Las crisis socioeconómicas suelen traer aparejado un aumento en el consumo de drogas. Recientemente se hicieron virales algunos videos que muestran los efectos de una “nueva droga” a la que llaman “el químico” o “kímico”.
En uno de ellos se ve a un hombre joven convulsionando. En otro, aparecen dos muchachos caminando encorvados y con evidentes problemas motrices. Por último, en un tercer video aparecen dos jóvenes cerca de un riachuelo, uno de los cuales parece estar inconsciente, mientras el otro muestra signos de alucinaciones y pensamientos delirantes.
Terminé de ver los videos con preocupación, no solo porque los testigos parecieron más interesados en grabar esas escenas o reírse de sus “amigos” que en socorrerlos, sino porque las convulsiones, la disminución del nivel de consciencia, el delirio y las alucinaciones son síntomas gravísimos de intoxicación aguda por drogas.
¿Qué nueva droga es esta? ¿Desde cuándo está en Cuba? ¿Qué efectos causa a la salud? ¿Cuál es la magnitud del problema?
¿Desde cuándo está “el kímico” en Cuba?
A principios de enero, Cubanet publicó un reportaje sobre los diversos efectos de esta droga entre los jóvenes habaneros. Siete meses antes, en junio de 2023, el coronel Juan Carlos Poy Guerra, jefe del Órgano Especializado Antidroga del Minint, comparecía en la Mesa Redonda junto a otros funcionarios para hablar sobre esta temática.
Según el oficial, durante 2022 delincuentes internacionales intentaron introducir drogas en la isla “desde 9 países”. El objetivo era utilizar agencias de paquetería y pasajeros para importar ilegalmente “Canabinoides Sintéticos” (CS), lo que comúnmente se conoce como “químico”, por su fácil enmascaramiento y la capacidad para generar, con pequeñas cantidades, altos niveles de adicción.
Finalmente, en febrero de 2022 se hacía pública la desarticulación de una red de narcotráfico organizada por “un cubano residente en el exterior”, que tenía como objetivo la recepción y comercialización de la droga en la capital cubana. En el reporte publicado por OnCuba se especificaba que el estupefaciente en cuestión era un “canabinoide sintético, conocido comúnmente en la calle como ‘químico’”.
¿Qué es el “kímico”?
La base de la droga son los CS. De acuerdo con un artículo aparecido en una revista especializada colombiana, los CS son un conjunto de siete familias de formulaciones con características específicas entre los que tenemos, entre otros, los agonistas clásicos y los no clásicos del tetrahidrocannabinol (THC), siendo este el principio activo de la marihuana.
Se han identificado más de 240 compuestos en estas familias que comenzaron a desarrollarse en la década del sesenta del pasado siglo con fines terapéuticos. Sin embargo, es a partir de los años noventa que se avanzó aceleradamente en el desarrollo de estos productos, en parte impulsados por su venta como “drogas recreativas”.
A finales de la primera década del presente siglo se consideraba que los CS tenían menores efectos psicoactivos que la marihuana. Sin embargo, pronto el número de intoxicaciones a partir de estos productos se disparó, alcanzando la dimensión de crisis. Los servicios de emergencia en los Estados Unidos y otros países recibían decenas de miles de llamadas por esta causa.
Lo anterior denotaba un explosivo aumento del consumo, que se sustentaba en varias razones: 1) se trataba de una alternativa barata, como sucede en nuestro país; 2) era alegal, debido a un vacío en la leyes que no los incluían entre las sustancias prohibidas; 3) era prácticamente indetectable por los medios habituales de identificación en el organismo, y 4) tenía un potencial adictivo y efectos nocivos que los acercan a los opiáceos como el fentanilo.
Esto llevó a varios gobiernos a prohibir en sus jurisdicciones algunos de estos compuestos, lo que, a su vez, obligó a los fabricantes a desarrollar nuevas generaciones de CS, cambiando partes no esenciales de la estructura química para burlar los controles. Esto, por supuesto, sin tomar en cuenta que tales cambios podrían hacer aún más peligrosos a estos productos, como ha sucedido.
Se sabe que los CS son entre 2 y 100 veces más potentes que la marihuana debido a su alta afinidad por los receptores de los Canabinoides endógenos, que veremos más adelante. Su efecto depende también de la concentración.
Estos productos se utilizan por vaporización, es decir, resulta necesario convertirlos en vapor para que entren al sistema respiratorio y de ahí puedan pasar a la sangre cuando son inhalados, que es el modo más común de ingerirlos en Cuba, aunque no el único. Según el artículo de Cubanet, la forma de preparación consiste en poner “la hierba en una bandeja” y se le adicionan los químicos.
¿Por qué se hace esto? Para que puedan ser consumidos, es necesario la presencia de un “vehículo vegetal”, que pueden ser picadura de cigarro o algún tipo de planta, como el orégano, al que se le administran los CS en forma de aceites, esparciéndolos por medio de atomización aérea.
Otro punto de interés es la suposición de que le agreguen “pastillas para la epilepsia” u otras sustancias, según el reportaje de Cubanet. OnCuba tuvo la oportunidad de hablar con el Máster en Farmacología y Licenciado en Ciencias Farmacéuticas Yunior López, quien nos explica que para que un sólido, por ejemplo, una pastilla de Carbamacepina o Fenobarbital (ambos medicamentos antiepilépticos), se pueda vaporizar primero es necesario convertirlo en líquido, para lo que se necesitan, además de un diluyente especial e infraestructuras adecuadas, conocimientos de farmacología.
En mi criterio, además de las dificultades logísticas de conseguir y procesar estos medicamentos, agregarles estos fármacos aumentaría los costos, lo que contraria un poco que estas sustancias sean tan baratas. Finalmente, no tendría sentido buscar incrementar el efecto de los CS, porque se sabe que son extremadamente potentes, al nivel de los opiáceos.
Parece claro que están entrando al país distintas formulaciones de las más de 240 que se conocen de CS, que fuera de Cuba son relativamente fáciles de conseguir, incluso por internet. Estos producen los efectos que vimos en los videos que circulan en las redes. ¿Cuáles de todos los CS entran en Cuba, exactamente? La única manera de saberlo es mediante complejos y costosos métodos de detección química que no siempre están al alcance del país.
La marihuana y el cerebro humano
Para continuar entendiendo el efecto de los CS, antes tenemos que hablar sobre la marihuana. De acuerdo con un artículo aparecido en el sitio del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de los Estados Unidos, hablamos de marihuana para referirnos a “las hojas secas, flores, tallos y semillas de la planta Cannabis sativa o Cannabis indica”, de ahí el nombre de los Canabinoides.
El más importante principio activo de esta planta es el tetrahidrocannabinol (THC), que aparece en una concentración de, aproximadamente, el 0.3 % en las plantas. ¿Cómo actúa esta droga? Al consumir alguna de las formas de presentación de la marihuana, específicamente al fumarla o inhalarla, los gases de la vaporización cargados de THC pasan de los pulmones a la sangre y por la vía de esta al cerebro y otros órganos. Específicamente, en el cerebro el THC se adhiere a los receptores canabinoides, similar a como ocurre cuando una llave entra en el interruptor de un automóvil y enciende el motor.
En este caso “el motor” será el sistema endocannabinoide, una red de conexiones neuronales que tiene un papel decisivo en el normal funcionamiento del cerebro. Esto es posible debido a las similitudes estructurales del THC y los canabinoides endógenos, que son “las llaves”, producidas de forma regulada por el organismo para echar a andar este sistema.
El THC actúa sobreestimulando distintas zonas del cerebro, lo que genera las reacciones que comúnmente se encuentran en los consumidores, en particular una sensación de euforia.
El THC, además, provoca una alteración de los sentidos, distorsiona la percepción temporal y visual, esto es, el paciente no sabe si es de día o de noche, y los colores pueden verse más brillantes. Hay cambios en los estados de ánimo, pasando rápidamente de la euforia a la melancolía y viceversa; dificulta la movilidad, la memoria, así como la capacidad de resolver problemas porque se afecta el pensamiento lógico. En los casos más graves, aparecen las alucinaciones, esto es, se perciben cosas que no existen; delirios, pensamientos confusos y falta de conciencia del entorno. Finalmente, la psicosis, que es el grado más alto de alteración mental que pueden llegar a provocar estas sustancias.
A largo plazo, la marihuana parece alterar el desarrollo del cerebro. Se han desarrollado estudios que encontraron una disminución irreversible de la capacidad intelectual entre quienes comenzaron a consumirla en la adolescencia. También se ha encontrado una menor satisfacción personal, disminución de la salud física y mental, y problemas en las relaciones. Finalmente, aunque de acuerdo con un artículo la mayoría de las personas que consumen marihuana no consumen otras drogas, sí se considera junto con el alcohol y el tabaco una droga portera1 debido a que está demostrado que cambia la manera en que el cerebro responde a otras drogas.
Efectos de los Canabinoides Sintéticos
Entre los efectos esperados por quienes consumen estas drogas, de acuerdo con el mismo artículo al que hicimos referencia, están: “la euforia, relajación, desinhibición, alteración de la percepción, alteración de consciencia”.
Sin embargo, el riesgo de padecer efectos adversos superará por mucho el beneficio de esa momentánea sensación de euforia. Los más visibles son los que aparecen en el sistema nervioso o neuropsicológicos, como la psicosis, que dicho en palabras llanas es la pérdida de contacto con la realidad: vuelve “locos” a los pacientes. También encontramos ansiedad, agitación, irritabilidad, confusión, conductas suicidas, alteraciones de la memoria, ataques de pánico, agresividad, comportamiento y pensamiento desorganizado, alucinaciones y delirio…
La tolerancia y la dependencia son conceptos fundamentales en este debate. La primera hace alusión a que, con el consumo continuo, cada vez el individuo requiere dosis mayores de la droga para tener el mismo efecto. La dependencia ocurre porque la droga afecta el circuito de la recompensa del cerebro, haciendo que se libere una de las llamadas “hormonas de la felicidad”, la dopamina, que genera una serie de sensaciones placenteras. Cuando falta el estímulo o este es insuficiente, el cerebro del enfermo estará químicamente condicionado a buscar la droga a cualquier precio.
También están descritos efectos neurológicos, como convulsiones generalizadas y somnolencia. Ambos aparecen en los videos a los que hice referencia al inicio del artículo. Lo mismo que la ataxia, que es la alteración en el control muscular, de ahí que los muchachos intoxicados caminen “como zombis”, según el reportaje. Finalmente, es frecuente la hipertonicidad, por eso la musculatura de los enfermos se tornaa rígida en estado de reposo.
En el artículo de Claudia Padrón algunos de los entrevistados expresaron que “el corazón se les aceleraba y le zumbaban los oídos”. Esto se debe a que este tipo de drogas genera taquicardia, que es el aumento de la frecuencia cardíaca, e hipertensión arterial. Pero puede escalar, causando arritmias graves e infartos del miocardio, que son la causa de la mayoría de las muertes por el cosnumo de estas sustancias. Por último, están los efectos digestivos, entre ellos tenemos: vómitos, nauseas, pérdida del apetito o su incremento.
Un estudio desarrollado entre el Reino Unido, Suiza y Países Bajos en 2017 encontró que el consumo de CS genera entre 3.5 y 5 veces mayores índices de enfermedades mentales y síntomas psiquiátricos y psicopatológicos que el consumo de marihuana.
Por otro lado, de acuerdo con el sitio del Centro Europeo para la Monitorización de las Drogas y las Adicciones, los CS pueden causar brotes de intoxicaciones masivas, tal como ha sucedido en Rusia y Estados Unidos. En 2014, un CS llamado MDMB-FUBINACA se relacionó con la intoxicación de más de 600 personas en Rusia, 15 de las cuales perdieron la vida. Por otro lado, de acuerdo con un artículo aparecido en The New England Journal of Medicine, otro CS, esta vez el llamado AMB-FUBINACA, fue responsable de llamado “brote zombi” —noten la similitud de expresión con lo que está sucediendo en nuestro país— cuando 33 personas de un barrio de Nueva York sufrieron intoxicaciones por esta droga.
Esto nos da una idea de que se trata de sustancias muy peligrosas, que pueden ser mortales.
Un problema creciente
OnCuba conversó con el Dr. Pastor Aguilera, especialista en psiquiatría con más de treinta años de experiencia clínica, 23 de los cuales los dedicó al tratamiento de pacientes adictos a las drogas en Cuba y otros países. Según el experto, hay un aumento en el consumo de drogas en la ciudad de Holguín, donde actúa clínicamente, especialmente de marihuana.
Al preguntarle sobre los CS, el Dr. Aguilera nos refirió que solo atendió un caso en Mozambique. Se trataba de un paciente ingresado con un cuadro psicótico, con episodios convulsivos a repetición que terminó falleciendo a los pocos días de ingresado. Sin embargo, en Cuba no tiene experiencia con este tipo de drogas.
Por su parte, la Dra. Liliana Rodríguez, también psiquiatra, especializada en el tratamiento de las adicciones, tampoco tenía experiencia con consumidores de este tipo de productos. Sin embargo, en una de sus últimas guardias en el hospital psiquiátrico de Holguín atendió a un individuo que refirió ser consumidor de “una cosa que le dicen químico”, según refirió Rodríguez, desde hace dos años.
Cuando le preguntamos al Dr. Aguilera qué se puede hacer ante una persona en la que se sospecha que pueda estar consumiendo drogas, su respuesta fue que el diagnóstico precoz y la búsqueda de ayuda son fundamentales. En cada área de salud está previsto que exista un equipo multidisciplinario para el tratamiento de las adicciones. También en los hospitales psiquiátricos existen servicios especializados en la deshabituación de los adictos, pero requieren de la voluntariedad del paciente y su compromiso con el tratamiento. Otras opciones son los “hospitales de día”, los grupos infanto-juveniles de salud mental y la línea confidencial de autoayuda (marcando el 103).
Finalmente, también son útiles los grupos de Narcóticos Anónimos (NA), que pueden complementar el trabajo de los especialistas. Se trata de una organización sin fines de lucro, cuya membresía es totalmente voluntaria, surgida a partir de Alcohólicos Anónimos a principios de la década del 50 en Los Ángeles, Estados Unidos y que luego se extendió por el mundo. En Cuba se cree que los primeros grupos surgieron a finales de los noventa. En el pasado hubo incomprensión y desconfianza por las autoridades sanitarias respecto a estos colectivos. Sin embargo, las relaciones entre el Ministerio de Salud Pública y NA han mejorado y comienzan a establecerse lazos a favor de los pacientes.
Los signos de alarma que nos pueden alertar que alguien está consumiendo son la irritabilidad o el desarrollo de una conducta agresiva. También es frecuente que los adolescentes y jóvenes se vuelvan perezosos, apáticos, que siempre tengan sueño o, por el contrario, se tornen hiperactivos. Otros signos que denotan el consumo de drogas son los problemas con la pronunciación o articulación de las palabras; ojos inyectados de sangre con pupilas muy grandes o muy pequeñas, así como la presencia de malos hábitos, como mentir o robar.
No debemos subestimar a las drogas ni a sus efectos sobre el cerebro y la salud en general. No son infrecuentes, alerta el experto, los casos de psicosis que requieren incluso tratamiento médico electroconvulsivante, los conocidos electrochoques. Y en ocasiones los pacientes pueden fallecer como consecuencia de sobredosis, depresión y conducta suicida, entre otras causas.
El Dr. Aguilera considera que la política de “cero tolerancia” es dura pero efectiva, y no solo castiga el tráfico, sino también la tenencia de drogas. De ahí que los jóvenes consumidores, que muchas veces se convierten en vendedores para seguir consumiendo, enfrentan el doble peligro que implica el daño a la salud y la responsabilidad penal de un delito que es severamente perseguido y penado por la ley.
Cero tolerancia
Las opiniones del Dr. Pastor Aguilera coinciden con las del Dr. Alejandro García, director del Centro de Salud Mental de Centro Habana, que fueron publicadas por el periódico Granma el pasado 9 de abril. De acuerdo con el Dr. García, el consumo de drogas se está volviendo “un estilo de vida en [algunos] grupos poblacionales”.
El especialista mostró su preocupación porque la edad de inicio de este nocivo hábito esté “entre 13 años y 14 años”. También se ha observado un incremento en mujeres, incluso embarazadas; una tendencia al policonsumo (consumir más de un tipo de drogas) y “en los últimos tiempos se han incorporado nuevos químicos que a veces desconocemos”.
De acuerdo con el especialista entrevistado por Granma, la situación económica es la principal causa de este fenómeno. No solo porque afecta a la sociedad en su conjunto sino porque tiene un impacto negativo sobre las instituciones de salud. En ese sentido, el funcionario reconoció que “han disminuido los grupos de atención, existen municipios que no tienen psiquiatra o quienes atiendan directamente el fenómeno de las adicciones. Además, no se hace de manera constante, y los grupos a veces están debilitados o les falta personal”.
Según García, “las personas están acostumbradas a dejar en manos del Estado todo, y así no se puede lograr”. El experto termina haciendo un llamado para que la sociedad participe de manera activa, comenzando por la familia y la comunidad en el sentido de apoyar la política de cero tolerancia del gobierno.
¡No queremos un país de zombis!
Cuba vive tiempos nuevos. El país sufre una profunda crisis que va más allá de lo económico y afecta importantes paradigmas de lo que ha sido la sociedad cubana en las últimas décadas. El consumo de drogas y dentro de ellas de los CS es un doloroso ejemplo.
Estamos en presencia de un grupo de sustancias que han supuesto un reto para muchos países del mundo y tienen el potencial de generar brotes de intoxicación masiva que podrían dejar un saldo de decenas de muertos, como ya sucedió en Rusia. Se impone que las autoridades sanitarias fortalezcan distintos aspectos de su trabajo como la capacitación y divulgación científica en cuanto a los CS; la información sobre el tema está al alcance de un clic.
La participación familiar y comunitaria también es fundamental. Sin embargo, este fenómeno golpea fundamentalmente a las zonas más pobres y, dentro de estas, a las familias más disfuncionales y vulnerables, así como a individuos con antecedentes familiares y personales de consumo de drogas, lo que hace todavía más complejo su combate. Pero no podemos cansarnos, es demasiado lo que está en juego. ¡No queremos un país de zombis!
Nota:
1 Se entiende por “droga portera” a aquellas que conducen al consumo simultáneo o alternativo de las llamadas drogas de prescripción e ilegales, debido su acción facilitadora. El alcohol y el tabaco también se consideran drogas porteras o de inicio.
Muy bueno el artículo, información actualizada y amplia, pero considero que se debió consultar además al CENATOX, que hubiese aportado datos y elementos muy importantes de actualidad. Recordando que lleva 38 años lidereando la actividad toxicológica en Cuba.