La radio cubana ya es centenaria. El pasado 22 de agosto este medio celebró su primer siglo de transmisiones regulares en la Isla, un hito cuyas resonancias van mucho más allá del entorno mediático, comunicativo, para alcanzar la cultura y la sociedad toda.
La radio, a pesar de los pesares, de crisis y tropiezos, de revoluciones tecnológicas y políticas, ha sabido mantenerse, perseverar en Cuba y calar profundo en su gente, aun en pleno siglo XXI. Pudiera pensarse que, con su venerable edad y a estas alturas del desarrollo científico-técnico, es ya una institución vetusta, anacrónica, pero, contraria a los reiterados augurios sobre su fin, ha sobrevivido contra viento y marea, ha capeado temporales y ha tomado el pulso a cada época para conservar su vitalidad.
Lo anterior no significa, sin embargo, que sea perfecta. Que aun con sus innegables éxitos y aportes al corpus cultural cubano, y los cambios de contexto y de staff que ha vivido a lo largo de una centuria —y que han oxigenado sus concepciones y maneras de hacer— no enfrente día tras día desafíos y dificultades, no deba lidiar con rutinas, estatismos, trabas y otros demonios, algunos más nuevos y otros de larga data en el medio, contra los que no pocos se han batido y se siguen batiendo hoy desde los micrófonos y estudios radiales. Esa sigue siendo una porfía perenne, cotidiana.
En este andar de la radio cubana, los jóvenes han estado siempre a la vanguardia. Con su talento, con su frescura, con su ímpetu y originalidad. Lo estuvieron como pioneros en los albores del medio en Cuba y lo han seguido estando a través de estos cien años, como artistas y técnicos innovadores y esforzados, como aprendices que, en muchas ocasiones, han llegado a convertirse en maestros, en ejemplo y referencia para los que vienen detrás.
Muestra de ese talento y espíritu renovador, y también de su saber y profesionalidad, lo han sido en las últimas décadas los eventos de radio organizados por la Asociación Hermanos Saíz (AHS), auténticos laboratorios y bujías del medio radial en la Isla y entre los que el Taller y Concurso Antonio Lloga in memoriam —cuya edición 32 tuvo lugar la semana pasada en Santiago de Cuba— ocupa, sin dudas, un sitio primordial.
En esas sesiones, en las que yo mismo participé durante varios años, y también en otros encuentros realizados a lo largo del país, compartí con radialistas de mucho valor, algunos de ellos ya veteranos, premios nacionales y otras figuras de renombre invitadas como jurados o conferencistas; pero, sobre todo, con muchos jóvenes, enamorados empedernidos del mismo medio que décadas atrás cautivó a sus abuelos y empeñados en, sin dejar de lado la historia y el saber de sus antecesores, hacer y pensar la radio con los códigos y sonidos del presente, con las ideas de su tiempo y su generación.
Con tres de ellos, el pinareño Yusley Izquierdo Sierra 1, el espirituano Jairo Alberto Pacheco Crespo 2, y el avileño Michel Pérez Abreu 3, todavía jóvenes, pero, a la vez, con la experiencia de llevar más de una década de labor profesional —y en varios perfiles— dentro de la radio, conversó OnCuba a propósito del primer siglo de transmisiones regulares en la Isla. Con un quehacer reconocido dentro y fuera de sus territorios, los tres nos revelaron —en intercambios por vía digital— los significados de este medio en sus vidas, tanto personal como profesionalmente. Además, valoraron cambios y permanencias, aciertos, desaciertos y desafíos de la radio cubana en la actualidad, y reafirmaron su apuesta por ella aun en tiempos de internet y redes sociales.
A continuación, nuestras preguntas y sus respectivas respuestas acerca de un medio que, ya centenario y por derecho propio, sigue siendo parte indisoluble de la nación cubana.
¿Qué significa la radio en tu vida, como realizador, como persona y como cubano, a la altura de los cien años del medio en la Isla?
Yusley: Para mí la radio ha significado una excelente oportunidad profesional. Hace ya 16 años que estoy en el medio y ha sido un tiempo de crecimiento profesional y también personal, años en los que he tenido la posibilidad de estar desde varias posiciones: desde la locución, desde la dirección de programas, también formando parte del equipo de comunicación de la emisora Radio Guamá, en la que trabajo, y de la Dirección Provincial, y eso me ha permitido tener una mirada amplia sobre la radio, verla en toda su dimensión. Trabajar en ella me ha hecho amarla, me ha permitido conocer de su valiosa historia, sobre todo de la radio en Pinar del Río, que tiene 90 años, cumplidos el pasado mes de febrero, y todo eso ha sido fundamental para mí.
Como cubano, además, es un orgullo. Creo que debería ser un gran orgullo para todos los que nacimos en este país contar con una radio centenaria, una radio que ha estado acompañando a las personas en los momentos de mayores alegrías, en las celebraciones más importantes, en los triunfos en el deporte, en los principales sucesos culturales, políticos, sociales, pero también en los momentos más duros, en los más complejos. En todas esas circunstancias ha brindado siempre su compañía, ha estado entreteniendo, educando, informando, y eso es algo que nunca se puede olvidar.
Jairo: La radio es una parte esencial de mi vida. Como profesional, es mi vía de expresión, mi modo de entrar en contacto con las personas. Es el medio que me permite realizarme, el que me permite cumplir con mi proyecto de vida profesional, un medio en el que me siento como “pez en el agua” y en el que aspiro a mantenerme por muchos años. Además, haber comenzado en una emisora municipal, en mi caso en Sancti Spíritus, es para mí el mayor premio, por lo que la radio, y dentro de ella mi propio trabajo, representa para las personas del lugar donde vivo. Es un regalo.
Y, como cubano, la radio también tiene un significado importantísimo para mí, porque es un medio que ha acompañado a la cultura, a la vida de este país durante cien años. Es el medio que ha visto y ha contado el desarrollo, la evolución de Cuba en el último siglo, desde el punto de vista social, político, económico, cultural. La radio ha sido testigo y también protagonista del tiempo de las cubanas y los cubanos, ha sido testigo y también narradora, cronista, de cien años de historia en uno de los países con una impronta y una manera de proyectarse hacia el mundo mucho más relevante de que lo podría suponerse por su pequeño tamaño. Ese es un valor indiscutible de la radio y un motivo de orgullo para los cubanos y, en particular, para quienes trabajamos en ella.
Michel: Responder a esta pregunta lleva un poco de todo: de cliché, de reflexión, de mí como persona. Resulta que mi familia, y aquí viene la historia mil veces contada, siempre fue muy cercana a la radio. Imagínate que mi padre, además de ser corresponsal deportivo voluntario de Radio Surco, en Ciego de Ávila, no se perdía un programa de participación y se pasaba la vida ganando premios y compartiendo con la gente de la emisora. A eso le sumo que una vez de niño me hicieron una entrevista, no recuerdo ahora por qué, y estar en la cabina me fascinó. Ver las máquinas de cinta, la dinámica entre la locutora y el director, la manera en que se hacía lo que al mismo tiempo tantas personas estaban escuchando en sus casas, me pareció pura magia.
Por todo eso, formar parte hoy de esa gran familia que es la radio, que como en toda familia ocurre y hay de todo, es uno de mis logros personales y profesionales más deseados y disfrutados. Tuve que sacrificar mucho para lograrlo, dejar mucho para entrar y permanecer en la radio. Pero, a pesar de las tormentas, de las carencias, de los tragos amargos y los dolores de cabeza, a estas alturas de mi vida no me veo en otro sitio que no sea dentro de una cabina de transmisión.
Si tuvieras la posibilidad, ¿qué cambiarías en la radio cubana? ¿Qué piensas que necesita ser actualizado, renovado, transformado?
Yusley: Aunque en la radio cubana han venido dándose pasos, todavía debe profundizarse más en cuestiones como el vínculo con la academia, con la investigación, con la ciencia. Creo que no es un discurso vacío cuando se dice que la ciencia tiene que estar presente en todo, y la radio por años ha sido muy empírica. O sea, la gente llega a la radio y aprende a hacer en ella, en el día a día, o a partir de cursos de habilitación, de formación, que se hacen en las propias emisoras, pero el quehacer radial está sustentado en teorías de comunicación, en prácticas que tienen un basamento teórico, y tenemos que entender de esas teorías para entonces poder innovar, para poder crear y lograr nuestros objetivos con las audiencias. Y creo que a la radio le ha faltado un poco esto.
Se necesitan estudios que no solo se queden en el impacto o en la aceptación o no de determinado producto comunicativo. Se necesitan estudios profundos sobre las rutinas de trabajo en una emisora, de esa cultura profesional, de las condiciones en las que hoy se produce la radio. También se necesita conocer más y mejor sobre los públicos, que es un elemento determinante, y aunque de eso ya se ha investigado se necesita actualizar y profundizar lo ya hecho. Creo que en la medida en que los realizadores contemos con más herramientas de este tipo podremos hacer mejores programas. Y en la medida en que los propios directivos del sistema conozcan mejor sobre las condiciones en las que se producen las obras, las maneras en las que se trabaja, las mediaciones que existen en todo este proceso, tomarán decisiones más acertadas, y se podrán trazar estrategias más efectivas para la producción comunicativa en las emisoras, en las que, hay que reconocerlo, es muy fuerte la rutina productiva.
Una emisora que transmite 24 horas tiene que estar produciendo contenido constantemente, se trabaja, digamos, bajo una presión importante, y eso también es necesario analizarlo, estudiarlo, para poder trazar estrategias en este sentido. De igual modo, en la medida en que estos estudios vayan poniendo elementos sobre la mesa, creo que las parrillas de programación de las emisoras pudieran cambiar. La radio cubana tiene hoy una parrilla de programación de lunes a viernes, otra para sábado y domingo, y, ¿por qué no puede haber un modelo de programación diverso, diferente? ¿Por qué un programa tiene que salir de lunes a viernes o con una frecuencia el sábado y el domingo? ¿Por qué no se pueden variar estas fórmulas? Creo que esos pudieran ser temas a debate, pero siempre sustentados en la investigación y en la ciencia.
Jairo: Si yo pudiera decidir los destinos de la radio, trataría que fuera siempre inmediata, instantánea, que contara siempre sobre su entorno, que proyectara siempre su entorno, su contexto. También trataría de insertarla de lleno en las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, en los canales de audio bajo demanda que existen en el mundo, de insertar nuestra programación en la nube, que esté disponible a la carta para cuando los usuarios la quieran consumir. Además, trataría de hacer programas que incluyan todas las voces, que contengan toda la diversidad y riqueza cultural que posee Cuba. Trataría de hacer una radio emancipadora, culta, dialógica, próxima a la gente, pero sin perder nunca uno de los máximos valores que posee el medio, una de sus armas más importantes y que no puede ser sustituida: la imaginación. Trataría de proteger sobre todas las cosas que la radio siga siendo la compañía de todas las personas, en cualquier momento, en cualquier circunstancia.
Michel: Dentro de la radio cubana los artistas necesitamos tener más autonomía y más poder de decisión sobre nuestra obra, particularmente en lo que a estructura interna del programa se refiere. Sigo pensando que las conocidas fichas técnicas son, a la larga, camisas de fuerza que terminan convirtiendo una obra de arte en una pieza de artesanía, que se repite prácticamente igual una y otra vez. Necesitamos directivos que entiendan que la radio hace mucho tiempo ya no se hace necesariamente dentro de cuatro paredes, y que un teléfono móvil bien usado es una herramienta poderosa. Y que nuestro medio tiene la capacidad de generar dinero para el propio medio. Es hora de empezar a cobrar clasificados y anuncios. La radio cubana se ha demorado demasiado en lograr eso. Ah, y algo más que se debería cambiar es la manera de hacer las investigaciones sociales sobre la radio. Creo que se tendría que actualizar la ciencia en ese sentido, para que pueda tener un impacto efectivo en lo que se produce.
¿Qué no cambiarías dentro de la radio cubana y por qué?
Yusley: Yo no cambiaría de la radio cubana su concepción como un sistema. Creo que la posibilidad de que cada emisora sea independiente, que tenga personalidad propia, con sus estilos y formas de hacer, pero que a la vez forme parte de un sistema que, en determinadas circunstancias, en coyunturas importantes, en momentos difíciles en los que las personas necesitan la información oportuna, objetiva, las emisoras se enlacen, actúen como un sistema, resulta uno de los elementos fundamentales de la radio en Cuba y una de sus mayores fortalezas. Creo que esa capacidad de estar siempre del lado de la gente, de estar siempre cercana a las audiencias, es algo que nunca se debería perder, y pienso que habría que trabajar muchísimo más para acercar la radio a las personas, hacer nuestras agendas más inclusivas. Me parece algo fundamental.
Jairo: ¿Qué no le cambiaría a la radio cubana? La historia que tiene en estos cien años, que es maravillosa, riquísima, extraordinaria, que es magisterio y paradigma para quienes estamos hoy en el medio. Tampoco le cambiaría la compañía que proporciona en todas y cada una de las provincias cubanas, a través de sus emisoras municipales y provinciales, y tampoco la organización que posee en la actualidad, el ser un sistema radiofónico único de cien emisoras con la capacidad de articularse y funcionar como una sola en los momentos más importantes, en los más gloriosos, y también en las circunstancias más difíciles, en las más tristes; la posibilidad de acompañar a las personas en momentos de ciclón, en instantes de dolor y tensión para el país, como el reciente incendio en la Base de Supertanqueros de Matanzas. Eso no lo cambiaría.
Michel: No cambiaría la manera en la que los maestros de la radio, las figuras de más experiencia y conocimientos en el medio, forman a las nuevas generaciones de radialistas. Todavía necesitamos, y mucho, de su entrega y pasión, en especial en tiempos de grandes carencias, materiales y espirituales, como estos que corren.
¿Cómo lograr que, un siglo después de su nacimiento, la radio cubana siga siendo atractiva para las audiencias y, en particular, para el público joven?
Yusley: Hacer que nuestra radio siga siendo atrayente para los públicos, y en particular para los públicos más jóvenes, un siglo después de su surgimiento, es el mayor reto que tenemos todos los que trabajamos hoy en una emisora. Creo que las dinámicas en materia de comunicación han ido variando en el mundo y hasta llegó a pensarse que la radio podía desaparecer con la irrupción de las entonces nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, ya hoy no tan nuevas. Pero la radio ha tenido la capacidad de asumir los nuevos escenarios y ganar nuevas herramientas, de pasar a ser un multimedio y no ser solo monosensorial, para que el contenido pueda llegar de diversas maneras a los públicos. Y creo que en la medida en que la radio cubana logre articular una gestión de contenidos que involucre todas las plataformas, que tenga diversos servicios para que las personas puedan acceder a la información desde el soporte que les sea más cómodo, va a lograr ser más atractiva y consumida por los públicos. Y en la medida en que las agendas mediáticas, institucionales, hagan confluir más esa agenda pública que está en la calle y que la gente sienta que los debates que están en la calle también pueden estar en la radio, pues eso hará que la gente se acerque más al medio, que lo conciba como una herramienta más útil y necesaria.
Jairo: La radio cubana seguirá siendo atractiva para las viejas y las nuevas generaciones en la medida en que su programación se parezca más al contexto que le toca reflejar, a los temas e inquietudes que signan ese contexto, y también en la medida en que las narrativas de los programas tengan en cuenta las mediaciones individuales de quienes escuchan la radio. De lograrlo, entonces el medio será atractivo para el consumidor. En la medida en que las formas de participación se aproximen a los medios que utilizan para comunicarse, los jóvenes se acercarán más a la radio. En la medida en que existan receptores y formas de escuchar la radio contextualizadas al siglo XXI, el medio podrá mantener sus altos niveles de penetración, de audiencia, entre los cubanos. Así sucede en el mundo y así debe ocurrir en Cuba.
Es necesario tener en cuenta las mediaciones tecnológicas, individuales, históricas; también las agendas para conformar nuestra programación, que exista un equilibrio entre ellas. Cuando esos elementos se tienen en cuenta para conformar una parrilla de programación, la mesa está servida entonces para que se aproximen todos los públicos. Y cuando nuestros programas van al encuentro de las audiencias juveniles, hay que hablarles en su idioma, el que entienden, el de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información. Ellas son aliadas indispensables de la radio porque le conceden una fortaleza increíble al cabo de 100 años de historia. Además del desarrollo de la imaginación a través de los recursos tradicionales del medio, también hay productos comunicativos que pueden lograr excelentes resultados en las audiencias si se emplean correctamente las plataformas y las redes digitales.
Michel: Siempre escuchamos decir que la radio tiene que sonar a los tiempos que corren, estar actualizada. Si para lograr esto nos vamos por el camino fácil, para la gran mayoría de realizadores sería muy sencillo, pues con hacer diseños sonoros a base de la música de moda, de reggaetón ya bastaría. Pero hacer una radio actual, de estos tiempos, es algo que trasciende los géneros musicales y ritmos de moda. Creo que es más importante que el medio “suene” a la gente de hoy. La radio cubana necesita, además de la música, las historias de hoy, del día a día de los cubanos. Pero narradas de forma sincera, sin medias tintas, sin fantasmas a su alrededor para que el oyente sea capaz de identificarse, crear empatía. Existen jóvenes que escuchan radio, más de los que se pudiera pensar, pero son una minoría dentro de nuestros públicos. Y, sobre todo, son jóvenes nativos digitales, con una cosmovisión del mundo muy amplia, son millenials y centenials que no soportan los discursos reiterativos y vacíos, que no aguantan la “muela” ni el “teque”, por lo que la radio pensada para ellos tiene que ser como ellos. Muy dinámica, de textos breves y sin miedo a la sobreestimulación de los sentidos, porque ellos están acostumbrados a consumir contenidos de esa manera.
¿Por qué seguir apostando por la radio en Cuba en pleno siglo XXI, en tiempos de internet, de las redes sociales y de un extendido consumo audiovisual?
Yusley: Apostar por la radio en Cuba, en este siglo XXI, significa hacerlo por un medio necesario, yo diría que imprescindible, para la gente. Tiene una gran capacidad de renovarse —aunque ello, claro, depende en buena medida de la capacidad que tengan sus propios realizadores para hacerlo— y es un medio fundamental para llegar a las personas, en el que la creación, la originalidad, pueden alcanzar una altísima expresión. A lo mejor quienes no la conocen, no pueden imaginar todo lo que se puede hacer desde la radio, todo lo que a través de ella se puede transmitir, comunicar.
Y también es necesario apostar por la radio porque en el momento que hoy se está viviendo en Cuba, en un contexto en el que tantas cosas están cambiando y en el que es importante promover el debate sobre tantos temas sobre la vida económica, social, política del país, creo que la radio es el medio por excelencia para lograrlo. Es el más inmediato, es el más cercano, el más familiar, el que más voz le puede dar a la gente ahora mismo, y a todos los que estamos en la radio cubana nos corresponde trabajar para eso: para aportar a la sociedad, al desarrollo de Cuba desde la comunicación, desde esa radio que ha estado acompañando siempre a los cubanos, en los principales momentos del país y también los más cotidianos. Y toca seguir haciéndolo.
Jairo: Hay que seguir apostando por la radio porque sigue siendo un medio escuchado, un medio que da la posibilidad de participación a las personas y que posee un arma fundamental: la instantaneidad, la posibilidad de contarlo todo al momento de ocurrir. Hay que seguir apostando por ella, además, porque en la infraestructura tecnológica nuestra, a pesar de las restricciones conocidas por el bloqueo y las limitaciones económicas y financieras que tiene Cuba, aun con ello, cuando se cuenta con un mínimo de recursos, además del recurso del audio, podemos acompañar nuestro mensaje con otros elementos como, por ejemplo, el lenguaje multimedial, y crear productos comunicativos transmediáticos. Además del sonido, la radio puede tener texto e imágenes, puede ir a las plataformas digitales y redes sociales y acompañar su sonido de imágenes y videos que se integren al mensaje que queremos transmitir.
La radio es un medio democrático por excelencia, que puede dar voz a todas las personas. En las comunidades más intrincadas, la radio le pone delante el micrófono a quienes muchas veces son olvidados por los grandes medios por estar en otros asuntos o por estar situados en otros contextos; y seguir apostando por ella es mantener viva esa posibilidad y es también seguir apostando por un mensaje que viene cargado esencialmente de la emotividad de las personas. Eso la dota de un valor impresionante. Además, es un medio con una capacidad para informar con un valor incalculable, que ha sabido perseverar en el tiempo y coexistir con éxito con otros medios en apariencia más poderosos, como el cine, la televisión, internet y las redes sociales, y hasta utilizar a estos últimos a su favor, fomentando la participación de las audiencias desde otros canales comunicativos. Ha sabido mantenerse y seguir presente para los cubanos, y ahora durante la pandemia de la COVID-19 demostró como en la más dura soledad puede ser la tabla de salvación para muchos, por la compañía que ella ofrece.
Michel: La radio ha demostrado, en su siglo de vida, que tiene un gran poder para adaptarse. Es, como me gusta llamarla, el medio del Tercer Mundo por excelencia. La encuentras en cualquier parte, en cualquier rincón, allí donde no llegan las señales de televisión y mucho menos la 4G. Se hace con poco y se consume con poco. ¡Ideal para nuestra maltrecha economía! Pero, además de esto, acompaña como no lo hace la televisión ni ningún otro medio. Lo evidenció durante la pandemia y en estos meses de apagones lo ha puesto en evidencia una vez más. Entonces, es necesario seguir apostando por ella por algo muy sencillo: la radio es una sobreviviente.
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Notas:
1 Yusley Izquierdo Sierra (Pinar del Río) 33 años, 16 de ellos en la radio y 14 de manera profesional. Locutor, director de programas, guionista, miembro del equipo de Comunicación de la Dirección Provincial de Radio. Experiencia en programas juveniles, informativos, musicales, infantiles. Presidente de la AHS en Pinar del Río.
2 Jairo Alberto Pacheco Crespo (Sancti Spíritus) 19 años como profesional en la radio. Director y locutor. Experiencia en programas de diferentes perfiles y con premios en eventos nacionales y en la Convención Internacional de Radio y Televisión. Fue vicepresidente provincial de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y es presidente de la filial de cine, radio y televisión de la UNEAC en Sancti Spíritus.
3 Michel Pérez Abreu (Ciego de Ávila), 40 años, 13 de ellos como profesional en la radio. Director, locutor, asesor, realizador de sonidos y guionista. Experiencia en programas culturales, musicales, variados y también como periodista. Fue presidente provincial de la AHS.