El 2021 quedará marcado en el recuerdo del deporte cubano como un buen año, sobre todo por la demostración de eficiencia en los Juegos Olímpicos de Tokio y por la gran temporada de los peloteros antillanos en Grandes Ligas, los dos eventos donde mejor se evidenció la calidad y el nivel supremo de los atletas de la Isla.
En MLB, los cubanos ganaron Serie Mundial, Novato del Año, título de bateo, Guante de Oro y premios de Jugador Más Valioso en diferentes instancias de la postemporada. Jorge Soler, Randy Arozarena, Yulieski Gurriel, Yordan Álvarez, Guillermo Heredia, José Abreu, Luis Robert o Raisel Iglesias fueron algunos de los nombres más relevantes de otra campaña crucial en las aspiraciones cubanas de recuperar su lugar de privilegio en el mejor béisbol del mundo.
Sin dudarlo, lo acontecido en la arena olímpica de Tokio fue histórico para la delegación cubana, que se apoyó en brillantes actuaciones individuales y culminó entre los 15 primeros países del medallero, con la mayor cosecha de títulos desde Atenas 2004.
Pero al margen del saldo de la comitiva antillana, otros cubanos también brillaron en la capital japonesa. Pedro Pablo Pichardo (Portugal) se convirtió en el primer deportista de la Isla que logra la corona estival compitiendo bajo otra bandera luego de su inobjetable triunfo en el triple salto, mientras el luchador Abraham Conyedo (Italia), el karateca Ariel Torres (Estados Unidos), el boxeador Loren Alfonso Domínguez (Azerbaiyán) y el pelotero Raúl Valdez (República Dominicana) consiguieron bronces, igualmente representando a otras naciones.
Hubo otros momentos de júbilo, como la histórica victoria en el Mundial de relevos de la posta larga cubana, integrada por Zurian Hechavarría, Rose Mary Almanza, Lisneidy Veitía y Roxana Gómez, quienes se convirtieron en las primeras corredoras de la Isla con una corona en estas lides.
Además, se vivió con emoción la convocatoria de los legionarios del fútbol para los partidos internacionales de la selección antillana. Onel Hernández, Jorge Luis Corrales, Carlos Vázquez, Joel Apezteguía, Dayron Reyes y Davide Incerti fueron algunos de los nombres que sonaron al vestir la casaca de las cuatro letras, muchos de ellos por primera vez.
Por supuesto, también hay lunares, como la polémica exclusión de Arlen López de los mejores atletas del año en Cuba, o la faena de algunos deportes en los Juegos Panamericanos Junior de Cali, donde el pabellón antillano se ubicó en la quinta posición general.
Si bien se vieron destellos de nuevas estrellas del movimiento atlético nacional y un notable salto de calidad individual de varios atletas que superaron sus mejores marcas, volvió a quedar en evidencia el nivel y la dificultad para acceder al podio en deportes vitales en citas múltiples por la cantidad de preseas que reparten.
En ese grupo hay que incluir la natación, las gimnasias, la esgrima, el ciclismo, las pesas, el tiro deportivo o el remo, las cuales pusieron en juego un gran total de 114 títulos, ninguno de ellos ganado por la delegación cubana. A eso debemos sumar los evidentes problemas en las especialidades colectivas, que solían ser un bastión para la Isla y ahora no aportaron ni una corona.
En OnCuba les proponemos repasar algunos de los mejores momentos del deporte cubano en el 2021 y otros que no fueron para nada satisfactorios.
Omara Durand y Robiel Yankiel Sol, reyes del deporte paralímpico
Omara Durand, inmensa, lideró la faena cubana en los Juegos Paralímpicos de Tokio con otras tres preseas doradas. La santiaguera, junto a su guía Yuniol Kindelán, volvió a ser el motor de la delegación antillana y engrandeció aún más su leyenda en las pistas tras conquistar el oro en los 100, 200 y 400 metros planos de la categoría T12 (discapacidad visual). De esta forma, se convirtió en la atleta antillana más laureada en estas lides, con ocho cetros.
La guinda del pastel fue su récord mundial en la final del doble hectómetro, con un fulgurante tiempo de 23.02 segundos, que la pone a las puertas de superar la barrera de los 23 segundos y la confirma como la mejor velocista paralímpica de la historia, invicta, por demás, en la última década.
Además de Omara, el otro campeón cubano en Tokio fue el saltador de longitud Robiel Yankiel Sol, el “eléctrico” de la delegación. Nadie contaba con él, apenas se le conocía, pero este joven de solo 18 años se robó el show y clavó los pinchos en los 7.46 metros, nuevo récord paralímpico de la categoría T47 (afectados en extremidades superiores).
Con ese brinco y su disposición de consagrado antes de cada carrera de impulso, dejó atrás a rivales de mucha más experiencia y reputación, como el hasta entonces recordista, el estadounidense Roderick Townsend, quien ni aun logrando marca personal pudo derrotarlo. En el cajón de salto, Robiel se superó con creces a sí mismo –su mejor registro hasta entonces era de 6.77 y en la final japonesa superó cuatro veces los 7.00 metros–, y dio así la primera gran alegría a su país.
Al margen de las grandes actuaciones individuales, no se puede obviar el hecho de que esta labor de Cuba es la peor en citas paralímpicas en cuanto al número de metales (seis), y la segunda ubicación más baja en el medallero, solo por delante de Atenas 2004, cuando finalizó en el lugar 43 con dos oros, dos platas y siete bronces.
De igual manera, es válido reconocer que los Juegos Paralímpicos fueron un reto durísimo, con más de 4500 competidores en 22 deportes. De ellos, Cuba solo participó en siete, con una delegación de 16 competidores y un guía, la más pequeña en las últimas ediciones. Por si fuera poco, debemos recordar que toda la preparación se desarrolló en medio de limitaciones por culpa de la pandemia, lo que hacía prever la complejidad de acercarse a actuaciones anteriores en estas lides.
Finalmente, no se pudo cumplir con el exigente pronóstico de figurar entre las 20 primeras naciones. Cuba ancló en el puesto 35, con cuatro cetros, un subtítulo y un bronce, en una tabla de medallas que, si bien tuvo un claro dominador (China con casi 100 coronas), evidenció el ascenso general del deporte paralímpico y mostró una amplia repartición de las preseas. No en balde 62 países alcanzaron al menos un título en Tokio y un total de 86 lograron subir al podio, con Brasil (22-20-30-72) y México (7-2-13-22) a la vanguardia en América Latina.
Dos triunfos simbólicos para el béisbol cubano
La declaratoria del béisbol como Patrimonio Cultural de la Nación y la posterior exaltación de Tony Oliva y Orestes Miñoso al Salón de la Fama de Cooperstown fueron dos de las notas trascendentales vinculadas al deporte de las bolas y los strikes en la Isla, teniendo en cuenta el alto valor simbólico de ambas.
El béisbol cubano fue investido como Patrimonio Cultural el 19 de octubre, tras décadas de reclamos de peloteros, glorias, periodistas, investigadores, cronistas, historiadores y aficionados. Finalmente, el deporte nacional, la pasión por excelencia de los habitantes de la Isla, escaló —al menos de manera formal— a otra dimensión, una en la cual debió estar por méritos propios desde hace mucho tiempo.
El acto de declaratoria patrimonial se celebró en el mítico parque Palmar de Junco, en Matanzas, sin público por culpa de la pandemia, sin representación de las máximas autoridades gubernamentales del país y con una transmisión televisiva improvisada que dejó mucho que desear.
Al margen de estos detalles, el hecho en sí puede marcar un punto de inflexión en el rumbo histórico del béisbol cubano, afectado hasta la médula por un éxodo descomunal en la última década y años de pésima gestión interna, dos factores fundamentales que han provocado un descenso cualitativo abrupto en los distintos torneos nacionales y, como es lógico, una escalada de pésimos resultados en la arena internacional.
En medio de este panorama sombrío —agravado por la crisis de credibilidad que atraviesa la cúpula directiva del béisbol en la Isla—, la declaratoria supone una satisfacción por el simple hecho de elevar a nuestro deporte nacional hasta ese espacio venerado que le corresponde, pero también entraña una nueva responsabilidad para todos: resguardar y glorificar uno de los más preciados tesoros de la nación y la cultura cubana.
Otra fecha que también tendremos que señalar como una de las más especiales para el béisbol cubano es la del 5 de diciembre del 2021, en la cual fueron exaltados al Salón de la Fama de Cooperstown los estelares Saturnino Orestes Miñoso y Tony Pedro Oliva, dos auténticos inmortales de los diamantes por sus brillantes desempeños en los años 50, 60 y 70 del siglo pasado.
¿Pertenecen Orestes Miñoso y Tony Oliva al Salón de la Fama?
Miñoso y Oliva fueron exaltados por el Comité de Veteranos del Salón de la Fama del béisbol de Estados Unidos tras muchísimos años de espera. Miñoso recibió el 87.5 % de las papeletas (14 de 16) de los especialistas involucrados en el proceso de votación, mientras Oliva, Jim Kaat y Gil Hodges terminaron en el límite, justamente con el 75 % de apoyo requerido para entrar al templo de inmortales.
Las dos estrellas cubanas reunían méritos de sobra para estar en Cooperstown, pero nunca habían recibido el soporte necesario para inscribir su nombre con letras doradas en el santuario del béisbol norteño.
Cuba presume ahora de siete exponentes en el Salón de la Fama de Cooperstown, más que cualquier otra nación extranjera. Miñoso y Oliva se suman a los estelares Martín Dihigo (exaltado en 1977 por el Comité Especial de las Ligas Negras), Tany Pérez (2000 por el Comité Regular), José de la Caridad Méndez, Cristóbal Torriente y el ejecutivo Alex Pompez, estos tres últimos elegidos en el 2006, también por el Comité Especial de las Ligas Negras.
Detrás de Cuba, el otro país extranjero con más exaltados a Cooperstown es Puerto Rico con cinco (Roberto Clemente, Orlando Cepeda, Roberto Alomar, Iván Rodríguez y Edgar Martínez), seguido por República Dominicana con tres (Juan Marichal, Pedro Martínez y Vladimir Guerrero), Panamá con dos (Rod Carew y Mariano Rivera) y Venezuela con uno (Luis Aparicio).
Yordenis Ugás y una victoria legendaria
Uno de los hechos más relevantes protagonizados por un deportista cubano en el 2021 fue la victoria del boxeador santiaguero Yordenis Ugás sobre el filipino Manny Pacquiao, una leyenda viviente del ring. En pelea efectuada en la arena T-Mobile de Las Vegas, el indómito se impuso por decisión unánime con un desempeño técnico impresionante.
Aunque tiró la mitad de los golpes que Pacquiao, el antillano fue mucho más preciso y efectivo, por lo que se llevó una victoria histórica. “Hice mi mejor esfuerzo esta noche, pero no fue lo suficientemente bueno. No hay excusas. Quería pelear por el título en el ring y esta noche el campeón se llama Ugás”, dijo el boxeador filipino en referencia a su rival.
La victoria fue la culminación de un largo viaje para Ugás, quien abandonó el equipo de Cuba dos años después de ganar una medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Beijing. Dejó el boxeo durante un tiempo, pero revitalizó su carrera y aprovechó esta oportunidad de oro al obtener su duodécima victoria en sus últimas trece peleas.
“Estoy muy emocionado, pero, sobre todo, quiero agradecer a Manny Pacquiao por darme este momento en este ring hoy. Solo tuvimos dos semanas de entrenamiento, pero escuché a mi esquina y todo salió bien”, apuntó Ugás, quien ahora se plantea nuevos retos.
De entrada, en los primeros meses del 2022 se convertirá en el primer boxeador cubano que pelee por tres fajas mundiales en un mismo combate, cuando se enfrente a Errol Spence Jr., una de las referencias del peso welter y ubicado entre los diez mejores pugilistas del orbe libra por libra.
Miguel Ángel López y Marlon Yant, gigantes en el Mundial de Clubes
A finales del 2021, el Mundial de Clubes de voleibol volvió a poner sobre la mesa el talento, el poderío y las perspectivas de la nueva generación cubana, que sigue creciendo a pasos agigantados en el concierto profesional. Ninguna evidencia en ese sentido es tan clara como el reinado del Miguel Ángel López, seleccionado Jugador Más Valioso de la lid y miembro del Equipo Ideal, y la irrupción definitiva de Marlon Yant, líder anotador y en ataque.
López y Yant son los líderes de esa nueva hornada de talentos, empeñada en tomar el relevo del mejor grupo de jugadores que jamás ha dado la Isla. De momento, los dos jóvenes brillaron con luz propia en el Ginasio Poliesportivo Divino Braga de Betim, Brasil, donde dieron una demostración de consistencia, regularidad y madurez competitiva.
Los mayores honores se los llevó López, flamante monarca con el tetracampeón Sada Cruzeiro, que hizo valer su condición de local y reinó con un solo set perdido en cuatro partidos. El auxiliar cienfueguero se erigió en una de las puntas de lanza del plantel brasileño, desplegando un arsenal de recursos impresionante para un chico con menos de cinco años de experiencia profesional.
Despegue galáctico, fuerza brutal en ataque y servicio desestabilizador son algunas de las virtudes que el sureño de 24 años exhibió en Betim, donde mostró su gen competitivo y extraordinaria capacidad para crecerse y asumir balones en los momentos cruciales.
Lo mejor para Cuba es que esto puede repetirse en el futuro, y no necesariamente con López como protagonista. Por su proyección, herramientas y desarrollo, Marlon Yant también podría convertirse en MVP de cualquier torneo a corto plazo. Su nombre no ha resonado tanto a nivel profesional, pero el impacto del joven villaclareño en las filas de un club poderoso como la Lube Civitanova es innegable.
En Betim, el cubano fue líder anotador (68 unidades) y en ataque (57) con un descomunal 65,52 % de efectividad, superando en ambos departamentos al fenómeno italiano Alessandro Michieletto (Trentino), otro chico de 20 años con un futuro prometedor. Además, Yant terminó segundo en servicio con seis aces y no desentonó en la recepción con solo dos errores.
Tanto Marlon Yant como Miguel Ángel López son el espejo en que otros jóvenes talentos del voleibol cubano pueden mirarse. Su irrupción en la élite sirve de aliciente para la nueva generación del deporte de la malla alta en la Isla, que mira con esperanza al futuro.
De vuelta a la cima en el Mundial de boxeo
Cuba recuperó el trono del Campeonato Mundial de boxeo en Belgrado, Serbia, donde ganaron tres coronas y dos medallas de bronce con una reducida comitiva de solo ocho pugilistas, pues justo antes de la lid cuatro miembros del equipo causaron baja, contagiados con coronavirus.
Andy Cruz (63.5 kilogramos), Yoenlis Hernández (75) y Julio César La Cruz (92) fueron los medallistas de oro para la armada antillana, mientras Osvel Caballero (57 kg) y Herich Ruiz (86), dos figuras sin experiencia en Campeonatos Mundiales, se llevaron sendos metales bronceados.
La actuación cubana fue muy sólida, sobre todo si tenemos en cuenta las bajas y las derrotas de solo Lázaro Álvarez, Roniel Iglesias y Kevin Brown, tres hombres con el potencial suficiente para escalar al podio.
De cualquier manera, la faena de los cinco medallistas permitió a Cuba recuperar el trono perdido en el Mundial del 2019 en Yekaterimburg, Rusia, donde ganaron una medalla de cada color. Esta representa la victoria colectiva número 13 para la Isla en 21 ediciones mundialistas, evento que comenzó comenzaron hace casi 50 años en La Habana.
Como detalle relevante, otros dos boxeadores cubanos que compiten bajo otras banderas también subieron al podio en Belgrado. Hablamos del pinareño Loren Alfonso (Azerbaiyán-86 kg) y el capitalino Enmanuel Reyes (España-92), quienes ganaron medallas de oro y bronce, respectivamente.
Lo peor del deporte cubano en el 2021
No hay peor noticia que la muerte, y el deporte en la Isla sufrió muchas pérdidas en el 2021. La pandemia de coronavirus golpeó particularmente al béisbol, que vio partir en muy poco tiempo a Ernesto Reynoso, comisionado nacional, y a Higinio Vélez, presidente de la Federación Cubana, además de Reynaldo Costa y Giraldo González, dos de las principales glorias del pasatiempo nacional en Pinar del Río.
El deporte de las bolas y los strikes sufrió también las irreparables pérdidas de Benito Camacho, Pedro José Rodríguez, Ramón Hechavarría y Urbano González, todos con un destacadísimo historial en los diamantes antillanos y en representación de Cuba en diversos escenarios internacionales.
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Un momento triste para el movimiento atlético nacional se produjo tras la muerte de Orlandito Martínez, primer campeón olímpico del boxeo cubano. En el momento de su fallecimiento, el otrora estelar pugilista tenía 75 años —recién cumplidos el pasado 2 de septiembre— y padecía de Alzheimer, según había revelado su hija Elizabeth Martínez en agosto pasado.
En una publicación en redes sociales, su primogénita criticó duramente a las autoridades del deporte cubano por la ineficiencia e insensibilidad en la atención a atletas retirados. “Al INDER le digo, si van a homenajear a mi padre, que lo hagan ahora que está vivo y es cuando realmente lo necesita. Cámbienle el carro o arréglenselo porque a él le urge para ir al médico (…) si con su salario lo pudiera arreglar yo no tendría que decirles esto”, posteó en Facebook.
Hubo otros episodios particularmente trágicos, como la muerte de la martillista Alegna Osorio, bronce en los Juegos Olímpicos de la Juventud en Buenos Aires 2018. Luego de tres meses hospitalizada, la joven de 19 años no pudo superar el coma y las afectaciones que le ocasionaron un accidente en los entrenamientos, hecho del cual no existen demasiados detalles.
Según fuentes consultadas por OnCuba que pidieron conservar el anonimato, Alegna y otro grupo de atletas que no estaban en los planes de cara a los Juegos Olímpicos de Tokio fueron enviados de vuelta a sus provincias a fin de limitar los riesgos de contagios por COVID-19.
Sin embargo, las propias fuentes aseguraron que el entrenador de Alegna le sugirió que permaneciera en La Habana para continuar con la preparación. Aunque se desconocen al detalle las circunstancias en que se produjo el trágico accidente, todo parece indicar que un martillo impactó en la cabeza de la atleta agramontina durante un entrenamiento fuera de las instalaciones de la Federación Cubana de Atletismo, provocándole lesiones graves en el cráneo.
Tres meses después de un accidente, fallece joven martillista cubana
Entre los fallecimientos de deportistas cubanos en el 2021 está también el Alfredo Quintana, balonmanista radicado en Portugal. El portero, miembro de la selección nacional lusa, sufrió una parada cardiorrespiratoria durante los entrenamientos con su club, el Oporto, y estuvo varios días ingresado hasta el fatal desenlace.
Su muerte provocó reacciones de tristeza en la comunidad del balonmano en Portugal y Cuba, sobre todo entre sus compatriotas que de inmediato mostraron pesar por la noticia en redes sociales.
Yosdany Ríos, balonmanista habanero radicado en Francia, escribió en su perfil de Facebook que el fallecimiento de Quintana “es un partida lamentable muy inesperada para todo el mundo del handball, para toda tu familia y amigos”.
“Descansa en paz Padrino, gracias por todo lo que me enseñaste, te voy a extrañar The King nunca saldrás de mi corazón”, publicó en la misma red social el lateral cubano Yoan Balázquez.
El frustrado sueño olímpico del béisbol cubano
Luego de participar en todas las ediciones olímpicas en las que se había convocado al béisbol de manera oficial, la novena cubana no pudo clasificar a la cita estival de Tokio tras sucumbir en el Preolímpico de Florida, Estados Unidos. Derrotas frente a Venezuela y Canadá acabaron las opciones de la escuadra caribeña, que luchó pero volvió a chocar contra sus propios errores, los mismos que vienen aflorando hace años.
No obstante, es válido reconocer que el plantel se enfrentó a un escenario complejo en todo momento, incluso antes de viajar al torneo, pues pasaron las “de Caín” para obtener las visas, y nada más llegar a Estados Unidos perdieron a un jugador fundamental como César Prieto, quien decidió abandonar el plantel poco después de bajarse del avión. Después, ya al final de la lid, tampoco regresaron a Cuba los lanzadores Andy Rodríguez y Lázaro Blanco.
¿Por qué el sueño olímpico del béisbol cubano se transformó en pesadilla?
En el Preolímpico salieron a relucir las mismas deficiencias de los últimos años, aunque esta vez fueron muy señalados los errores de la dirección en la concepción del equipo y la toma de decisiones, sobre todo en la planificación de la rotación o en los cambios durante los partidos.
También los jugadores quedaron en deuda y salieron a relucir los mismos problemas de siempre. Los lanzadores abridores no dieron la talla, a la hora buena no se bateó, quedaron muchos corredores en circulación, buena parte de ellos en posición de anotar… Es cierto que se jugó siempre a remolque y eso complejiza bastante el trabajo, pero faltó enfoque y determinación en algunos turnos de trascendental importancia.
La pesadilla del Mundial Sub-23 de béisbol
Cuba perdió la oportunidad de subir al podio en el Campeonato Mundial Sub-23 de béisbol, celebrado en Hermosillo, México. Los antillanos perdieron en un duelo crucial por el bronce contra Colombia, nación que hasta muy poco tiempo no contaba entre los principales rivales de la Isla en el deporte de las bolas y los strikes.
Mundial Sub-23 de béisbol: cronología de una aventura turbulenta
Pero el resultado no fue lo peor para Cuba en el evento. Un total de 12 jugadores del elenco decidieron no regresar a la Isla y se apartaron de la selección en distintos puntos del camino, algunos nada más aterrizar en México, otros sin apenas jugar, otros en la recta final antes de discutir la medalla, y los últimos tras entregar todo en el terreno hasta el out 21 (los partidos del Mundial se jugaron a siete entradas).
La larga lista de nombres que no regresaron con el plantel la integran Luis Danny Morales, Ubert Luis Mejías, Loidel Rodríguez, Reinaldo Lazaga, Dariel Fernández, Dismany Palacios, Yeniel Zayas, Miguel Antonio González, Brian Chi, Loidel Chapellí Jr. y Geisel Cepeda.
Según el colega Francys Romero, nunca antes habían “desertado” tantos jugadores en un mismo torneo, de hecho, la mayor referencia en este sentido eran los cinco “escapados” (Roberto Colina, Jesús Ametller, William Ortega, Michel Hernández y Vladimir Hernández) en la Copa de Clubes Campeones de 1996, celebrada también en México.