Una conocidísima pieza musical cubana nos dice: “Botaron la pelota tu papá y tu mamá/por lo linda que te han hecho para mí…”.
¿Se trata acaso de que los progenitores de la bien plantada muchacha cogieron una esfera y la lanzaron por la ventana?
De seguro que no. Sólo estamos ante un ejemplo más del influjo que el beisbol –deporte nacional cubano– ejerce sobre lo que habla la gente en la mayor de las Antillas.
Sí, porque “botar la pelota”, en la jerga de por acá, significa tener una actuación brillante en cualquier área de la actividad humana, tan excepcional como cuando un pelotero, de un sólido batazo, hace salir la bola por encima de la cerca, fuera de los límites del estadio.
El asunto cuenta con prolongada historia. Es bien conocido el origen de ese espectáculo-entretenimiento. Pero aquí se aplatanó, o sea, se cubanizó.
De entrada, modificó su nombre. El cubano no dice “béisbol” –como correspondería a la fonética anglófona–, sino que convierte en agudo el término: “beisbol”. O, sencillamente, “la pelota”.
En ese proceso de aplatanamiento desempeñarían papel protagónico los traviesos chicos de la prensa: Víctor Muñoz, Eladio Secades, Felo Ramírez, Eddy Martin, Bobby Salamanca, Héctor Rodríguez…
Víctor Muñoz, Vitoque, fue quien rompió el fuego. Tan obeso y simpático como osado, se atrevió, en su columna del periódico El Mundo, a convertir un homerun en “jonrón”, y sustituía hit and run por “corrida y bateo” o twobase por “tubey”. Si un bateador no lograba adivinar a la bola, comentaba sonriente: “Estuvo abanicando a la brisa”.
Hasta nuestros días ha llegado también la picardía del bayamés Rafael Ramírez. “Felo”, como será siempre recordado, quería ser pelotero, segunda base estelar, pero “ni pellizcaba las curvas y las rectas me pasaban”, bromeaba sobre sus posibilidades en el diamante.
Entonces, terminó tras los micrófonos casi que de casualidad en 1945 y se convirtió en una de las voces icónicas de la narración beisbolera, tanto así que es uno de los tres latinos que ha recibido el premio “Ford C. Frick” y el pasaje directo al Salón de la Fama de Cooperstown.
“Ahí va todo un palo por el jardín central… la bola se va elevando yyyy… se llevó las cercas”, decía con todos los batazos que atravesaban el parque directo a las gradas. Las rectas duras eran “de humo” y los fanáticos del sur de la Florida se erizaban cuando soltaba su clásico “están ganando los Marlins”.
Mucho más contemporáneamente, el Bobby Salamanca hizo de las suyas. Todavía nos resuenan en los tímpanos sus interjecciones, conectadas con la industria nacional por excelencia: “¡Azúcar!” o “¡Tres golpes de mocha y pa’ la tonga!”.
Si alguien en cualquier lugar te suelta un estruendoso “¡Está dooominado!”, corre, porque tienes problemas. Esa frase la inmortalizó Héctor Rodríguez cada vez que los bateadores eran liquidados con un flojo elevado. Con su voz gruesa, estruendosa, recibía cada noche a millones de fieles que se sentaban a ver la pelota: “Un saludo tengan todos, amables televidentes”.
Durante años, Héctor formó una dupla legendaria con el inigualable Eddy Martin. “El Decano” aportó mesura y sagacidad en cada comentario. Quizás no “pegó” tantas frases, pero su tono conciliador, diplomático y cortés, unido a sus grandes conocimientos de casi todo, inspiró el respeto en un mundo de por sí bastante veleidoso.
Eladio Secades –comentarista deportivo que también se enseñoreó del humor– dijo que el beisbol tiene la culpa de que no acabe de cumplirse la sentencia de que Cuba es el país del choteo. Porque lo sería si no tomásemos el beisbol tan en serio.
Así es. Porque, irrespetuosamente, esa entidad ha invadido nuestras vidas. Hasta lo que privadamente hablamos con el amigo o con la persona amada. De manera que la jerga beisbolera, saltando por encima de las cercas del estadio, ha inundado nuestra existencia cotidiana.
En Cuba, “estar en tres y dos” o “tener las bases llenas” significa hallarse en una situación difícil, apretada, espinosa…
Si a fulanito lo cogen “fuera de base” o “movido”, tiene que ponerse a rezar, porque lo sorprendieron in fraganti, con las manos en la masa…
Pero esas no son las únicas expresiones que marcan el ritmo cotidiano de la sociedad cubana. Por ello, me permito presentarles a continuación una mínima muestra de esa gracia metafórica, vinculada a nuestro deporte nacional.
* Estar fuera de liga: tener una capacidad, en cualquier ámbito, que sobrepasa a todo el mundo: “En la Física, Einstein estaba fuera de liga”.
* Al duro y sin guante: inmisericordemente, con todo rigor. Sin medias tintas, contemplaciones o blandenguerías: “Esa inspección es al duro y sin guante”.
* Al duro y sin careta: igual al anterior.
* Estar “uail”: mostrarse inefectivo o poco acertado: “Los meteorólogos están uail en sus pronósticos”. (Del inglés wild, descontrolado o salvaje).
* Ser el dueño del bate y de la pelota: hallarse alguien en situación de poder para decidir totalmente en un asunto, por depender de él todos los recursos.
* Ser “ao” por regla (del inglés out): se dice de la persona o el asunto que fracasará de seguro: “No estudié. En ese examen sé que voy a ser ao por regla”.
* Ser un “ao” vestido de pelotero: igual al anterior.
* Ser un “flaicito” (del inglés fly) o una palomita: ser asunto fácil.
* Partir el aluminio: lograr lo inconcebible, porque no se puede astillar un bate que no sea de madera. “Todos estábamos detrás de Chichita, pero fue Cheo quien la conquistó. ¡Partió el aluminio!”.
* Ser un batazo: se dice de lo extraordinariamente bueno. “La pintura de Wilfredo Lam es un batazo”.
* No tener un récord, pero sí un buen “averaje” (del inglés average). Se comenta así de lo que no es excepcionalmente brillante, pero sí aceptable.