A través de las redes sociales se ha dado a conocer en Cuba un movimiento que aboga por el bienestar animal y que viene fluyendo desde hace décadas, de la mano de personas que se preocupan por la situación de los callejeros. Muchas de esas personas acogen en sus casas un sinnúmero de animales sin hogar y comparten con ellos muchas veces mínimas condiciones de vida. Un grupo de vecinos que atiende voluntariamente la colonia de gatos del edificio. Una señora que lleva en una bolsa religiosamente la comida de cinco perros que vagan por el parque del barrio. Un grupo de muchachos que auxilian animales atropellados o mal heridos; los acogen y cuidan temporalmente para darlos luego en adopción responsable. Un veterinario que ofrece de corazón servicios gratis a los callejeros. Un hombre honrado que dona cualquier bien material que sirva a la causa.
El protector, como lo vemos constantemente en Cuba, es aquel afanoso activista que protege, o intenta proteger, a todos los animales que se encuentran en situación de necesidad y maltrato. Son activistas muy apasionados movidos por una gran empatía y un intenso amor. Estos han existido desde que hay animales pasando hambre y necesidad en las calles, no cabe duda. Pero claramente hay un antecedente, Jeannette Ryder, aquella filántropa estadounidense residente en Cuba que, a principios del siglo XX, fundó la “Sociedad Protectora de Niños, Animales y Plantas”, conocida como “Bando de Piedad”; sociedad que estuvo vigente hasta un tiempo después del triunfo de la Revolución y que inspiró las soluciones de hoy para la situación de los animales desprotegidos. Jeannette Ryder fue una gran mujer a la que muchos protectores en La Habana le rinden homenaje cada año en el cementerio de Colón.
En los años 80 surge la Asociación Nacional para la Protección de los Animales y las Plantas (ANIPLANT) y luego, cerca del 2010 y del 2016 surgen grupos como Protección de Animales de la Ciudad (PAC) y Cubanos en Defensa de los Animales (CEDA) a raíz de que un grupo de protectores se unieran para cavilar cómo solucionar los problemas de los animales callejeros. Este último grupo se derivó del primero.
Así han ido naciendo espontáneamente nuevas organizaciones. El hecho de que persista el problema de los animales callejeros es lo que hace que cada vez haya más protectores y más grupos de voluntarios dispuestos a disolverlo. No es este un fenómeno homogéneo, ya que no abarca a todo el territorio nacional. Es una red de personas que tienen una causa en común y actúan en dependencia de sus posibilidades, se agrupan en pequeñas organizaciones y ofrecen soluciones a sus callejeros con independencia de otros grupos pero que al final son soluciones en común al problema animalista, como lo son las campañas de vacunación, esterilización, desparasitación y adopción. Lo hacen armados con pocos recursos veterinarios entregados a la causa que se encuentran por todo el país y que convocan a toda esta serie de actividades. Se habla de unidad, tanto de los profesionales como de los protectores porque no importa el grupo, los integrantes o las condiciones que tenga cada colectivo, la causa es la misma.
Esterilizar, esterilizar, esterilizar
Como profesional, he ofrecido mis servicios a lo largo del país y he ido conociendo más a fondo a los integrantes de esta gran familia de activistas visitando refugios improvisados; he conocido a voluntarios y personas sensibles que lograron unirse para crear estos grupos rescatistas que ofrecen ayuda tanto a los protectores individuales como a los animales desamparados. Desde las ferias de adopción y recaudación de fondos, la oferta de hogares temporales, hasta la gran gestión de las campañas de esterilización gratuitas con el fin de esterilizar perros y gatos ferales, es mucho lo que se logra a favor del bienestar animal en Cuba.
Nunca podré olvidar a Gladys, aquella señora que conocí casual o causalmente cuando me llevaron a su casa porque allí se realizaba una campaña de esterilización gratuita y yo apenas sabía en qué consistía esa actividad ni cómo se orgnizaba. Pero Gladys tenía alrededor de 30 perros en su casa y con casi 80 años se encargaba de atenderlos. Así como también ofrecía su casa para que se realizaran campañas y convocaba a todo su vecindario y alrededores.
En Camagüey está Daimara, aquella mujer joven que tiene un refugio con decenas de perros y gatos y que conocí en Matanzas, cuando otros activistas y veterinarios de la zona convocaron a un taller para que cada cual expusiera el trabajo que hacía en favor de los desamparados.
Pero está María también, la señora que viene a alimentar todas las tardes a una colonia de gatos que habitan en una casa, pero que no reciben alimentación a no ser por ella. María no tiene redes sociales, nadie la conoce y sin embargo eso no le interesa. Lo que le puede preocupar a ella es que un día no consiga alimento para esos gatos y se queden esperando por la comida sin saber qué es lo que sucede.
Conocí a Blanca Valdés en Remedios, esa bellísima mujer y abnegada protectora, hace unos años, mientras visitaba su pequeño refugio de animales abandonados. Se trata de un pequeño espacio, que es su casa y que sirve tanto de refugio para desamparados como de lugar para esterilizar semanalmente un grupo de animales. Quisiera saber de dónde saca Blanca tantas fuerzas y tiempo para dirigir hoy el Órgano de base de ANIPLANT en la provincia de Villa Clara y cómo puede gestionar tantas campañas de esterilización en un mes. Pero es que también le acompañan dos grandes en esta actividad, los veterinarios Oscar y Dany.
La esterilización no es algo que toda persona pueda entender con facilidad. A algunas hay que explicarles varias veces y aún así no se convencen hasta ver el resultado. Pero sí puedo asegurar que a medida que pasa el tiempo hay una mayor concientización y se va rompiendo el mito de que la perrita o la gatica tiene que tener primero un parto para luego esterilizarla. ¡Qué trabajo ha costado desmentir esto!
Es increíble la organización con la que trabajan grupos como SAOS (Salvando Animales Olvidados de Santiago) y SALBA (Santiagueros por el Bienestar Animal) y la disposición que tienen cuando les haces aquella llamada y les dices: ¿puedo ir en febrero a hacer una campaña de esterilización gratutita con ustedes? Y ahí se movilizan en un abrir y cerrar de ojos y te preguntan qué necesitas para trabajar. Tú les hablas de los materiales que tienes disponibles y lo que falte o necesites ellos pueden resolverlo.
Pero también te reencuentras con Leo, Norberto o Isaac, unos excelentes colegas que pones a correr porque hay que esterilizar más de 20 animales en un día y tienen que adaptarse a la semana que tienes destinada para ello. Semana que puede terminar en una fiesta o reunión para hablar de todo lo que se pudo hacer o de aquellas nuevas técnicas de cirugía que viste en una revista actualizada de veterinaria.
Mi primera casa en una campaña recuerdo que fue en Ciego de Ávila. Aquella casa de Sara y Sarai, donde no podía faltar ni María ni Adriana. Ahí era como la casa de María Antonia para el Grupo de Protección Esmeralda y para las campañas de esterilización que hacíamos.
Hoy convergen dos grupos en esa provincia o municipio y hablo también del grupo Protectores de Ciego de Ávila (PECA). Mis respetos y mi admiración para ambos.
Es cierto que una campaña de esterilización no es fácil de gestionar. Quizá la casa que tenías a disposición para ese día no pudo ser y corriendo hay que buscar otra. Quizá las condiciones no sean las idóneas para realizar una cirugía en espacios abiertos. Pero sí es cierto que la esterilización es la mejor solución que podemos darle hoy día a nuestros animales de compañía. No solo a los que tienen ya un hogar responsable sino también para esos callejeros que probablemente pernocten en algún centro de trabajo como mejor opción de refugio.
Con redes o sin redes, con grupos o de forma individual, los activistas en Cuba no se detienen. Mediante las campañas de esterilización damos chance a vidas saludables, aseguramos mascotas en familia y no almas en pena. Transmitimos paz al poder afirmar: “ahora son menos que antes”, tocamos corazones, abrimos conciencias y puertas a más soluciones. En esas campañas podemos ver el resultado del trabajo en equipo, del esfuerzo colectivo y del poder de la unidad, yendo más allá de una simple consigna. Hoy sigue creciendo la ola de interesados por el tema que abordamos a la vez que son más los voluntarios que se unen en la causa, y lo mejor de todo, cada vez se van formando más médicos veterinarios conmovidos con la nefasta situación de nuestros animales callejeros, dispuestos a superarse para formar parte de este movimiento. Comienza a hacer efecto en las personas el mensaje que queremos transmitir mediante nuestras campañas por el bienestar. Comenzamos a estar un poco más unidos en esta misión que nosotros mismos hemos elegido y que hace más de tres décadas prometimos, y que nadie sabe exactamente cuándo surgió. Esterilizar sigue siendo la palabra de orden.