El diseñador escénico cubano Salvador Fernández falleció este sábado en La Habana de manera repentina, según una nota emitida por el Ballet Nacional de Cuba, institución a la que Salvador dedicara la mayor parte de su obra.
Aunque comenzó su formación profesional en la arquitectura, su pasión por el diseño escénico lo llevó a vincularse a agrupaciones como el Conjunto Dramático Nacional, la compañía Teatro Estudio y el Conjunto Folklórico Nacional, para finalmente realizar estudios con figuras importantes como el escenógrafo checoseslovaco Ladislav Vychodil, y merecer una beca de diseño teatral que, entre 1964 y 1965, lo llevó a Praga y Bratislava.
Con esa formación, su talento y su pasión, Salvador Fernández logró colocarse como una de las figuras esenciales dentro del proceso creativo del Ballet Nacional de Cuba.
Es más que conocida la compenetración creativa que logró con Fernando Alonso, y cómo para Alicia Alonso fue, más que un diseñador, también un colaborador en el proceso de montaje y revisión de las coreografías de piezas del ballet clásico que versionara la Prima Ballerina Assoluta.
Su trabajo fue reconocido con algunas de las más importantes condecoraciones que entrega la cultura cubana, como la Medalla Raúl Gómez García, la Medalla Alejo Carpentier, la Orden Félix Varela de primer grado y la Distinción por la Cultura Nacional, así como la Medalla al Mérito de la UNESCO, por solo mencionar algunos.
Más de 300 obras de la danza, el teatro, la ópera y el cine cuentan con su diseño escenográfico. Enumerarlas sería imposible e incluso innecesario. Basta que se descubra el telón y que Carmen esté en escena con su icónico traje de flecos rojos para que recordemos que Salvador Fernández es de esas figuras que desde el casi invisible trabajo técnico tras bambalinas, plantó su arte en el imaginario cultural de los amantes de la danza, y muchos más.