Fotos: Edelvis Valido
es una de las mejores cantantes d eestos tiempos en cuba. Elegancia, cuna, inteligencia, van de su mano. que siggan sus éxitos y que la sencillez y la sinceridad sigan siendo parte de su arte
Muy madura, muy tenaz y muy afortunada. La vida la está premiando por su empeño y dedicación.
este viernes comparti con ella en la FAC, me encanta su musica y la sencillez que la caracteriza, gretell te deseo mucho exito