Uno de los indicadores del sueño americano es tener el carro del año. Si bien hace tiempo que esto entró en declive con las sucesivas recesiones, las oscilaciones de la tasa de desempleo y la congelación de los salarios, la Covid-19 vino a darle la estocada mortal. En Estados Unidos la gente se está virando a comprar carros de uso.
Tenerlo era cosa de inmigrante acabado de llegar o de estudiante que recibía como regalo de sus padres su primer auto para asistir a clases. Y era tambien un símbolo, y se hacía un esfuercito para que fuera nuevo porque, claro, duraba más.
Pues ya no. Las consecuencias del coronavirus lo impiden. Los estacionamientos de los concesionarios de carros nuevos están abarrotados. Como contrapartida, los que que venden autos de uso no saben cómo llenar los suyos porque se vacían rápido.
George Álvarez vende carros en Carmax , una tienda en la afueras del aeropuerto de Miami y una de las más importantes empresas de carros usados. Su principal característica es que allí no se negocia el precio. Por eso se venden baratos y con amplias garantías. Explica que la pandemia ha sido beneficiosa para los vendedores de autos de uso.
“Es cierto, nuestros estacionamientos se vacían constantemente, tenemos que correr mucho para buscar nuevos autos y rellenar el espacio”, dice.
Álvarez afirma que la gente está comprando autos de uso básicamente por el precio, porque la pandemia ha acabado con sus finanzas. “Muchas familias han perdido parte de sus ingresos por reducciones de sueldo, desempleo o cambio de trabajo. También por haberse movido a trabajar a casa. Ya no necesitan tanto el carro que tenían. Lo cambian por uno de uso”.
“Sí, creo que se puede decir que la industria de autos nuevos está en crisis”, enfatiza. De hecho, los diarios, principalmente los dominicales, están llenos de anuncios y artículos proponiendo carros nuevos a bajos precios o reseñando cómo los vendedores necesitan deshacerse de los autos de 2020 para abrir espacio a los del año entrante, que comienzan a llegar en septiembre.
Durante los últimos cinco años en Estados Unidos se vendieron 17 millones de autos nuevos. Algunos expertos apuntan que este año la cifra bajará a 14.6 millones. No todos son optimistas.
“Los fabricantes de automóviles han dicho que las ventas pueden no pasar de 10 a 12 millones. Pero lo cierto es que eso solo será posible si hacen ciertas operaciones que todavía no han hecho, como los descuentos y la diversificación de las ventas. Tendrán que detenerse en la construcción y en el recomienzo. Eso va a consumir mucho capital. Y si hay que hacerlo varias veces, las consecuencias serán desastrosas”, estima Kristin Dziczek, vicepresidente del Centro de Estudios Automotive Research.
Pero los consumidores están aprovechando la crisis y comprando vehículos usados como segundo o tercer automóvil para poder evitar trenes, autobuses o Ubers durante la pandemia a fin de desplazarse al trabajo. Otros están comprando carros usados en vez de nuevos para ahorrar dinero en una economía incierta, ante la duda de si un cónyuge podría perder el trabajo. La demanda de automóviles más antiguos también se ha visto alimentada por una interrupción de aproximadamente dos meses en la producción de automóviles nuevos esta primavera debido al cierre parcial de la economía.
En todo el país se han disparado los precios de los autos usados. Este aumento contradice la sabiduría convencional de que los automóviles, una vez comprados nuevos, pierden gran parte de su valor en el momento en que abandonan el concesionario. En julio, el valor promedio de los autos usados aumentó más del 16%, según el sitio de actualización de valor automovilísticos Edmunds.com.
Según Edmunds, en junio los concesionarios de automóviles de uso vendieron 1.2 millones de automóviles y camiones usados, un 22% más que el año anterior, la cifra más alta desde 2007.
El boom ha puesto patas arriba al negocio de venta de autos. Debido a que los autos usados no provienen directamente de las fábricas de Detroit, los concesionarios tienen que trabajar tan duro para comprar autos como normalmente lo hacen para venderlos, dicen, lo cual incluye publicar anuncios y llamar a las personas para preguntarles si estarían interesadas en vender sus carros viejos. Así de fuerte se ha vuelto la demanda de autos usados durante la pandemia.
“Se supone que los autos usados se deprecian, pero yo buscaba el valor en libros de un auto en el lote y veía que era más alto que a principios de mes”, dijo Adam Silverleib, presidente de Silko Honda en Raynham, Mass. “Nunca había visto eso antes”.
Silverleib vendió recientemente un Honda Pilot 2017 con 22.000 millas a Suzanne Cray y a su esposo. La familia se las había arreglado con un solo coche. Pero la Sra. Cray, una enfermera que trabaja en el Tufts Medical Center, en Boston, le dijo al New York Times que la familia necesitaba otro para asegurarse de que nadie tuviera que viajar en Uber o en transporte público.
“Solíamos usar el Uber para ir a restaurantes. No queríamos beber y conducir al mismo tiempo. Si vas a beber no conduces”, dijo Cray, quien ha tratado a pacientes con el coronavirus. “Ya no lo hacemos. En su lugar, tomamos nuestro coche”.
Y compraron otro. De uso, claro.