Estoy en España con mi esposa. Después de unos días tranquilos en el pueblo de su infancia salimos a visitar amigos, a conocer, en mi caso, nuevos lugares y afectos. Esa ruta nos llevó a Valencia y también al pueblo de El Perelló, a pocos kilómetros de la ciudad y con unas hermosas playas que baña el Mediterráneo.
Al Perelló suelen venir, en verano, la gente de Valencia o de la vecina Sueca. Los “guiris”, como llaman aquí a los extranjeros, son pocos. El pueblo de alguna forma me recuerda a Guanabo o Varadero en su versión cincuentera, la que solo he visto en fotos, una larga franja costera de arena blanca con edificios en primera linea de playa y el mar, ese Mediterráneo al que canta Serrat.
La playa estaba bien y la compañía aún mejor, pero a mi me llaman la calle, la gente, las tradiciones y mis inacabables ganas de hacer fotos, algo que, reconozco, ya me ha jodido más de un paseo.
Durante nuestra estancia en El Perelló y después de dos años de parón por la pandemia de la COVID-19, la Virgen del Carmen salió en nuevamente a recorrer en procesión las calles del pueblo, un evento en el que devotos y curiosos como yo disfrutamos de un espectáculo austero y con siglos de tradición.
La Virgen del Carmen es la patrona de marinos y pescadores. En España, desde 1901, es también la patrona de la Armada Española. El Perelló antes de ser un lugar de veraneo fue un pueblo de pescadores y aún quedan algunos que se hacen a la mar cada día y que, por supuesto, veneran a su Carmen que los protege cuando se alejan de la costa.
La procesión comenzó casi una hora tarde, después de una misa eterna de la cual se mofaban algunos, los menos religiosos supongo, con el argumento de que el párroco local, un día como ese, no escatimaría palabras para alabar a la virgen y alargar eternamente el sermón. Y así fue.
Al anochecer la Virgen recorrió las calles del pueblo, llevada por devotos y antecedida por dos falleras, un fallero y un grupo de bailarinas ataviadas con trajes valencianos del siglo XVIII que danzaban al ritmo de las jotas.
Cientos de personas acompañaban a la virgen, la mayoría bien entrada en años, vestidas elegantemente las señoras, también los hombres, aunque eso sí, ellos con shorts, que la ola de calor que azotaba España esos días también llegó a El Perelló.
Virgen patrona de pescadores y marinos, la procesión con la del Carmen me hizo pensar en la virgen de Regla, nuestra “negrita” que sale cada año en septiembre a ver el mar rodeada de devotos que la veneran desde dos religiones tan diferentes como parecidas.
Se me olvidó. La entrada a la misa era libre y la salida también.
Yo portaba un cirio y luego al final la cruz y si soy mayor pero respeto y no voy fotografiando a la gente.
Bona nit.