La edición número 42 del Festival de La Habana es un auténtico milagro, al final de un 2020 que insistió en frustrar numerosas realizaciones e interrumpir saludables costumbres. La inauguración, el pasado día 3, con la copia restaurada de esa joya cubanísima que es La última cena (1976, Tomás Gutiérrez Alea) trasmitida en vivo por la televisión, verifica la voluntad de darle continuidad a uno de los eventos más trascendentales de nuestra agenda cultural, ahora dividido en dos grandes jornadas, diciembre y marzo. Para estos días finales del año, el Festival programó filmes ubicados, mayormente, en dos grandes secciones: Panorama Latinoamericano, y Panorama Contemporáneo Internacional, que contienen una serie de títulos recomendables.
Primero, se impone celebrar la idea de diseminar el disfrute de una pequeña muestra de estas películas a través del Canal Educativo, y de su nuevo programa Tierra en Trance. Entre las películas elegidas para estas transmisiones se cuenta la dramedia argentina El retiro, que nos trae de vuelta a Luis Brandoni, transformado en uno de los actores más taquilleros de su país gracias a su aparición en éxitos comerciales como El cuento de las comadrejas y La odisea de los giles, por solo mencionar las más recientes. Su nuevo filme presenta la historia, resuelta en términos de obvia manipulación sentimental, de un obstetra que se jubila y debe encontrar un nuevo modo de convivir con su hija y su nieto.
El Panorama Latinoamericano se exhibe en los cines Riviera y Acapulco, donde se puede ver, además de la antes mencionada, la también argentina, Expansivas, que se desplaza a la zona del thriller para relatar el reencuentro entre dos hermanas a propósito de la cremación de los restos de la madre. Sin embargo, una de ellas siempre sospechó del padre y urde un plan para ejecutar la venganza. El director y guionista Ramiro García Bogliano pertenece a la generación de realizadores que suscribe un tipo de cine más comercial, caracterizado, en su caso, por la narrativa y los códigos vinculados con el género del horror, a través de títulos como Penumbra y Masacre esta noche.
La cinematografía brasileña forma parte, por supuesto, de este Panorama Latinoamericano que ocupa las pantallas del 23 y 12 y el Yara. Merecen destaque, entre otras, Medida provisional, dirigida por el conocido actor Lázaro Ramos, y Nuestros hijos, de la también actriz y cantante portuguesa María de Medeiros. Medida provisional es una suerte de farsa distópica cuyo argumento transcurre en un futuro cercano, cuando una abogada demanda al gobierno la indemnización de los afrodescendientes, y las autoridades decretan, como respuesta, retornarlos a África.
En Río de Janeiro, inspirada en una conocida obra de teatro, y con la muy conocida actriz Marieta Severo a la cabeza del reparto, se rodó Nuestros hijos, titulada en idioma original Aos nossos filhos, igual que una célebre canción popularizada por Elis Regina. La canción es utilizada como referente, instalado en la memoria colectiva, para invitar a la reflexión sobre las nuevas relaciones familiares, abocadas a la necesidad de aceptar la identidad y la realización de madres lesbianas.
Y si las noticias más recientes, originadas en Chile, nos hablan sobre las cicatrices que dejó la represiva dictadura militar, el cine de aquel país ha hecho lo propio, y ahora podemos ver Matar a Pinochet, incursión en la mejor tradición del cine histórico y político, pues se remite al pasado para aludir al presente, en tanto subraya el empeño de muchos chilenos por finiquitar la malhadada herencia. El filme retrocede casi 35 años, y presenta las motivaciones de un grupo de jóvenes encargados de perpetrar, en 1986, un atentado que, como todo el mundo sabe, fracasó.
También le pasa la cuenta a eventos históricos reales, recreados desde la ficción, la dominicana Hotel Coppelia, que sigue las huellas de cinco mujeres, trabajadoras de un burdel y enfrentadas, en 1965, al golpe de estado verificado por revolucionarios constitucionalistas, y a la posterior invasión norteamericana, la cual ocurre para restablecer, según ellos, la ley y el orden. Autor de la muy reconocida Carpinteros, José María Cabral ha sido un creador esencial en el despunte reciente del cine dominicano, y Hotel Coppelia se anuncia como uno de los títulos suyos que conseguirá trascender las fronteras de la isla caribeña.
En una línea temática similar a la dominicana Hotel Coppelia, y la brasileña Nuestros hijos, por lo menos en cuanto a la exaltación de la perspectiva femenina, incursiona la mexicana La diosa del asfalto, incluida en la sección Los colores de la diversidad, a proyectarse en el cine 23 y 12. Max es vocalista de un grupo de rock y regresa a su barrio, donde la esperan recuerdos, noticias y debe afrontar la verdadera razón que la obligó a partir, hace años. Dirigida por el experimentado Julián Hernández (Mil nubes de paz…, El cielo dividido) este nuevo filme parece igualmente comprometido con los códigos del cine de autor, pero de un autor interesado en los debates sociales y civiles, puesto que Hernández emprende la denuncia, como siempre, de los desmanes causados por el machismo, la homofobia y la violencia de género.
Respecto al Panorama Internacional, es preciso recomendar, las novedades del danés Thomas Vinterberg, el ruso Andrei M. Konchalovski y el iraní Majid Majidi. Otro Round constituye la embajada danesa en el Oscar y ha ganado elogios y premios para el cuarteto de intérpretes protagónicos, encargados de representar a un grupo de maestros de secundaria que deciden embarcarse en un experimento donde cada uno mantendrá cierto nivel de intoxicación etílica en su día a día, con la creencia de que “la nota” beneficiará su desempeño laboral. Así discurre esta nueva provocación del autor, miembro destacado del ya remoto Dogma 95, y creador de filmes como La celebración, Submarino y La cacería, todos ellos vistos en Cuba, y en el Festival.
Leyenda viva del cine ruso y soviético, Andrei M. Konchalovski vuelve a testimoniar su tardío reflorecimiento a través de películas como Paraíso y El cartero de las noches blancas, pues estamos hablando de un cineasta consagrado en los años sesenta y setenta a través de títulos vinculados, en alguna medida, a lo mejor del realismo socialista en versión cinematográfica, como se podía percibir en El primer maestro y Siberiada. Konchalovski regresa con Queridos compañeros, una película en blanco y negro, que alcanzó el Premio Especial del Jurado en el Festival de Venecia, y que constituye un nuevo pase de cuenta a los grandes errores del estalinismo.
Ambientada en 1962, cuando ocurrieron dolorosos enfrentamientos entre el Ejército y unos obreros en huelga, que exigían mejoras en sus condiciones de vida, Queridos compañeros se concentra en torno a Lyudmila (magistralmente interpretada por Julia Vysostkaya), una mujer alienada por el esquematismo de la época en que le tocó vivir, pero su enajenación comienza a ser erosionada por la lógica de los sentimientos, cuando es compulsada a ver al “enemigo” con otros ojos.
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Por otra parte, Los niños del sol le da continuidad a la filmografía del iraní Majid Majidi, maestro reconocido del cine mundial, sobre todo de películas protagonizadas por infantes (Niños del cielo, El color del paraíso). Ahora habla sobre Alí (12 años) y sus tres amigos que trabajan duro para sobrevivir, pero sus vidas cambian cuando se les confía que encuentren un tesoro escondido bajo tierra. Antes de acceder al túnel deben inscribirse en la Escuela del Sol, institución benéfica que trata de reeducar a los adolescentes callejeros. Este filme representa a la cinematografía iraní en el Oscar.
Con esta avalancha de títulos el Festival ha conseguido demarcar nuevamente su territorio de diciembre, aunque sea con esta versión parcial y reducida de los tradicionales despliegues. Porque, a golpes de prudencia, trabajo y perseverancia, los organizadores lograron presentar un banquete de cine, con sabores mucho más intensos de lo esperable.
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Joel del Río es periodista, crítico de arte y profesor. Trabaja como periodista en el ICAIC y en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de Cuba, en San Antonio de los Baños, donde también ejerce como profesor de los talleres de géneros cinematográficos e Historia del Cine Latinoamericano.