Un segundo encuentro oficial entre Raúl Castro y Barack Obama volvió a colocarse en los titulares del mundo hoy, a pesar de que esta es la cuarta vez que se saludan ambos presidentes. En la noche de ayer lunes se cruzaron por corto tiempo, como recalcó la prensa oficial cubana, en una recepción que ofreció Obama a los jefes de estado reunidos en Nueva York. A pesar de la apretada agenda del presidente cubano, que también la prensa oficial puntualizó, tuvieron un tiempo para tomarse una foto en la que Raúl aparece escoltado por Michelle y Barack, y se ven casi felices, como si fueran amigos de toda la vida, o como si estuvieran dispuestos a serlo por siempre.
El encuentro de hoy, el oficial, tuvo de novedoso que fue ampliamente anunciado, con antelación y por escrito, en el mismo sitio web de la Casa Blanca. La diplomacia y el buen ánimo han ido in crescendo, según parece.
Ni el hiperpublicitado apretón de manos de Sudáfrica durante los funerales de Mandela (“Mr. President, I am Castro”); ni el encuentro en el lobby de un hotel en Ciudad Panamá; ni aún la “histórica” y muy esperada conversación ante la prensa durante la Cumbre de las Américas fueron anunciados como lo fue este.
De todos este ha sido todavía más distendido, en apariencias. Ocurrió a solo unas horas de que Obama afirmara el ineludible fin del bloqueo durante su discurso en la Asamblea General: “Estoy convencido de que nuestro Congreso acabará de forma inevitable levantando el embargo que no tiene ya más sentido”.
Y de que Raúl Castro ratificara los puntos en los que Cuba tiene grandes expectativas en el proceso hacia la normalización de las relaciones con su archienemigo.
“Ahora se inicia un largo y complejo proceso hacia la normalización de las relaciones, que se alcanzará cuando se ponga fin al bloqueo económico, comercial y financiero; se devuelva a Cuba el territorio ocupado ilegalmente por la Base Naval de Guantánamo; cesen las transmisiones radiales y televisivas y los programas de subversión y desestabilización contra la isla, y se compense a nuestro pueblo por los daños humanos y económicos que aún sufre”.
Otra larga fila de estadounidenses estuvieron durante este viaje interesados en estrechar la mano con el Presidente cubano, desde ejecutivos de la General Motors y American Airlines hasta William Clinton, quien conversó durante una hora con Raúl Castro en medio de la vorágine familiar resumida en el logo Hillary 2016.
El ex presidente Clinton no tenía necesidad de llevar personalmente el mensaje que su esposa dio en Miami a la isla y al mundo: la candidata presidencial favorita entre los demócratas continuará y profundizará el acercamiento a Cuba, si regresa a la Casa Blanca.
Raúl Castro considera las recientes medidas de adoptadas en Washington solo complementan lo ya aprobado en enero de 2015 y espera que Obama utilice sus poderes ejecutivos para achicar el bloqueo.
El presidente de EE.UU. juzga el cambio de actitud hacia Cuba como parte de una estrategia a largo plazo. “Los cambios no se van a dar de la noche al a mañana, pero confío en que una apertura, no la coerción, van a apuntalar las reformas y la vida mejor que se merece el pueblo cubano, del mismo modo que creo que Cuba va a salir adelante si coopera con otras naciones” dijo también Obama en Naciones Unidas.
Agregó que “vamos a seguir defendiendo los derechos humanos. Pero abordaremos estos temas a través de canales diplomáticos, de un creciente comercio y de las relaciones de persona a persona”.
Mientras la Casa Blanca imita a su manera la fórmula “sin prisa, pero sin pausa”, la diplomacia comercial marcha a un ritmo más acelerado, como demostró el encuentro del presidente de la Cámara de Comercio de EE.UU. Thomas Donohue con el mandatario cubano o la propia visita a La Habana de la Secretaria de Comercio Penny Pritzker prevista del 6 al 7 de octubre, para participar en una Comisión Regulatoria que facilitará la implementación de nuevas políticas hacia Cuba, según explica un comunicado divulgado por su oficina.
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