Ya cumple diez años de publicado —en Argentina; la editorial española Periférica lo rescató en 2010— un breve, provocador y polémico libro de ensayos titulado Literatura de izquierda. Probablemente el hit más sonado en Latinoamérica del novelista, editor, crítico y sociólogo Damián Tabarovsky (Buenos Aires, 1967).
Primero, las dos aclaraciones del título. Literatura no abarca su sentido amplio: Tabarovsky se va a referir básicamente a la práctica narrativa, a la ficción. Sobre lo otro no puede ser más explícito. Leemos:
“…la literatura de izquierda no remite a la literatura hecha por escritores de izquierda, que pasaron por la izquierda o que aún dicen ser de izquierda. Buena parte de la literatura hecha por escritores de izquierda es conservadora, reductora, simplista. De izquierda no tienen ni siquiera su relación con el mercado. Desde el boom para acá, la inmensa mayoría de los escritores de izquierda adoptan las posiciones más meritocráticas, menos cuestionadoras del orden establecido. Al igual que los escritores conservadores, los de izquierda se vinculan con el mercado de la misma manera que con los textos: de manera normativa, convencional, llenos de golpes bajos. En cambio, para la literatura de izquierda la situación es la inversa. Se relaciona con el mercado y con el texto de una sola manera: de manera antijerárquica.”
Pero con esta inversión no basta. Tabarovsky reconoce que su literatura-izquierda es una idea problemática, fácil de desarmar, difícil de definir. “Sucede que la dificultad y el malestar son su piedra de toque”, nos dice, “también la fragilidad” (y pareciera que está hablando también, cómo no, todo el tiempo, de otra izquierda política). Lo mejor que tiene el libro es eso: no intenta definir con precisión, no entra en el juego de los argumentos razonables (“Sucede que la literatura de izquierda desconfía de los argumentos razonables”). Antes que demarcar correctamente un territorio, el autor prefiere plegar / desplegar un mapa: rutas, pistas, direcciones…
Aquí van algunas.
-La literatura de izquierda se escribe como duda, no como certeza. Se escribe en contra, mientras la literatura conservadora lo hace a favor. Se escribe en riesgo (El Mercado, pero también la Academia, según Tabarovsky: lugares a salvo).
-La literatura de izquierda se dirige a un lector que la pone en cuestión e incluso que la niega, situación que “la vuelve consciente de su propia imposibilidad, de su inoperancia, de su pertenencia a una comunidad imaginaria”.
-La literatura de izquierda no buscar dar sentido, sino poner el sentido en suspenso y/o entre paréntesis. Su meta no es tanto hacer creer como obstaculizar las creencias existentes.
-La literatura de izquierda siempre es portadora de algo “bajo, reptante, mal escrito”. Como un virus radical, lleva dentro de sí “el signo del extravío, del exceso; la antesala del desperfecto, del accidente, de la más absoluta soledad”.
-La literatura de izquierda sospecha de toda convención (incluidas las propias). No pretende subvertir un orden literario sino poner en cuestión la idea misma de orden literario, cualquiera que sea ese orden (el status quo siempre es de derecha).
-La literatura de izquierda se escribe pensando en el afuera, pero ese afuera, se nos advierte, “no es el público, la crítica, la circulación, la posteridad, la tesis de doctorado, la contratapa, la palmadita en el hombro”; es un afuera del lenguaje que nunca llega, que siempre se posterga o se disgrega y que más bien constituye un adentro inalcanzable, un buceo: “ya no el buceo como búsqueda de la palabra justa, bella, precisa (el coral iluminado bajo el agua), sino como el momento en que la caza submarina se extravía y se convierte en chapa, ácido, vidrio, coral de vidrio molido (la exploración a un barco hundido)”.
Etcétera.
Esta última metáfora subacuática remite a Deleuze, por supuesto. El bal-buceo. Y es que la noción de literatura menor, la invención de una lengua dentro de otra lengua, impregna gran parte del libro. “Ahora que Francia ya no ejerce ninguna influencia sobre nosotros quizás sea el momento de citar nuevamente a los franceses”, razona Tabarovsky, “recién ahora se ha vuelto realmente esnob citar a un ensayista francés”.
El “nosotros” del que habla es un plural argentino. Hay que recordarlo. Literatura de izquierda es un libro elaborado a partir de un diagnóstico de la literatura argentina contemporánea. Aunque avance mucho más allá, aunque sus ideas sean fácilmente extrapolables a otros contextos de la literatura actual (pero las extrapolaciones a Cuba siempre son complejas; otro francés citado es Barthes con aquello de que la literatura, “fullería saludable”, permite “escuchar a la lengua fuera del poder”: frase que tiene una resonancia muy distinta por acá), se trata de un libro en cuyo centro hay un debate sobre la literatura post Borges, sobre la línea que pasa por Puig – Copi – Libertella – Lamborghini – Néstor Sánchez – Aira – Fogwill – Chejfec – Bizzio – Guebel, sobre la narrativa argentina de los 90 y del cambio de siglo, sobre herencias y enfrentamientos bien conocidos por quienes respiran de cerca aquellos (¡buenos!) aires. Ese es el núcleo donde Tabarovsky quiere intervenir y, claro, a la hora de ilustrar mediante ejemplos concretos lo que sería para él la literatura de izquierda, ofrece una lista de títulos de autores argentinos.
La lista no es lo más importante (o tal vez sí, y soy yo el que le resto importancia porque no he leído y seguramente no leeré nunca ninguno de esos libros y la mayoría de los nombres no me dicen nada). Lo que vale destacar es la posición de en guardia que asume Tabarovsky, sabiendo que cuando uno se sumerge dentro de ciertas máquinas de pensamiento la relación entre ejemplo y teoría casi siempre es desdichada. No se permite el desliz. Coherente con esas ideas “de izquierda” que ha venido desarrollando, propone:
“Habría que escribir teorías sin ejemplos o ejemplos sin teorías. O —quizás sea este el caso— hacer que el ejemplo y la teoría no encajen, se desacoplen, se rebele uno contra el otro. Por lo tanto no hay aquí una teoría previa que luego baja a la empiria para verificarse, tan sólo hay un archipiélago donde están los puentes pero faltan las islas.”
Una bella frase sobre el espacio que podría instaurar la literatura, sobre su dimensión de futuro. Un archipiélago donde están los puentes pero faltan las islas.
Volveré sobre el tema. Falta lo mejor.