Hasta la mañana de este jueves se habían registrado un total de 2 665 réplicas de los terremotos de 6.0 y 6.7 grados de magnitud ocurridos el pasado 10 de noviembre en el oriente cubano.
En su más reciente informe, el Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas (Cenais) precisó que de ese total, unas 90 réplicas han sido perceptibles en las zonas cercanas al epicentro.
La entidad añadió que desde la 6.00 am de día 13 de noviembre hasta las 5.59 am del 14 de noviembre se registraron 404 sismos de un rango de magnitud entre 1,1 a 3,7 grados en la zona Pilón-Chivirico; uno de 0,9 grados en la zona Santiago-Baconao; y dos de entre 2, 1 y 2, 7 grados en la zona de Paso de los Vientos-Gran Inagua.
En la región del Caribe, el servicio sismológico cubano captó este jueves a las 6.53 UTC -1,53 am- un sismo de magnitud 3,8 grados a una profundidad de 48 kilómetros en la zona de Puerto Rico.
Criterios expertos
“Los sismos no se pueden prever, pero las vulnerabilidades sí”, afirmó el ingeniero geólogo Eberto Hernández Suros.
De acuerdo con el coordinador en la provincia Granma del Cenais y especialista en el estudio eventos sísmicos, los terremotos ocurridos el pasado domingo no son los más grandes ocurridos en ese territorio oriental.
“El terremoto ocurrido el 25 de mayo de 1992 (en las cercanías de Cabo Cruz, en Niquero) con magnitud de 6,9 grados, es el más fuerte que se ha registrado en esta zona”, dijo el experto en entrevista con el diario Granma.
“Sin embargo, el nivel de perceptibilidad no siempre se corresponde con la magnitud, pues depende de otros factores como la profundidad y la distancia a la que se encuentra el epicentro de la zona emergida”, explicó.
En tal sentido, los episodios del 10 de noviembre “sucedieron a muy pocos kilómetros de la costa y a poca profundidad, por eso muchas personas refieren haber sentido el segundo de ellos como el más fuerte que recuerden”, argumentó.
De acuerdo con las evaluaciones preliminares hechas por los especialistas del Cenais, los terremotos recientes obedecen a procesos naturales asociados a una estructura sismogeneradora “que nos ha dado muchos dolores de cabeza y sustos a lo largo de la historia en nuestro país, y fundamentalmente en Oriente”.
Aumentan los lesionados y las edificaciones con daños por los sismos, según cifras oficiales
Carencias habitacionales, indisciplinas y sismicidad
Al tener la provincia de Granma un fondo habitacional que califica entre regular y malo en un elevado porcentaje, “existían muchas edificaciones susceptibles a estos terremotos”, estimó Hernández Suros.
“Ahí figuran viviendas envejecidas que tenían muchos años de explotación y no habían recibido mantenimientos adecuados; además de construcciones a las que durante su edificación no se les verificó la calidad de la obra, y otros sistemas constructivos que evidentemente no eran viables para esas zonas, y expresaban niveles de vulnerabilidad bastante altos”, desmenuzó.
Para evitar desplomes, las construcciones —indicó el perito— deben obedecer el código sísmico que está vigente en Cuba (el 46 de 2017), “el cual regula las características sismorresistentes que deben tener todas las obras que se hacen en el territorio nacional”.
“Por supuesto, esto es un documento que tiene un alcance de país, y hay regiones, como la oriental, que tienen especificaciones muy propias, dadas las características y la importancia de la variable de sismicidad para la construcción”, enfatizó.
En los sitios de mayor riesgo, los estudios tienen que ser muy rigurosos y puntuales pues, según el especialista, “las ondas sísmicas pueden tener uno u otro comportamiento, y ese es el embrión para que las obras que se hagan sean seguras desde el punto de vista de la sismorresistencia”.
Además de todo ello, hay que observar “otros parámetros vinculados con la calidad de las obras, el empleo de materiales adecuados y el cumplimiento de las normas constructivas”.
“Existen actores económicos que se dedican a la fabricación de elementos para la construcción, y no siempre tienen certificada la calidad de sus productos, lo que eleva los niveles de vulnerabilidad sísmica”, advirtió.
Igualmente, Hernández Suros lamentó que muchas veces las indisciplinas tecnológicas, motivadas por necesidades materiales, urgencias personales o compromisos constructivos, hacen que las normativas sean violadas o que, pese a su observancia, son luego vulneradas por “adaptaciones estructurales que deterioran la resistencia a la sismicidad”.
Carpeta de daños
Los dos sismos de magnitud 6.0 y 6.7 grados registrados en el sureste de Cuba el pasado domingo dejaron hasta el momento diez personas heridas y unas 3 750 edificaciones con daños diversos, de acuerdo con los datos actualizados el martes en un informe del Gobierno.
Los diez lesionados fueron reportados en la provincia Granma, la más castigada por estos temblores que también sacudieron al resto de las provincias del este cubano y se sintieron además en territorios de la región central.
La televisión estatal informó que también se contabilizaron perjuicios en las infraestructura telefónica y eléctrica, como cableado, postes y transformadores caídos, lo que dejó en la zona a 14 000 clientes sin servicio eléctrico.
Cuba registró en 2023 un total de 7 475 sismos, de los cuales 14 fueron perceptibles, indicó el resumen anual del Cenais. Las magnitudes oscilaron de entre menos de 3 hasta 5.9 en la escala abierta de Richter.
La falla geológica Oriente, la principal zona de actividad sísmica en Cuba, marcó el mayor número de sismos en el país en el pasado año.
Cerca de 70 % de los sismos se reportan en esa falla, ubicada a lo largo de la costa sureste de la isla.
Cuba está ubicada en una región -que abarca de la República Dominicana a México- en la que confluyen diferentes sistemas de fallas tectónicas con una importante actividad sísmica.