Cigarro encendido siempre en mano, degustando cenas tardías y copiosas al mejor estilo de la bohemia habanera de su tiempo, César Portillo de la Luz, quiero creerlo, tuvo conciencia de que no llegaría vivo a su propio centenario, pero eso sí, no tenía duda alguna de que su obra trascendería a su paso corpóreo por la vida. Cumplir un siglo es un hito infrecuente y notable ya sea al indicar el trayecto de una vida, o la acumulación cualitativa de una obra. En este caso, me he marcado mi propia celebración desde ya, porque él y su obra constituyen el incentivo mayor para el festejo: este año César Portillo de la Luz está cumpliendo 100 años. Es el centenario de uno de los grandes compositores cubanos de todos los tiempos.
Como si no bastara haber creado dos de los boleros más universalmente famosos e insignias del movimiento del feeling –Contigo en la distancia y Tú mi delirio-, Portillo es el autor de otras obras no menos importantes y perdurables, como Noche cubana, Realidad y fantasía, Interludio, Canción de un festival, Amor es eso y Son al son, entre otras. La sensibilidad y la sabiduría musical que emanan de estas obras, y en general, de su carpeta autoral, son los ingredientes más destacables de una controvertida personalidad, de escasos regalos empáticos a nivel coloquial —y sí muchos a través de su guitarra y su voz—, y aquel talante agreste y retador que le ganó, entre sus próximos en el mundillo del feeling, el apelativo de Sargento Malacara. Pero quien lograra romper esas barreras y vencer su momentánea desconfianza, entraría en un mundo, su mundo, donde las vivencias bohemias cohabitaban en perfecta armonía con un irreductible compromiso social y político, desacralizante y crítico, pero inamovible en las convicciones propias que sustentaban una íntima relación con su país, su gente y su nación.
Su obra más famosa, quizás sea el bolero Contigo en la distancia, creado, indudablemente, en estado de gracia, surgida de una gran pasión, cuya inspiración, a pesar de mi reiterada insistencia en las muchas ocasiones que conversamos del tema, Portillo nunca quiso revelar. Prefería explicar el origen —y éxito— del famoso bolero en su narrativa, que apelaba, según decía, a sentimientos y situaciones universales, que cualquiera pudo haber vivido y en la que muchas personas podían verse reflejadas.
Un día pregunté a Portillo quién había realizado la primera grabación de Contigo… . “Fue el mexicano Fernando Fernández. Andaba por La Habana y fue uno de los primeros en cantarla.” Era Fernández lo que hoy llamamos un crooner, un cantante con una voz suave y atenorada, y un estilo muy personal, que lo convirtió en uno de los galanes más recurrentes en las escenas musicales románticas del cine mexicano en su llamada Época de Oro. En la segunda mitad de los años 40 cumple contrato en la radioemisora RHC Cadena Azul, en La Habana, donde incorpora algunos temas cubanos a su repertorio. A su regreso a México, Fernando Fernández, acompañado por la orquesta de Mario Ruiz Armengol y el trío Los Tres Latinos, realiza la primera grabación del gran bolero de Portillo el 15 de octubre de 1948, que será publicado por la marca Victor en el disco de 78 revoluciones por minuto y referencia V-23-1075, pero que, curiosamente llevará como título Contigo a la distancia. La sagacidad de Mariano Rivera Conde, principal ejecutivo de la RCA Victor en México y la excelente aceptación, motivaron que relativamente pronto se hicieran nuevos prensajes de esta grabación en el mismo formato y que el bolero cubano fuera incluido en La voz romántica de México, el primer LP de Fernández.
Un año después, en 1949, Fernando Fernández lo canta en el filme Callejera, fijando también la primera aparición de este bolero en el cine. En 1954, otro filme mexicano toma para sí el título del bolero de Portillo y lo incorpora en versión instrumental como opening, y en el gran final cantado.
Desde su estreno, el éxito persigue a Contigo en la distancia en las voces de boleristas consagrados y emergentes, que lo llevan a sus repertorios y lo graban: el trío Hermanos Rigual estuvo entre los primeros en Cuba, pues su grabación data de 1949. Desde Chile llega la noticia a La Habana: Lucho Gatica lo graba en 1952 y Antonio Prieto al año siguiente; Machito y sus Afrocubans lo hacen sonar en Nueva York y lo registran también en 1952; en República Dominicana, Lope Balaguer parecer haber sido de los primeros en llevarlo a disco. En México, como subrayara su autor, Contigo en la distancia conquistó al público y provocó de inmediato una sucesiva oleada de grabaciones: entre 1953 y 1954 salen discos con las voces del Cuarteto Armónico, los tríos Los Ases y Los Delfines, David Lama, la Marimba Hermanos Paniagua y el más trascendente a nivel de popularidad, en opinión de Portillo: Andy Rusell acompañado también por la orquesta de Mario Ruiz Armengol, a quien concedía un papel definitivo en el lanzamiento continental de su bolero estelar. Otras grandes voces mexicanas lo cantarían, desde Pedro Infante hasta el histriónico Germán Valdés, Tin Tan, en trance de seriedad en el filme El Conde de Montecristi.
Nat King Cole está actuando en Tropicana. Corre el año 1958 y el sello Capitol decide grabar en La Habana lo que será el legendario álbum Cole Español, acompañado por la orquesta del cabaret, dirigida por Armando Romeu Jr. Contigo en la distancia está entre los temas a grabar, pero cuentan que el King se decantó por no cantar y hacer la versión instrumental, en la que él asume el piano. Olga Guillot será responsable de mantener a Contigo… como uno de los títulos cimeros y más solicitados en sus conciertos dentro y fuera de Cuba. Su grabación con la orquesta Riverside de Pedro Vila incluida en el LP Romance y melodía destaca entre las mejores. Las Hermanas Lago también se hicieron acompañar por la Riverside en su versión, grabada por Panart en 1955. Pero entre las intérpretes femeninas de Cuba, la cosa está reñida, pues también exhiben versiones excelentes y singulares —grabadas o no— Elena Burke, Omara Portuondo, Graciela… Las mexicanas también hicieron versiones personales en el estilo pasional y clásico de gran proyección vocal y acompañamiento rítmico y coros, como las de Elvira Ríos, Toña La Negra y la española-mexicana Elvira Quintana, que la llevó al filme Bolero Inmortal en 1958.
Así, Contigo en la distancia siguió por el mundo saltando, con cierta discreción, fronteras geográficas y estilísticas, sumando otros intérpretes, como el cantante inglés Johnny Gregory con su orquesta londinense. El revival del feeling en su llamada segunda generación a inicios de los 60 protagoniza la noche habanera de night-clubes y bohemia, al tiempo que sus canciones salen de Cuba con Olga Guillot, Luis García y otros que siguieron cantando al amor en otras latitudes. Pablo Milanés se convierte en puente entre el feeling y una canción renovada que hablará de amores diversos, no solo el carnal, sino también del compromiso social, y que tendrá su expresión en la Nueva Trova cubana. Su show de boleros en Tropicana y la serie de discos Filin, dan fe de la conexión, pero sobre todo, de la pertenencia de Milanés al selecto grupo de los mejores boleristas de todos los tiempos. Contigo en la distancia será uno de los momentos más altos en esta selección. En el ámbito cubano es ya un clásico al que los cantantes recurren una y otra vez, pero no solo ellos: el gran Chico O’Farrill lo graba en 1965 en versión jazzística junto al trompetista Clark Terry para el álbum Spanish Rice.
Comienza la década de los 70 y entre Nueva York y Puerto Rico dos cantantes boricuas de apellido Feliciano dan sus personales versiones del clásico de Portillo: José Feliciano en su álbum El fantástico!, y Cheo Feliciano en La voz sensual de Cheo. El fraseo peculiar del primero coloca el bolero en una dimensión actualizada, reforzada por las improvisaciones de su guitarra, sin renunciar al papel relevante de la percusión clásica del género, sin mucho más. Cheo opta por un acompañamiento orquestal, y lo canta en el estilo casi conversacional que le hizo famoso. En México, José José, la nueva revelación, triunfa con una versión que estremece el país que dio a conocer la obra de Portillo y donde el bolero sigue siendo rey. En España lo graban Dyango y Moncho, boleristas por excelencia; el pianista Tete Montoliú, la figura más prominente del jazz en la península, en la versión instrumental con trío rítmico recogida en su álbum Temas latinoamericanos. Dos décadas después, Montoliú retomaría la canción en acompañando la versión cantada de su coterránea Mayte Martín.
El gran bolero de Portillo, con esa sentencia que habla de proximidad y lejanía, es inspiración más allá de la música misma: a inicios de los 90 el notable cineasta cubano Tomás Gutiérrez Alea lo toma para dar título a su cortometraje en la serie mexicana de televisión Con el amor no se juega, que tuvo a Gabriel García Márquez y Eliseo Alberto Diego como guionistas.
Hasta que en 1991 ocurre lo inesperado: llega Luis Miguel, con 21 años de edad y en plena fama internacional, y reactualiza la canción de Portillo, haciéndola cercana a los oídos de su generación cuando la incluye en su álbum Romance, una selección de boleros mexicanos y sólo dos cubanos (el otro fue Inolvidable, de Julio Gutiérrez) producido junto con Armando Manzanero. El álbum alcanza ventas internacionales de más de 7 millones de copias, gana más de 70 discos de platino y 6 de oro, y convierte al cantante en el primer latinoamericano en recibir un disco de oro en los Estados Unidos por un álbum en español.
La universalidad de Contigo en la distancia, enraizada en sus valores textuales y musicales, se refrenda y llega al mundo a través de los mecanismos de distribución comercial, que experimentaban ya una verdadera revolución que condicionaría también el consumo de la música. A partir de aquí, el revival del bolero de César alcanzaría los niveles de un clásico internacional: los brasileros Nana Caymmi y Caetano Veloso lo incluyen en sus respectivos álbumes Bolero (1993) y Fina Estampa (1994). Ambos encantan, Caetano con su versión tan intimista y moderna, en contraste con la no menos fascinante, por retadora y hasta angustiosa manera de decir de la temperamental Caymmi.
Y cuando ya podía pensarse que nada más pasaría con Contigo en la distancia, en el 2000 aparece la entonces diva del pop Christina Aguilera con su nada convencional grabación, que alarma a los puritanos y atrae a los más jóvenes con su reactualización del tema, sacándolo por momentos de sus tradicionales armonías y llevándolo a los predios del rhythm and blues (R&B). Diecinueve semanas consecutivas en la cima de la Billboard Top Latin Albums, posicionada también en el número uno de la lista de álbumes pop de la misma revista especializada, 6 discos de platino en Estados Unidos y 2 millones de copias vendidas por el mundo, recolocaron la obra de Portillo de la Luz en el panorama internacional.
Sabiendo como sabía del monumental insulto que le sobrevenía a César cuando cierta cantante le cambiaba la melodía de alguna de sus canciones, dudé en preguntarle qué tal le parecía la versión de la Aguilera, que en esos momentos arrasaba. Para mi sorpresa, me respondió contento y feliz, subrayando que versiones como la de ella acercaban la obra a la gente joven y la seguían difundiendo; para él Christina no cambiaba la melodía, sino que asumía un estilo de vocalización más acorde con los tiempos.
Así comenzó el nuevo milenio para Contigo en la distancia. Las versiones y grabaciones no cesarían ya, como si todos convinieran en la universalidad de su mensaje, su ductilidad musical y su condición de clásico irrenunciable. Las versiones grabadas a día de hoy sobrepasan las 200, y entre ellas se destacan, además de las ya citadas, las de Plácido Domingo, Andrea Bocelli, Mina, Chucho Valdés, Gonzalo Rubalcaba, Charlie Haden, Chris Botti, Ana Belén, Il Divo…, pero la lista parece continuar.
Imagino el gesto de aprobación de César al escuchar, tantos años después de haber compuesto su canción más famosa, a Harold López-Nussa, Haydeé Milanés, a Zule Guerra haciendo maravillas con ella, demostrando cuántas posibilidades tiene esta obra creada desde la perfección y de cuántos modos puede valerse un intérprete para reafirmar su pertinencia… A día de hoy, a 76 años de haberla creado y con este saldo extraordinario que puede imponer un récord, no sé si su autor seguiría afirmando —como le dijo a la periodista e investigadora Mayra A. Martínez— que Contigo en la distancia no era su canción preferida.
Excelente y reconocido artículo sobre la Vida y Obra de Portillo de la Luz, la magia del idioma con estilo ético y semblanza profesional, unen la historia al periodista en una Personalidad Emblematica.
Gracias Oncubanews.